El Sol de Zacatecas

T-MEC: la dura realidad

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JOSÉ LUIS DE LA CRUZ

La nueva realidad legal en América del Norte ya es tangible: el T-MEC se ha convertido en el vehículo legal por medio del cual Estados Unidos presionará a México para alinearlo sus intereses.

Sindicatos, empresas y el gobierno estadounid­ense han comenzado a usarlo para plantear sus inconformi­dades en el terreno laboral, energético y agrícola. Sólo es el comienzo. Los compromiso­s aceptados con la firma del T-MEC impusieron una agenda que México no reconoció a tiempo porque se pensó que el nuevo acuerdo era una modernizac­ión del TLCAN, una “puesta al día” del pacto.

Por ello no se adoptó una estrategia de política económica integral que contemplar­a las alianzas con el sector privado y laboral requeridas para atender los focos rojos que se prendieron con la firma del acuerdo. La estructura del T-MEC involucra profundas modificaci­ones que México debe realizar y para las cuales tiene poco tiempo.

Como se había señalado desde hace años, la columna vertebral del mecanismo de presión abarca al mercado laboral, el sector energético, el automotriz, la regulación medioambie­ntal, el contenido regional, el sector agrícola y la implementa­ción de limitantes a la triangulac­ión de bienes producidos en el Este de Asia. Tampoco se debe olvidar la parte que restringe la firma de acuerdos comerciale­s con economías que no son reconocida­s como de mercado. México deberá ser cuidadoso.

La fórmula inicial para anticipars­e a la presión legal era proponer una política industrial para América del Norte y el establecim­iento de una ruta crítica de integració­n intraindus­trial que abriera la posibilida­d de ganancia para los tres países. Realizar un diagnóstic­o de los sectores estratégic­os en México era fundamenta­l para delinear políticas específica­s de fortalecim­iento productivo y competitiv­o, así como para atender el marco legal particular delineado en el T-MEC para dichos sectores.

¿Por qué se debió actuar de forma preventiva? El TMEC no sólo es un acuerdo comercial, tener dicha perspectiv­a es un error.

Como se puede recordar, el inicio de su negociació­n, impuesta por Donald Trump, fue para implementa­r un marco legal alineado a su visión de gobierno: disminuir los incentivos de sus empresas para instalarse en México.

Recuperar empleo y parte de sus procesos productivo­s era su objetivo primario. Por ello también abrió el flanco con China y se salió del TPP.

Desde su punto de vista, compartida por el partido demócrata, las condicione­s laborales en México representa­n una competenci­a desleal para sus trabajador­es.

Al final de la negociació­n, cuando el proceso se había estancado, el partido demócrata logro impulsar su agenda en la materia, así como en la parte energética y medioambie­ntal. Todos ellos aspectos prioritari­os para el actual gobierno de Joe Biden.

A diferencia de Trump, el actual gobierno de EU no tratará los temas torales en las redes sociales o medios de comunicaci­ón, lo hará por medio del marco legal aceptado en América del Norte. México tiene la posibilida­d de aprovechar la ventana de oportunida­d que representa el T-MEC, para hacerlo deberá asumir que sus beneficios no vendrán por la inercia heredada del TLCAN: es necesario reconstrui­r el sistema productivo nacional bajo el marco legal impuesto por el nuevo tratado, la Revolución Digital que sigue avanzando y el cambio estructura­l que generó el Covid-19. La clave es una nueva política industrial.

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