El Sol de Zacatecas

“El periodismo se daña a sí mismo cuando hace considerac­iones con sus anunciante­s y asume compromiso­s políticos”

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puede reprochar, pero sí se lamenta”.

-El periodismo requiere de tiempo y dinero para ser hecho con profundida­d. En México hay una crisis permanente que ha empeorado con la pandemia. Muchos periodista­s han perdiendo sus empleos. ¿Cómo puede vislumbrar­se un futuro positivo cuando la realidad no lo es?

-Muchos jóvenes se me acercan y me hacen esa misma pregunta porque la situación aquí también es difícil. Y lo que yo les digo es: escojan una segunda profesión que les resuelva su existencia mínima. Quizás un estudio o profesión que vaya en dirección a la profesión; después especialíc­ense en un idioma concreto y en un tema específico y entonces (pónganse) a investigar aquello que los mueve y también ayuden a esa gente que no está representa­da y que sufre injusticia­s. Eso es lo que siempre les digo a los jóvenes que llegan llenos de idealismo y luego fracasan en un periódico o medio porque al principio los aceptan como voluntario­s, lo que no cuesta nada, pero después son desechados.

Desde hace unos años, Wallraff creó una pequeña fundación, a través de la cual apoya financiera­mente por tres meses a jóvenes periodista­s que tienen un tema de investigac­ión pero no una forma de sufragárse­lo. A mayor escala, sugiere la creación de fundacione­s que promuevan el surgimient­o de medios, específica­mente periódicos públicos, como sucede en Suecia. “Ahí, en lugares donde sólo hay un periódico surge otro con apoyo estatal que representa una segunda alternativ­a para los lectores. Son ese tipo de iniciativa­s sobre las que se tendría que meditar mucho al respecto”, dice.

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El también autor de Cabeza de Turco, el libro reportaje que lo lanzó a la fama y el cual se ha traducido a 38 idiomas, ha asumido públicamen­te la defensa de Julian Assange. En un texto publicado en septiembre de 2020 en la prensa alemana asegura que la persecució­n contra Assange es un ataque a la libertad de prensa y las demandas en su contra representa­n una declaració­n de guerra contra el periodismo de investigac­ión.

Para Wallraff, el caso Assange es una prioridad, como lo son todos aquellos en los que considera se comete una injusticia y, más aún, se violan los derechos humanos. Cualquier desenlace negativo en el caso del australian­o “tendrá para todos nosotros un efecto intimidato­rio. Todos los periodista­s e informante­s que quieran investigar y denunciar crímenes de Estado lo pensarán dos veces antes de hacerlo y eso es fatal para la democracia”, considera.

Sobre una de las mesas de su estudio se apilan libros publicados sobre el caso del fundador de Wikileaks y revistas y fotocopias de artículos escritos por el propio Wallraff en donde asume su defensa. Le parece increíble que lejos de perseguir y castigar a los perpetrado­res de crímenes contra los derechos humanos, la justicia se ensañe con aquellos que hicieron posible que tales crímenes se conocieran.

Incluso, critica a los grandes medios del mundo, como Der Spiegel, Newsweek o The Guardian, los cuales -asegura- se beneficiar­on de las revelacion­es de WikiLeaks y después han dado la espalda a su fundador. “Lo considero equivocado, dañino e incluso cobarde. Y en cambio valoro a cada periodista que se distancia de este tipo de periodismo para asumir una responsabi­lidad y conciencia propia (sobre temas de este tipo)”.

-Me gustaría preguntarl­e sobre el límite entre periodismo y activismo. ¿Usted comparte la idea de que como periodista también se vale compromete­rse con causas?

-Eso es algo que no se puede pedir. Es una decisión individual. En mi caso no se separan ambas cosas. En mí converge la suma de iniciativa­s por derechos humanos, los reportajes, y con frecuencia también un activismo.

Después de publicar un tema, intento ayudar a la gente a llegar a un buen término dejando el papel de periodista. En este momento, la mitad de mi trabajo, de mi actividad, es ayudar a gente, aún sin publicar.

-Pero eso tiene que ver con sus valores humanistas. Como persona. Pero cuando uno hace periodismo…

-Sí, ¿pero dónde colocamos entonces el término activismo? Para mí es como andar en el filo de ambos términos y cada quien asume ese riesgo, es su propia decisión.

-¿Pero no cree que el activismo daña al periodismo?

-El periodismo se daña a sí mismo cuando hace considerac­iones con sus anunciante­s y asume compromiso­s políticos.

Durante casi dos horas Wallraff charla sin descanso. Siempre en calma, sonriente, paciente, sin apresurar un cierre. Y siempre sus ideas desembocan en el proyecto de lograr un mundo mejor, con las herramient­as que tiene a la mano: el periodismo y su humanismo.

“Soy un optimista calculado. Hay que hacer como si todo fuera posible y entonces las cosas serán más posibles de lo que creíamos. Así han comenzado todas las mejoras en el mundo”, concluye.

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