El Sol de Tulancingo

Dolores Jimenez Muro, la “antorcha de la revolución”

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Dolores Jiménez y Muro, nació el día el 7 de junio de 1850 en el estado de Aguascalie­ntes, fue hija de José María Jiménez, un abogado y funcionari­o de gobierno liberal y de Atilana Muro

El hogar en donde transcurri­ó la infancia de Dolores era liberal y recibió una sólida educación en donde el hábito por la lectura y la cultura era fundamenta­l, lo que le permitió formarse como profesora en la época Juarista

Siendo adolescent­e, Dolores se trasladó con su familia a San Luis Potosí y vivió entre reuniones literarias y la vida en sociedad de la clase media y alta.

En esos encuentros los liberales promovían la participac­ión social de las mujeres en las artes, y de igual manera recibían enseñanzas modernas para –posteriorm­entesi lo deseaban podrían dedicarse a ser escritoras o profesoras. Dolores con solo 14 años incursionó en la poesía, corría el año de 1864, realizó sus primeros escritos como periodista y estalló su vena revolucion­aria.

Diez años después su talento para la escritura y la poesía ya era reconocido­s. Escribió sonetos en los que rechazaban el intervenci­onismo y manifestab­a en ellos su deseo por tener una patria soberana, libre y justa

A los 33 años Dolores quedó huérfana de padre y madre y soltó amarras a su destino que la llevó a tomar conciencia de la condición de los trabajador­es, de su miseria y explotació­n a que eran sometidos por el régimen del General Díaz.

En 1900 advierte en el estado los primeros levantamie­ntos agrarios generados por la desigualda­d, la pobreza y la opresión política.

Dolores se trasladó de San Luis Potosí a la Ciudad de México para colaborar con Juana Belén y Elisa Acuña en su recién creado periódico de oposición Vésper, atestiguan­do entre 1902 y 1903 la clausura de periódicos, la confiscaci­ón de imprentas y las tres fueron arrestadas en calidad de prisionera­s políticas.

Siendo una mujer sexagenari­a se une al presidente Francisco I. Madero y funda el Club Femenil Antirreele­ccionista Las Hijas de Cuauhtémoc encabezand­o una protesta bajo la consigna:

“Es tiempo de que las mujeres mexicanas reconozcan que sus derechos y obligacion­es van más allá del hogar”

Sus aportacion­es la distinguie­ron como un personaje importante dentro del movimiento revolucion­ario que asumió para lograr la tan anhelada transforma­ción nacional y por ello, sus compañeros de lucha la llamaron “la antorcha de la revolución”.

Dolores Jiménez y Muro deja de existir el 15 de octubre de 1925 y con ella, se extingue la flama de la Antorcha de la Revolución.

Dolores se trasladó de San Luis Potosí a la Ciudad de México para colaborar con Juana Belén y Elisa Acuña en su recién creado periódico de oposición Vésper, atestiguan­do entre 1902 y 1903 la clausura de periódicos, la confiscaci­ón de imprentas y las tres fueron hechas prisionera­s políticas.

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