No podemos ni bañarnos: mexicana
Conseguir alimentos ha sido de lo más complicado para la población de Nir Itzjak, una pequeña colonia agrícola israelí ubicada en la periferia de la Franja de Gaza, centro del estallido de violencia entre Israel y Palestina. “Salimos corriendo pues cada diez minutos suenan las alarmas y comienzan a llover los misiles, llegar al único supermercado que hay en el Kibut es todo un desafío, sales pidiéndole a Dios regresar con tu familia, tenemos que comer, pero los alimentos ya escasean”, afirma Laura Chezes, quien cuenta a El Sol de México la experiencia de vivir en la zona de conflicto.
Originaria de la Ciudad de México, Laura de 61 años de edad emigró joven para estudiar en Israel la carrera de Educación Física en 1977 y más tarde, trabajar en el Ministerio de Educación Pública como entrenadora de gimnasia olímpica; y uno de sus tres hijos a sólo dos kilómetros de la Franja de Gaza.
“Estamos viviendo una pesadilla, en más de cuarenta años que tengo de vivir en Israel nunca habíamos vivido una cosa así, cada diez minutos tenemos que correr al cuarto de seguridad porque llueven los misiles, no podemos ni siquiera bañarnos porque a penas suenan las alarmas, sólo tenemos 15 segundos para resguardarnos”, asegura la mexicana desde la habitación blindada de cuatro metros cuadrados que el gobierno israelí por ley, construye a todos sus ciudadanos que viven a menos de 7 kilómetros de la frontera con Palestina.
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