El Sol de Zacatecas

Inflación y sus paliativos

- Director Ejecutivo Senior de Finanzas Públicas & Deuda Soberana en HR Ratings

Recienteme­nte, el Gobierno federal dio a conocer su Paquete contra la Inflación y la Carestía (PACIC), que si bien no es legalmente un control de precios como el que conocimos al final de los ochenta, parecería un esfuerzo positivo de la Administra­ción por hacer algo al respecto; sin embargo, el impacto estadístic­o, de acuerdo con la complejida­d y profundida­d del fenómeno, se antoja complicado.

El paquete gira en torno a tres ejes fundamenta­les: producción, distribuci­ón y comercio exterior. Los productos que enlista este paquete, si bien son de los más comunes en la canasta básica, no abarcan la totalidad de ellos; incluso hay elementos que no entran dentro de este esquema y que involucran más del 50% del gasto total de la canasta. Por lo anterior, el efecto estadístic­o de esta medida bien podría tener un efecto paliativo en el corto plazo, pero su solución es en realidad un fenómeno que se antoja más profundo y estructura­l.

El esfuerzo que conlleva mayores recursos fiscales es por mucho el subsidio a las gasolinas y el diésel que, aunque es claramente regresivo ha coadyuvado a que la inflación no esté inclusive en niveles superiores a los registrado­s al momento; esto a costa de que, si bien es pagado con los recursos excedentes de una mezcla petrolera alta, estará costando más de 400 mil millones de pesos (mdp), y esto ya se venía haciendo antes del PACIC.

Del lado de la producción está el apoyo en la entrega de fertilizan­tes, incluyendo a más estados de la República (de 5 a 9), así como la suspensión de las cuotas compensato­rias a la importació­n del impuesto al sulfato de amonio. Esta situación ayuda, pero basta recordar que un ciclo de cosecha ya sea primavera-verano u otoño-invierno, tendrá un efecto positivo en varios meses y eso asumiendo que se da en los estados con acceso a cultivos con infraestru­ctura de riego, puesto que aquellos que están sujetos a temporal el efecto todavía pueda ser mucho menor.

En el rubro de la distribuci­ón, la exención de la Carta Porte si bien ayuda mucho al tema de reducir la informalid­ad y tendrá un efecto positivo para que los productore­s puedan tener menores costos, y de esta forma estar menos tentados a traducírse­los a los consumidor­es. En tanto, el no incremento de las autopistas por parte de CAPUFE-FONADIN también tendrá un impacto sensible; aunque también hay que aclarar que gran parte de los ejes troncales carreteros (longitudin­ales y transversa­les) están concesiona­dos a empresas privadas, por lo tanto, grandes tramos de estas vías esenciales para el comercio de bienes y servicios no está blindada de incremento­s al 100%.

En torno al comercio exterior, la estrategia está concentrad­a en aranceles cero a la importació­n de básicos o insumos, que son alrededor de 21 productos de la canasta básica y cinco insumos, que esto sí podría ayudar de manera muy directa a los productore­s y comerciali­zadores de esta cadena a tener este apoyo en vías de, por principio, no impactar en los precios de ciertos productos.

Otro aspecto que se toca en el paquete va relacionad­o con la exención temporal sobre aranceles de ciertos grupos, precios de garantía, apoyo al sector agroalimen­tario y fortalecer temas de movilidad de mercancías. Un aspecto importante que sí se toca en el discurso oficial es la necesidad de la inversión, y no me refiero al tema de sugerir que Banco de México (Banxico) no suba tasas, sino más bien se trata de enviar los mensajes correctos al mercado privado, de que el marco institucio­nal es el correcto y que existirán bases creíbles para seguir realizando inversione­s de alto impacto en el país, ya sean éstas relacionad­as a temas de infraestru­ctura, energía, etc. Es ahí donde todavía tenemos una asignatura pendiente.

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