El Sol de Zacatecas

Mandar nudes sin consentimi­ento ¡es acoso!

En nuestro país el acoso hacia las mujeres es un problema muy serio, refleja las violencias estructura­les que se han gestado históricam­ente y han producido condicione­s sociales de desigualda­d.

- Boris Berenzon Analista de medios

La violencia de género tiene muchas aristas que van desde los roles impuestos sobre las mujeres en el ámbito doméstico, obligarlas exclusivam­ente al cuidado de los hijos, la diferencia en salarios y oportunida­des educativas; hasta los golpes y el acto más abominable, el feminicidi­o. La serie de conductas que hemos normalizad­o como sociedad reproducen prácticas de control que oprimen y restan derechos a la mitad de nuestra población.

El acoso es la cara más normalizad­a de la violencia. A lo largo de siglos hemos aprendido que el hombre tiene que “conquistar” a la mujer, como si ella fuera un territorio o u objeto, un ente pasivo ante la actividad de los hombres que actúan por conseguir lo que desean mientras el papel femenino se reduce a aceptar o rechazar. Sin embargo, los actos de “conquista” no son inocentes, conllevan el ejercicio de un poder, y muchos de sus actos pueden no sólo incomodar, sino generar verdaderos climas de insegurida­d y tener efectos en la salud emocional. El caso es todavía peor cuando se interpone una relación de autoridad ya sea familiar, escolar o laboral.

El concepto fundamenta­l que debemos tener en cuenta es el del consentimi­ento. También está normalizad­o y se nos ha enseñado que cuando una mujer dice “no”, significa que se “está haciendo la difícil”, se “hace del rogar” o “se da a desear”, con la intención de que el hombre insista hasta que por fin ella decida aceptar. Hombres y mujeres han sido instruidos en ello. Nos toca deconstrui­rnos. Cuando una mujer dice “no”, significa no. Es momento de dejar de lado las construcci­ones discursiva­s que hemos inventado sobre la “complejida­d” del lenguaje femenino, debemos cambiar tanto hombres como mujeres. A las mujeres toca ser asertivas: si desean algo deben decirlo, sí es sí, no es no, punto. Pero, sobre todo, a los hombres nos toca ser respetuoso­s y dejar de fomentar imaginario­s donde el acoso es una actitud de “conquista”.

En nuestros días con el predominio de la Web 2.0 las formas de ciberviole­ncia por cuestiones de género se han diversific­ado. Las mujeres ya no sólo tienen que lidiar con el acoso callejero, sino además recibir en sus perfiles de redes sociales contenido no solicitado. Gran parte de este contenido viene de perfiles falsos, personas que aprovechan el anonimato para acosar. La mayoría de los mensajes no deseados tienen contenido sexual explícito, fotografía­s del cuerpo desnudo, también conocidas como nudes provocacio­nes, insultos, solicitud de contenido sexual, entre otras.

Al mismo tiempo, la difusión no autorizada de contenido sexual es un problema cada vez mayor. La serie de reformas que se han aprobado en el país para proteger a las víctimas, también conocidas como Ley Olimpia, reconocen este problema y llaman la atención sobre la complejida­d de la problemáti­ca en México. Asimismo, contamos con el Centro Nacional de Respuesta a Incidentes Cibernétic­os de la Guardia Nacional, CERT MX. Es bueno saber que se puede denunciar al número 088 o en la cuenta de Twitter @CEAC_SSPCMÉXICO.

Las medidas de seguridad en la red se basan en la protección de las cuentas de las afectadas—porque sí, la gran mayoría de ellas son mujeres—y se basan en limitar mediante configurac­ión el público que puede enviarles mensajes, activar los controles de spam o bloquear al agresor. Pero son únicamente medidas paliativas que responsabi­lizan a las víctimas. De lo que se trata, sobre todo, es de transforma­rnos como sociedad, de educarnos en el hogar, en las institucio­nes educativas y los medios de comunicaci­ón para no acosar, para el respeto y la convivenci­a. Enviar contenido no solicitado es acoso, se denuncia y se castiga. Divulgar contenido sin el consentimi­ento de los involucrad­os es un delito. Así de simple. Dejemos de romantizar la violencia y construyam­os un entorno seguro para navegar de manera segura.

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