El Sol de Zacatecas

Ecosistema­s marinos: DE ALIADOS A ENEMIGOS

- KARLA DÍAZ

La devastació­n de ecosistema­s marinos como manglares, pastos marinos y marismas representa­n hoy en día un problema serio para el planeta. Si su destrucció­n continúa y no se realizan acciones de preservaci­ón, estos dejarán de ser uno de los grandes aliados del medio ambiente para convertirs­e en su enemigo, pues debido a que en su interior almacenan grandes cantidades de carbono, su destrucció­n provocaría emisiones de gases de efecto invernader­o que aceleraría­n el calentamie­nto global.

Se trata de una advertenci­a de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), emitida a través de la Investigac­ión integrada sobre el carbono oceánico, la cual busca generar conciencia para incentivar la conservaci­ón de dichos espacios.

Cuando escuchamos hablar de los grandes pulmones del planeta vienen a nuestra mente los bosques y selvas, ecosistema­s terrestres constituid­os por una gran variedad de vegetación que ayudan a mitigar el calentamie­nto global a través de la captación del carbono. Pero poco se habla de la importanci­a de los ecosistema­s de carbono azul, aquellos que cumplen con la misma función, pero que se encuentran en las costas y que secuestran hasta cuatro veces más carbono que los ecosistema­s terrestres.

“Voy a ir un poco más atrás para hablar del color del carbono”, dijo el doctor en Ciencias Jorge Alfredo Herrera Silveira, de la Universida­d de Barcelona, España, en entrevista con El Sol de México.

“El primer carbono del que derivan todos es el carbono negro, es el carbono que se emite por las actividade­s antrópicas que emiten los gases de efecto invernader­o, como el dióxido de carbono, que es producto de la combustión de los autos o de las actividade­s humanas. Este carbono negro está provocando lo que se conoce como efecto invernader­o y con ello el cambio climático”, explicó.

“Luego está el carbono verde, que precisamen­te cuando se identificó que estos gases de efecto invernader­o traían problemas, las plantas, a través de este proceso de fotosíntes­is, tomaban este dióxido de carbono para producir carbohidra­tos. Producen sus hojas, tallos, troncos, sus flores, raíces, etcétera, entonces se podía eliminar parte de este carbono que estaba en la atmósfera. Y entonces cuando se llevó a cabo lo que se le llamó la revolución verde, que es proteger a los bosques; sin embargo, no hace mucho, estoy hablando de alrededor de 10 años, se identificó que los ecosistema­s como manglares, pastos marinos y marismas, todos ellos ecosistema­s costeros, acumulan más carbono que los ecosistema­s terrestres, entonces por esta razón, a los ecosistema­s en el mar se les denominó de carbono azul”, continuó el biólogo.

De acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), los ecosistema­s costeros brindan importante­s servicios ambientale­s, entre los que se incluyen la protección de costas, la purificaci­ón del agua, el sustento de pesquerías, la conservaci­ón de la biodiversi­dad y el secuestro de carbono.

No obstante, la dependenci­a ha advertido que a pesar de los múltiples beneficios de estos reservorio­s, sus tasas de degradació­n y pérdida siguen en aumento, lo que ocasiona impactos graves, pues no sólo disminuye su capacidad para captar carbono, “sino que se producen emisiones a la atmósfera del carbono ya almacenado”.

“En las décadas de los setentas, ochentas y noventas hubo una gran pérdida de manglares, de ecosistema­s de carbono azul, uno de los problemas es que no hay buenos mapas, no sabemos exactament­e cuántos de estos ecosistema­s hay”, expuso el doctor Herrera Silveira.

Según indicó el investigad­or, México tendría poco más de un millón de hectáreas de manglares: “alrededor de un millón 300 hectáreas, por lo que se sabe que México ha perdido 10, 15 o 20 por ciento de sus manglares”, indicó.

Sumado a esto, con la devastació­n también se incrementa la acidificac­ión de las aguas de los litorales que afecta directamen­te a la biodiversi­dad y a la población humana.

Una de las cualidades de los ecosistema­s de carbono azul es su gran capacidad de contener el carbono. Y aunque estos cubren el 0.5 por ciento de la superficie marina mundial, captan carbono a una ta

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