Retroceso democrático
En la escuela, su definición es enseñada a las y los alumnos de manera limitada. Comúnmente se nos dice en las aulas que esta palabra quiere decir el gobierno del pueblo. Se trata, sin duda, de una idea que emociona, cualquier joven puede llegar a ilusionarse con la idea de una sociedad en donde toda persona tiene la capacidad de elegir libremente a las y los gobernantes, e incluso es posible soñar con convertirse en figuras públicas a través de los mecanismos democráticos.
Esta explicación debería venir con una advertencia que dijera que esa definición además de ser limitada es utópica. En lo personal, la definición de democracia que encuentro más apropiada es la del filósofo francés, Raymond Aron: “la organización sustentada en la competencia pacífica con vistas al ejercicio del poder”.
Se trata de una definición que no miente, pues en ningún momento establece quienes son las personas que deben competir por el poder, y con ello no genera la falsa esperanza de que cualquier persona tiene la capacidad de ser electo o electa representante democrático. Sin embargo, esta definición sí implica que quienes no se encuentren en el poder pueden, legítimamente y con verdaderas oportunidades, disputar posiciones de poder y alcanzarlas eventualmente.
¿Fueron las elecciones de consejeros distritales de Morena verdaderamente democráticas? En primera instancia se podría decir que sí, pues los eventos de violencia que quebrantaron la tranquilidad del proceso fueron escasos. Pero si hablamos de que existió otro tipo de violencia, la institucional, entonces la respuesta es que no.
En teoría, las elecciones de Morena dieron la posibilidad para que cualquier persona pueda convertirse en consejero distrital. Existían perfiles que legítimamente se encontraban en condiciones de competir por el poder (porque ser consejero es tener un poco de poder), pero lo que sucedió en la realidad fue que repentinamente aparecieron líderes como las grandes figuras del partido que habían estado en la sombra.
Es muy probable que, entre las irregularidades que se presentaron, los programas sociales hayan sido utilizados para movilizar voluntades, para que hombres y mujeres cercanas a quienes dirigen las delegaciones federales del bienestar posicionaran a sus candidatas y candidatos, y con ello allanaran el camino rumbo al 24 para elecciones federales y estatales.
Sí, lo hicieron de manera pacífica, pero no sin violencia. Amenazar o presionar a hombres y mujeres para que voten por alguien no es otra cosa que una agresión a la dignidad y a los derechos de las personas.
Sin su base social, que es la esencia del movimiento de regeneración nacional, quedaría el cascarón de un partido como cualquier otro; y la dirigencia se podría equiparar a la nobleza de un castillo vacío, incapaz de defenderse ante cualquier embestida enemiga; cómo podría suceder en las elecciones abiertas con la oposición.