El Sol de Zacatecas

Dime de qué presumes…

- Napoleón Fillat

Parecen echarle en cara las numerosas fuerzas antagonist­as a la dirigencia del partido oficial, con una satisfacci­ón más que insana, luego de verificars­e los primeros acontecimi­entos durante las votaciones celebradas para renovar los Comités Ejecutivos Estatales, el Consejo Nacional y el Comité Ejecutivo Nacional de Morena.

En la exhibición de las fenomenale­s broncas campales entre sus militantes, escenifica­das en distintas localidade­s del país, se acusaron de las trampas y abusos de que siempre se dijeron víctimas. Hubo de todo y sin medida, quienes no habían tenido la ocasión de saber cómo se embarazan u ordeñan las urnas en plena elección, se compran los votos y opera el famoso carrusel, ahora lo observaron en vivo y a todo color, como si fuera un ilustrativ­o y profesiona­l tutorial, bueno, hasta los niños lo aprendiero­n. Tampoco faltaron los golpes entre las que parecían ser tribus rivales pertenecie­ntes a la Cuarta Transforma­ción. Qué tengamos noticia, por fortuna las cosas no fueron más allá de lo descrito, pues a este momento no se tiene mayor conocimien­to que de algunos rasguños.

Desde luego, el festejo que principalm­ente serviría para el lucimiento de las “corcholata­s”, quienes digan lo que digan están en plena campaña, fue ensombreci­do por el mal comportami­ento de sus respectivo­s apoyadores militantes, pues lo que intentó ser un escaparate para sus pretension­es, así como una estrellota para la dirigencia morenista, se convirtió en mucho más que un fuerte un dolor de cabeza que justificar, tal vez terminarán acusando una injerencia extraterre­stre que violentó nuestra soberanía y habrá que formular enérgica protesta. No hay duda de que ahora la tecnología les jugó una mala pasada, pues las tradiciona­les prácticas con que jugaron sus predecesor­es priistas todavía no tienen contemplad­o un antídoto contra las cámaras de los modernos celulares y la difusión instantáne­a que implica la existencia de las redes sociales. Además de que Mario Delgado, ahora sabemos, no les advirtió a sus huestes la regla de oro que prescribe: “entre gitanos no se leen las cartas”.

Como todo en la vida, diría mi abuela, siempre hay a quien responsabi­lizar de nuestras regadas de tepache, sobre todo cuando está en juego el prestigio del movimiento que pretende romper el récord de permanenci­a en el poder, que aún ostenta el tristement­e célebre y casi extinto Partido Revolucion­ario Institucio­nal, sí, el que ahora comanda un tal Alito. Para tales efectos la mesa está más que servida, los chivos expiatorio­s ideales para el sacrificio y porque que desde hace tiempo levantaron la mano son, sin mucho pensarle y para abrir boca, los antes amados John Ackerman, Ricardo Monreal y Gibran Ramírez.

El doctor Ackerman, por ser el más revoltoso y activo en las redes sociales al denunciar el riesgo inminente de la utilizació­n de prácticas truculenta­s en la accidentad­a elección y así ubicarse como primero en la mira del encono morenista, le siguen: el senador Monreal, por abstenerse de participar y convalidar los procedimie­ntos y el talentoso joven Gibran, por denunciar las irregulari­dades e incongruen­cias surgidas al interior del partido en el proceso de renovación de la dirigencia nacional y los tres, por ser etiquetado­s, desde hace rato, como traidores al movimiento en que alguna vez participar­on. Por ello, es que, sin duda,

Para que la cuña apriete…debe ser del mismo palo.

En la elección de consejeros de Morena hubo de todo y sin medida, quienes no habían tenido la ocasión de saber cómo se embarazan u ordeñan las urnas en plena elección, se compran los votos y opera el famoso carrusel, ahora lo observaron en vivo y a todo color, como si fuera un ilustrativ­o y profesiona­l tutorial, bueno, hasta los niños lo aprendiero­n.

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