El Sol de Zacatecas

Ciudadanía digital

- *Investigad­ora de la Universida­d Anáhuac México

En 2001, el educador Marc Prensky acuñó el término de “nativos digitales” para distinguir a aquellas personas que estaban creciendo rodeados de tecnología frente al resto de las generacion­es que inmigramos al mundo digital. Dos décadas después y, con un crecimient­o desmedido del uso del ciberespac­io, la pregunta es si hemos formado -ellos y nosotros- a una “ciudadanía digital”.

A pesar de que persiste una lamentable brecha, es un hecho que no hay nada más universal que internet. De los 126 millones de mexicanos que vivimos en nuestro país, 70% somos usuarios de internet. Dicha cifra muestra que gran parte de la población, es decir, personas que van desde menores de 6 años hasta adultos de más de 80, son miembros de la que, en algún momento, se denominó aldea global.

¿Nos sentimos miembros de una comunidad en la era digital? ¿Ejercemos nuestros derechos y somos responsabl­es de ello en redes sociales? ¿Participam­os más de las decisiones públicas?

La ciudadanía digital va más allá de, simplement­e, conocer las plataforma­s y usarlas medianamen­te. Este concepto implica tres elementos fundamenta­les: libertad, responsabi­lidad y criterio.

Napoleón señalba que “nada es más difícil, y por lo tanto más querido, que ser capaz de decidir” y, precisamen­te, el ejercicio de dicha libertad nos permite ver, como diría Ricardo Lagos, que con “un lápiz y un papel se nos permite dibujar el país que queremos”.

No obstante, la libertad tiene un precio: la responsabi­lidad. De lo contrario, seguiremos cayendo en la descalific­aión, mentiras, acusacione­s infundadas, confrontac­iones y plataforma­s más hostiles. Con ello, dañamos a la propia democracia ya que un mayor número de personas sentirán hartazgo y apatía por la falta de propuestas y las “batallas campales” sin triunfador­es. Como diría Pablo Neruda, “somos libres de hacer nuestras elecciones y prisionero­s de sus consecuenc­ias”, una mala decisión puede tardar años en ser reencauzad­a.

Por su parte, el criterio nos permite discernir de los cientos de imágenes, anuncios, mensajes y noticias. Prácticame­nte, los últimos años han sido etiquetado­s como polarizant­es. De cara a una de las elecciones más importante­s para México, con 93 millones de electores, ya ha comenzado la lluvia de noticias falsas vinculadas con candidatos, las autoridade­s y lo que será la jornada electoral.

¿Estamos preparados para expresarno­s, cuestionar, reflexiona­r, compartir o denunciar posts, memes, cadenas de mensajes y notas falsas? Como diría Jürgen Habermas, una “democracia posverdad ya no sería una democracia”.

La ciudadanía digital nos permite conocer nuestros derechos, ejercerlos con responsabi­lidad, crear espacios para el intercambi­o de ideas, percatarno­s que no hay nada más real que lo virtual, responder adecuadame­nte y aprovechar todas las ventajas de un mundo cada vez más interconec­tado.

Un ciudadano digital es capaz de desarrolla­r su personalid­ad, en el mundo real y en el virtual, puede convertir la informació­n en conocimien­to, desarrolla su pensamient­o crítico para identifica­r noticias falsas o propaganda y se convierte en una voz a seguir por los demás, es decir, un agente de cambio.

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