¿Por qué la prisa?
Ysi, por lo contrario, Biden insiste en su postura excluyente, México asumirá el papel de líder latinoamericano en el combate por la justicia, la democracia y la solidaridad entre los pueblos y países de la región. Frente a esta situación, el conservadurismo mexicano quedó descolocado. Porque si continúa apoyando la postura excluyente de Biden, que es la suya propia, fortalece a López Obrador; y si marca distancia del amo yanqui, también fortalece la figura del mandatario mexicano. Una cosa semejante ha ocurrido en el asunto de la guerra en Europa del este. La decisión de López Obrador de condenar la invasión rusa de Ucrania y, al mismo tiempo, abogar por un acuerdo de paz, repudiar las sanciones y condenar el envío de armas a este país ha incrementado el prestigio de López Obrador como figura mundial.
De nuevo: frente a esta situación la derecha mexicana sólo tiene dos opciones. O apoya a Biden y a la guerra o llama a la paz. Si hace lo primero, que está en su naturaleza reaccionaria, abonará más elementos a su desprestigio en México; y si aboga por una salida negociada a la guerra, apoyará y fortalecerá la posición de López Obrador, lo que le resulta del todo inaceptable.
Mientras tanto, en México es evidente la aprobación y el respaldo popular a las decisiones del Presidente. Así lo revelan todos los sondeos de opinión, lo que demuestra, de pasadita, el fracaso de la permanente campaña antiobradorista en los medios de información.
Esos sondeos de opinión no revelan, por supuesto, unanimidad. Sólo muestran un respaldo mayoritario que nunca baja del 60 por ciento y que, según el asunto investigado, llega a niveles de más del 90 por ciento.
La lección es clara. Las políticas pacifistas, populares y soberanistas de López Obrador explican el respaldo del pueblo al Presidente y al movimiento obradorista. Y explican, asimismo, el malestar y disgusto de esa tercera parte de la población mexicana que no se resigna a ver al pueblo en Palacio Nacional.
Nunca falla. Cuando se inicia la Semana Mayor o Semana Santa la Ciudad de México se encuentra generalmente semidesierta; para el miércoles santo, según consta en los reportes oficiales las casetas de peaje instaladas en las carreteras registran filas de 10 kilómetros.
Así ocurrió este año 2022 y seguirá. Los automovilistas atascados hasta la avenida Taxqueña esperan febrilmente traspasar el primer obstáculo para llegar, antes que otros hasta el lugar del supuesto descanso para disfrutar de la diversión sin freno y sin límite.
Al paso de la semana, que hoy se han vuelto dos, el rostro macilento y desencajado de miles de paseantes que regresan al término del período vacacional lo dice todo. Decenas de percances, cientos de heridos y muertos, importantes daños materiales... y todo por la prisa, por el abuso de bebidas alcohólicas, el desconocimiento de las mínimas reglas de seguridad vial, la incapacidad o la inconciencia de conductores que operaban su teléfono celular como si estuvieran en la sala de su casa.
Según las estadísticas oficiales, en México se reportan al año 400 mil accidentes de tránsito lo cual provoca más de 14 mil defunciones, cerca de 200 mil heridos, 90 mil discapacitados y pérdidas de entre 1 y 2 por ciento del producto interno bruto, y todo por la prisa, por el nerviosismo.
La prisa produce estrés. El estrés nos acaba, nos destruye. El estrés aniquila. La mayoría de las afecciones que sufrimos los seres humanos hoy en día la debemos a este mal causado por la prisa. El diccionario define al estrés como un agotamiento físico general producido por un estado nervioso.
La sabiduría oriental afirma que la prisa es la nada, que el que tiene prisa por vivir tiene prisa por morir. Por lo contrario – señala – hay que ejercitar siempre la paciencia, virtud máxima que inspira calma, seguridad y confianza. Con la paciencia se resuelven las tensiones, se disuelven los graves conflictos personales y sociales y se tiende a vivir en paz, claridad y armonía con la naturaleza y con nosotros mismos.
Los especialistas en el combate al estrés y las relaciones tensas recomiendan que ensayemos todos los días, como si fuera el único modo de vida, la concentración relajada, que ejercitemos en reposo la tranquilidad profunda y reflexiva. La tendencia a la acción agitada y turbulenta solo conduce a la prisa y, por supuesto a la nada.