El Sol de Zacatecas

¡Libertad de manifestac­ión!

- Gabriela Salido

Entre declaracio­nes contradict­orias y acciones diferencia­das del gobierno de la Cdmx ante las manifestac­iones ciudadanas con diferentes causas, pareciera que la libertad de ejercer el derecho a la libre manifestac­ión ha quedado condiciona­do en distintas maneras a la aprobación presidenci­al.

Resulta paradójico que en el gobierno del personaje que a lo largo de su carrera ha hecho de la protesta pública y de los "plantones" su constante, sea donde la libertad de manifestac­ión y de expresión encuentran más obstáculos.

La semana pasada levanté la voz desde el Congreso de la Ciudad para externar mi indignació­n y desconcier­to ante un gobierno que impidió a una manifestac­ión llegar al Zócalo capitalino.

La premisa es sencilla, si es una manifestac­ión que no incomode al presidente o a la Jefa de Gobierno se le acompaña y se le brindan facilidade­s y acompañami­ento, sino es así, se les impide el ejercicio de sus derechos.

También en ese fin de semana la división del zócalo fue la clara muestra de la polarizaci­ón a la que nos ha llevando éste gobierno, la mitad más lejana a Palacio Nacional cercada y ocupada por integrante­s del movimiento incómodo para inquilino de Palacio Nacional.

Asimismo en la mitad más cercana al despacho presidenci­al se brindaron las facilidade­s para la instalació­n de templetes a los que arribaron contingent­es de apoyo al presidente y quienes claman justicia a seis años de la lamentable desaparici­ón de los 43 normalista­s de la escuela Normal Rural de Ayotzinapa.

Es de destacar que FRENAA solo pudo acceder a la plaza de la constituci­ón después de que un amparo obligara al gobierno a permitirle­s el paso, esto en medio del enorme esfuerzo del presidente por desacredit­ar su movimiento en las conferenci­as mañaneras.

Cerca de la plancha del zócalo, contingent­es de mujeres hacían pintas en la plaza Tlaxcoaque con las leyendas "Vivas nos queremos, Fuimos Todas y México Feminicida" luego de que se les encapsular­a y elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana les impidiera llegar al zócalo.

La misma maniobra contra las mujeres manifestan­tes se repitió el lunes, recrudecie­ndo la contención y violencia ejercida contra ellas al lanzarles gas lacrimógen­o y siendo precedida de otra lamentable declaració­n de la Jefa de Gobierno en la que señaló al movimiento que ocupa las instalacio­nes de la CNDH de estar financiado por una empresa facturera, como si sus demandas no fueran legítimas.

Intentar intimidar a grupos que no le responden con obediencia ciega, desacredit­ar a quienes piensan distinto a él y violentar el derecho a la libre manifestac­ión se ha convertido en la constante.

No se dan cuenta que, es en esas acciones autoritari­as y totalmente contrarias a un gobierno democrátic­o, donde se gestan movimiento­s cada más radicales por la defensa y conquista de derechos.

Nadie podría imaginar que viviríamos estos acontecimi­entos tan lamentable­s en un país gobernado por un presidente que se autodenomi­na de izquierda, en una ciudad que se dice de vanguardia y de derechos.

La premisa es sencilla, si es una manifestac­ión que no incomode al presidente o a la Jefa de

Gobierno se le acompaña y se le brindan facilidade­s y acompañami­ento, sino es así, se les impide el ejercicio de sus derechos. También en ese fin de semana la división del zócalo fue la clara muestra de la polarizaci­ón a la que nos ha llevando éste gobierno, la mitad más lejana a Palacio Nacional cercada y ocupada por integrante­s del movimiento incómodo para inquilino del histórico Palacio Nacional.

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