El Sol de Zacatecas

EL CAMBIO CLIMÁTICO SÍ AFECTA LA QUINCENA

- JOSÉ CARLOS ROMÁN

Aunque parezca que el cambio climático y nuestra economía son temas diferentes, la realidad es que los cambios que está sufriendo el planeta están impactando directamen­te en nuestro bolsillo. Sequías, lluvias y calores intensos, inundacion­es y huracanes son algunos de los fenómenos que alcanzan la salud, economía, bienestar e incluso el patrimonio de las personas.

De acuerdo con los especialis­tas, el cambio climático nos afecta de muchas formas: desde los precios del súper hasta la salud física y mental.

En 2009 la UNAM lanzó un reporte en el que algunos economista­s liderados por el doctor Luis Miguel Galindo, quien es académico de la Facultad de Economía de esa casa de estudios, además de asesor de la CEPAL y profesor afiliado al CIDE, hicieron un análisis sobre los impactos que tienen los gases efecto invernader­o en la economía de las personas.

Dicho estudio señalaba que si no se cambiaba el patrón de emisiones de estos gases, para 2050 el cambio climático iba a tener un costo del 6.5 por ciento del PIB (producto interno bruto) de nuestro país.

Aunque desde hoy, es decir 28 años antes, ya se están viviendo las pérdidas económicas y de vidas humanas ocasionada­s por los fenómenos del cambio climático.

Una de las principale­s afectacion­es se registra en la degradació­n de los suelos. Este cambio en la superficie afecta a la salud del suelo, lo que limita la cantidad de carbono que la tierra logra contener y que resulta en una disminució­n de la capacidad para producir bienes como los alimentos.

De acuerdo con la ONU, cerca del 30 por ciento de los alimentos se pierden como resultado de la degradació­n del suelo. Y esto se traduce en un aumento del costo de algunos alimentos como semillas, frutas y verduras, lo que trae repercusio­nes directas a la cartera de los consumidor­es.

Por si esto fuera poco, el cambio climático también limita la disponibil­idad y calidad de agua para la agricultur­a, lo que reduce aún más la producción de los cultivos.

“Durante la temporada de otoño-invierno del año pasado, la falta de agua durante el ciclo hidrológic­o provocó que se dejaran de producir 400 mil toneladas de alimento; es decir, una décima parte de la producción de alimentos se detuvo por la falta de agua”, asegura en entrevista con El Sol de México Fernando Cruz, especialis­ta en economía del medio ambiente y política pública, y cofundador de la Agencia de seguridad, energía y ambiente de la SEMARNAT.

Es decir: la falta de agua genera menor valor en la producción a nivel nacional e internacio­nal, por lo que los precios aumentan y los gastos de las personas se desestabil­izan, ya que gastan cada vez más por los mismos productos.

Otro de los fenómenos del cambio climático que actúa en las carteras de las personas son las sequías.

Este fenómeno es uno de los más presentes en la República, y no sólo afecta la economía, sino también la salud de las personas.

Las sequías traen consigo deshidrata­ción, la cual viene acompañada de muchas enfermedad­es gastrointe­stinales que provocan muertes, en su mayoría de niños y niñas.

“Hoy en día las enfermedad­es por aguas estancadas y partículas contaminan­tes en el agua y en el aire han aumentado y esto genera un mayor gasto para la población en medicinas y servicios de salud, lo que también implica que las primas de riesgo para los seguros en temas de enfermedad­es respirator­ias incremente­n, al igual que el costo de los mismos servicios”, asegura Cruz.

Asimismo, los fríos y calores extremos son otro factor que aumenta el número de personas enfermas al año, debido a que la temperatur­a ha aumentado en zonas donde antes el calor no era recurrente, mientras que en zonas calientes la temperatur­a baja al grado de causar problemas respirator­ios a los habitantes de esa región.

Esto convierte a los golpes de calor, tos, gripa y deshidrata­ción en un canal directo entre el cambio climático y los gastos de la población.

Ya se han abordado las repercusio­nes económicas y de salud que tienen estos fenómenos. Sin embargo, su alcance es tan grande que incluso llegan a afectar o destruir el patrimonio de algunas personas.

Por ejemplo, algunas personas viven en laderas, barrancas o cerca de ellas, zonas que con frecuencia sufren de deslaves. Al vivir en estas zonas, los pobladores están expuestos a que los deslaves provocados por las fuertes lluvias afecten sus viviendas e incluso las pierdan totalmente.

Esta es una de las formas en que este fenómeno es más agresivo, porque no sólo está repercutie­ndo en la quincena de la gente, sino también en su patrimonio.

LOS MÁS AFECTADOS

Si bien esta situación afecta a todos, hay sectores de la población que se encuentran mucho más vulnerable­s.

De acuerdo con el Banco Mundial, quienes tienen menores recursos econó

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MARIO JASSO

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