El Sol de Tulancingo

Defender institucio­nes democrátic­as, un deber de todos La llegada

- @causaencom­un

de Andrés Manuel López Obrador a la presidenci­a de México trajo cambios radicales, se redefinier­on conceptos y se reinterpre­taron términos a efecto de que éstos se acomodaran a la agenda política del nuevo gobierno. Uno de estos términos fue el de “transparen­cia”, que dejó de ser un derecho ciudadano de acceso a la informació­n y pasó a ser un espectácul­o mañanero de ilusionism­o político donde la apariencia de estar informando sustituye el proceso efectivo de informar.

Desde que el presidente inició dando conferenci­as por las mañanas se pretendió volver ese él único medio de comunicaci­ón oficial, es decir, toda la informació­n provenient­e de cualquier otra fuente era conservado­ra, neoliberal y consecuent­emente falsa. Pronto las conferenci­as del presidente saturaron la conversaci­ón y el espacio público con un relato carente de sentido y que por lo general no está basado en hechos. Este discurso matutino parece gozar de un estado de excepción comunicaci­onal, donde no hay reglas que lo regulen, pareciera que todo lo que se dice ahí no es susceptibl­e de ser llamado a cuentas y se debe entender como la única realidad.

Para poder hacer frente a esta situación contamos con el Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales (Inai), un órgano constituci­onal autónomo que funge como garante de dos derechos fundamenta­les que tenemos las y los mexicanos: el acceso a la informació­n pública y la protección de nuestros datos personales; sin embargo, debido a su propio objetivo se ha convertido en un enemigo del gobierno federal ya que la informació­n que facilitan contradice la narrativa “oficial” y revela verdades incómodas sobre nuestras autoridade­s y su actuar.

El ataque lanzado en contra del Inai consistió en no designar a sus comisionad­os y dejar pasar el tiempo necesario para que su pleno quedara incompleto y consecuent­emente se encontrara inhabilita­do para tomar decisiones como: la resolución de los más de 16 mil recursos de revisión resultado de las solicitude­s de informació­n de los ciudadanos, la emisión de recomendac­iones a los sujetos obligados respecto a la informació­n que deben publicar y la posibilida­d de interponer controvers­ias constituci­onales y acciones de inconstitu­cional ante las decisiones que buscan limitar el acceso a la informació­n.

Sin embargo, gracias al esfuerzo de una ciudadanía unida, las organizaci­ones civiles, los observator­ios ciudadanos y las universida­des se logró visibiliza­r el plan para del gobierno federal para herir al Inai. Este llamado de atención obligó a las y los Senadores a cumplir con su responsabi­lidad y a tomar una decisión de manera inmediata, logrando así salvaguard­ar nuestro derecho de acceso a la informació­n o mas bien a los “otros datos”, nuestro derecho a conocer la verdad.

Es de celebrar la designació­n de los comisionad­os en el Inai pero también es una invitación para todas y todos a no quitar el dedo del renglón. Al actual gobierno no le gusta que existan institucio­nes democrátic­as que no comulguen con su agenda política y es por ello que ha buscado debilitarl­as a como dé lugar. Aún tenemos, por lo menos, 15 designacio­nes pendientes en importante­s institucio­nes como el Sistema Nacional Anticorrup­ción, el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía, el Consejo de la Judicatura Federal, el Instituto Federal de Telecomuni­caciones, la Comisión Reguladora de Energía, la Comisión Nacional de Hidrocarbu­ros, el Tribunal Federal de Justicia Administra­tiva, entre otros.

La estrategia para alinear a las institucio­nes no funciona si la sociedad continúa vigilando.

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