J. Refugio Miramontes
La pérdida más significativa para las mexicanas y los mexicanos no son los millones y millones de pesos que cuesta a los contribuyentes la democracia, sino las vidas de aspirantes a un cargo político y las de periodistas con las que se han enlutado muchas familias de nuestro país. Urge que haya prevención para que no continúe el baño de sangre, las autoridades requieren de una mejor actuación y coordinación para que el proceso se desarrolle en paz y el día de la elección sea una verdadera fiesta para todo México.
Hoy veremos el segundo debate rumbo a la Presidencia. Mañana muchos hablaremos de los protagonistas y declararemos quién para nosotros ganó este episodio. Un interesante papel desempeñó en esta contienda la candidata independiente Margarita Zavala, quien acaba de renunciar a seguir, por el momento, dando la batalla. Prometió públicamente que su nombre estaría en la boleta electoral y eso sucederá, aunque un voto por ella será un voto nulo. Recorrió suficiente terreno para lograr la cantidad de firmas señalada por las autoridades. Hizo, según su propia versión, una intensa campaña proselitista, participó en el primer debate y en todo momento habló de un país diferente y de valores. A sus seguidores les dijo que voten en libertad, como les dicte su conciencia. Ella seguramente aprovechará en un futuro todo el capital político que logró acumular. Lo significativo es el reconocimiento que le han expresado incluso quienes piensan diferente. Una de las causas para retirarse fue la inequidad de la contienda. Tema para los siguientes legisladores. Por ahora en la lucha por la Presidencia de la República quedan cuatro aspirantes y tres de ellos van a tener que ver bien a partir del 2 de julio cómo emprenden sus siguientes tareas, aprovechando esta lección del fabulista español Félix María Samaniego “La Lechera: Llevaba en la cabeza /una Lechera el cántaro al mercado /con aquella presteza, / aquel aire sencillo, aquel agrado, /que va diciendo a todo el que lo advierte /«¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!» /Porque no apetecía /más compañía que su pensamiento, /que alegre la ofrecía /inocentes ideas de contento, /marchaba sola la feliz lechera, /y decía entre sí de esta manera: /«Esta leche vendida, /en limpio me dará tanto dinero, /y con esta partida /un canasto de huevos comprar quiero, /para sacar cien pollos, que al estío /me rodeen cantando el pío, pío. /Del importe logrado /de tanto pollo mercaré un cochino; /con bellota, salvado, /berza, castaña engordará sin tino, /tanto, que puede ser que yo consiga /ver cómo se le arrastra la barriga. /Llevarélo al mercado, /sacaré de él sin duda buen dinero; /compraré de contado /una robusta vaca y un ternero, /que salte y corra toda la campaña, /hasta el monte cercano a la cabaña.» /Con este pensamiento /enajenada, brinca de manera /que a su salto violento /el cántaro cayó. ¡Pobre Lechera! /¡Qué compasión! Adiós leche, dinero, /huevos, pollos, lechón, vaca y ternero. /¡Oh loca fantasía /que palacios fabricas en el viento! /Modera tu alegría, /no sea que saltando de contento, /al contemplar dichosa tu mudanza, /quiebre su cantarillo la esperanza. /No seas ambiciosa /de mejor o más próspera fortuna, / que vivirás ansiosa /sin que pueda saciarte cosa alguna. /No anheles impaciente el bien futuro; /mira que ni el presente está seguro”. /Hasta pronto.