Del destierro político a la batalla por la Presidencia
SAO PAULO. "Tengo 76 años, pero con la energía de 30 y la libido de 20". Así se define el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, quien presentó su candidatura a la Presidencia de Brasil, después de las sospechas de corrupción hoy archivadas.
Hace pocos años era difícil imaginar el regreso a la arena política del líder progresista, quien pasó de estar 580 días en prisión entre 2018 y 2019, a ser la esperanza electoral contra la ultraderecha.
Las sospechas en su contra se multiplicaron desde que apareció en escena la ya extinta operación Lava Jato, que destapó a partir de 2014 una vasta red de corrupción en la petrolera Petrobras.
A partir de ahí, los fiscales le pusieron en su punto de mira, con la apertura de un rosario de causas judiciales que fueron a parar a las manos del entonces magistrado Sergio Moro, que le condenó y ordenó su ingreso en prisión.
Durante su encarcelamiento, vio cómo las autoridades electorales vetaban su candidatura presidencial en 2018, que ganó Bolsonaro; recibió una segunda condena por corrupción y perdió a un nieto de 7 años por una meningitis.
Lula siempre negó las acusaciones y dijo ser víctima de una "persecución judicial".
En marzo de 2021 cambiaría su suerte. Un juez de la Corte Suprema anuló las dos sentencias, lo que le permitió recuperar sus derechos políticos y le abrió las puertas de carrera presidencial para este 2022.