EN DEFENSA DE TEXCOCO ¿FLORA Y FAUNA O CULTIVOS?
San Salvador Atenco, Edomex. Los vecinos de San Cristóbal Nexquipayac, San Miguel Tocuila y San Salvador Atenco, quienes viven cerca del Lago de Texcoco, aclaran que las comunidades de esta zona no se sienten dueñas de este cuerpo de agua, pero la declaratoria de área natural protegida (ANP) impactará en su modo de vida. De ahí el conflicto en la zona. María Leticia Peláez Cuevas y Humberto Elizalde, ejidatarios de Nexquipayac y Tocuila, explican que la declaratoria emitida por el Gobierno federal el 22 de marzo, cambia de manera flagrante el destino de la tierra y deja la zona para el desarrollo de actividades de turismo de bajo impacto ambiental; algo con lo cual no están de acuerdo, ya que desde hace más de un siglo se han dedicado al cultivo.
“El turismo no es, ni nunca ha sido nuestra fuente de trabajo, y la otra razón es que el turismo sería de la Ciudad de México y la zona conurbada, lamentablemente está demostrado que es un turismo altamente contaminante”, destacan.
El decreto de ANP no los despoja de sus tierras, sin embargo, aseguran que los limita en cuanto a lo que pueden y lo que no pueden sembrar en sus parcelas, acto que, señalan, es anticonstitucional.
“Desde hace más de un siglo, en nuestras tierras que son usufructuadas desde el tiempo de nuestros bisabuelos, se siembra maíz, alfalfa, trigo, avena y cebada. Actualmente hay muchos ejidatarios dentro de la poligonal que tienen huertos de hortalizas e invernaderos donde están sembrando jitomate, cilantro y zanahoria”.
“Ahora, con la declaratoria sólo podrán sembrar espirulina, romeritos y otras especies que no servirán para el ingreso de las familias, también limitó el pastoreo porque la pezuña del animal al caminar y al arrancar la hierba para comer va raspando la tierra y en ese sentido se convierte en un sistema antiambiental”, detalla María Leticia.
Los campesinos afectados consideran que la declaratoria como área natural protegida no debe ser, porque viola la constitucionalidad al cambiar el destino de la tierra y es privativo del derecho de propiedad y posesión, además de que viola la personalidad jurídica constitucional, atentando contra el núcleo de población ejidal con sus usos y costumbres, así como la psicología social de sus pueblos.