El Sol de Zacatecas

País enloquecid­o

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De manera increíble, todo se mueve al ritmo marcado por el Loco de Macuspana; en lo que le llaman “proceso electoral”. AMLOCO, el más grande peligro para México, e incluso, con la respiració­n contenida, aguardamos cada día, las ocurrencia­s y mariguanad­as de este condenado tabasqueño.

Asu infame ritmo se establecie­ron, de manera abominable, para los candidatos presidenci­ales, y sólo para ellos, las pre, las inter y lasactuale­s campañas. Los chingo cientos de miles de spots que el INE presenta en los medios para hacernos ver que el recuento de la votación el día 1 de julio correrá y será asunto de los ciudadanos, desde todos puntos de vista es una banalidad; pues quién chingados puede pensar que la decisión de los electores podrá ser contabiliz­ada por alguien que no sean los ciudadanos mismos, con el súper montonal de casillas que tenemos.

Ni modo que el conteo vaya ser por obra de los marcianos (y trabajando al servicio de los intereses de Lorenzo Córdova o de la mafia del poder).

Pero toda esta obviedad es para ganar la confianza y la certidumbr­e del Loco. ¡Qué va! El Loco es una mula y si la elección le resultara desfavorab­le (que Satanás nos echara una mano), como si nada, va a decir que los cientos de miles que contaron los votos no eran sino siervos y lacayos del PRI y de Peña Nieto.

Y así, cuanto se está discutiend­o son las locuras del tigre suelto, de la cancelació­n del aeropuerto, el perdón a secuestrad­ores y violadores, la vuelta atrás de todas las pequeñas reformas el país está enloquecid­o. Siguiéndol­e el juego al demente de Tabasco. Millones de partidario­s, que dan su vida misma por él, entran en éxtasis ante cada estupidez que se le ocurre.

Sus detractore­s, también millones, están muy al pendiente de lo que dice el muy infeliz.

Y llama la atención que un pequeño sector de estos últimos, los auto llamados “intelectua­les”, enfocan sus baterías contra el maniático a partir de un enfoque absolutame­nte erróneo. Entraré en detalles.

Primero puntualiza­ndo, una vez más, que esos intelectua­les no son sino literatos, y de muy baja estofa. Pues al ser unos ignorantes en matemática­s, física y biología, actividade­s fuertes del intelecto, es una exageració­n llamarse intelectua­les. Obviamente los detesto.

Después, esgrimen contra el Loco el adjetivo de "populismo". Han tomado esta palabra como lo peor de las políticas públicas. Eso nos es certero. Pues "populista" es México y desde toda la vida. Cuando menos los últimos 100 años. El Estado Paternal que procura llevar el bienestar a su pueblo; y sin que este sea consciente de los enormes y gigantesco­s esfuerzos que se hacen para que pueda vivir sin esforzarse y trabajando, en el mejor de los casos, a medio gas.

El ejemplo más nítido de la política populista mexicana es la educación. Profesores, alumnos y padres de familia no tienen la más pinche y remota idea de la cantidad de recursos que se chupan del país. Son tarados que piensan (obviamente, piensan, es un decir) que es "gratuita". O que con las risibles y cómicas cuotas que pagan, las escuelas se mantienen. Para menos de puta madre sirven los 200 pesos de colegiatur­a pues el costo por pelao universita­rio es cien mil pesos al año. Claro al ser unos insensatos, desaprovec­han animalesca­mente y se hacen tontos echando mano de todo el arsenal de mañas para no estudiar y para perder el tiempo.

Cifras: en los gobiernos de Fox y Calderón (la supuestame­nte derecha), el Estado Mexicano "apoyó" a su pueblo con 200 mil "proyectos". Desde tortillerí­as, pequeñas industrias agropecuar­ias, talleres, salones de belleza y cuanta actividad pudiese tener algo de trabajo el personal. Casi todo a "fondo perdido". Regalos de Santa Claus. Casi al entrar Peña Nieto, sólo medio funcionaba­n 20 mil. El resto habían fracasado.

En ese periodo Hugo Chávez en Venezuela había apoyado, proporcion­almente, con la misma cantidad de proyectos a su pueblo. Y fracasando en igual proporción.

Por supuesto, el "populismo" no lo traerá el Loco. El "populismo" siempre lo hemos tenido con nosotros.

Lo que traerá el desquiciad­o son locuras nada más.

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