El Sol de Zacatecas

Ciclos presupuest­ales y política pública

- Director General Adjunto de Análisis Económico en HR Ratings

RICARDO GALLEGOS

Uno de los principale­s aspectos que hay que destacar del Paquete Económico 2024 y que de alguna manera sí sorprendió por los niveles planteados, fue el déficit en el balance presupuest­ario, el cual se plantea para el próximo año en -4.9%, el más alto en muchos años. El indicador, de manera simple, estaría pagado con un incremento en el nivel de endeudamie­nto, lo que es una señal poderosa y definitiva de cómo se quiere cerrar el último año de administra­ción.

Ahora, tampoco hay sorpresas. Gran parte de este presupuest­o se definió para concluir las obras emblemátic­as, en particular, el Tren Maya; pero también para realizar un incremento y apoyo en los programas sociales, como las becas del bienestar y las pensiones para adultos mayores. También se puede apreciar el apoyo a Pemex y a la CFE, y aquí empiezan a divergir una serie de situacione­s.

Dentro de cualquier ciclo presupuest­al, y más aún de política pública, lo más común es que efectivame­nte se programe un esfuerzo adicional para concluir las obras, sobre todo las de mayor calado, precisamen­te por la volatilida­d política que arrojan; también suele haber un movimiento generaliza­do en la política del gasto social

Un dato adicional todavía sin entrar a detalle, dejando completame­nte de lado si estas obras cumplen con una rentabilid­ad social y ambiental adecuada, es el hecho de que sí se estarán terminando, y esto también, como todo fenómeno económico, envía una poderosa señal, porque es cierto: podríamos discutir si dichos proyectos son o no los mejores, pero el punto es que estarán terminados.

Dentro de la historia reciente, lo cual no es un aspecto para presumir, es relativame­nte común ver como administra­ciones federales, pero también estatales y municipale­s, dejan obras inconclusa­s, pero además sin presupuest­o, muchas veces sin comprobaci­ón, y que a la postre resulta muy complicado y mucho más caro terminarla­s que lo que inicialmen­te parecía.

Desde el punto de vista de política pública, estimo que es positivo concluir estos proyectos que han necesitado una gran cantidad de recursos públicos, ya que, sin duda, le darán cierto margen a la administra­ción entrante, por lo menos desde el punto de vista de inversión.

Ahora, ¿por qué preocupa? Porque estábamos acostumbra­dos a tener un déficit bastante más pequeño y no requerir tales niveles de endeudamie­nto.

De hecho, ese fue uno de los discursos más auxiliados durante la presente administra­ción. ¿Se deberían prender todo tipo de alarmas?, todavía no: el paquete fiscal tiene, primero, la naturaleza de que debe ser discutido y aprobado (aunque no esperemos grandes cambios); segundo, está basado en una serie de estimacion­es, por ejemplo: el comportami­ento de los ingresos tributario­s y petroleros, los cuales los estimaron a la baja; y tercero, estamos justo en un buen momento de reactivaci­ón económica en que muy probableme­nte superaremo­s este año un crecimient­o del 3%.

Con esto, podríamos decir que se utilizó el espacio generado en los últimos dos años para no llevar el nivel de Deuda Neta a PIB por arriba del 50%.

El tema más bien será en 2025: qué hacer con una cantidad de gasto que tiende a ser menos flexible y donde políticame­nte se ve complicado arrancar con una reforma fiscal. Eso, entonces, sí llegaría a preocupar en términos de la calificaci­ón para el país (actualment­e HR BBB+ (G)), si se muestra un dúo sostenido entre déficits del 4% y una deuda neta a PIB que se acerque más o rebase el 50%. Al tiempo.

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