Daniel Carlos García
Por mucho, el actual proceso electoral es histórico y singular. Eso ni duda cabe. No sólo por la perspectiva de cambio real más allá de la alternancia en el gobierno, por lo menos así lo dicen prácticamente todas las encuestas. También se prevé que serán unas elecciones de una participación inusual, que implicaría la disminución de la abstención.
Esto podría abonar en la definición sin dudas del resultado, de tal manera que nadie se podría inconformar. Esto también lo podemos ver en las encuestas a partir de la reducción del porcentaje de indecisos. En este sentido, podrían ser las elecciones más vigiladas y cuidadas de la historia, donde el principal garante para que ello suceda son los propios electores, los cuales desde ahora han evidenciado que están más activos que en anteriores procesos, no necesariamente alrededor de un partido, aunque tengan claro por quien votar el primero de julio. En consecuencia de lo anterior, las redes sociales se han convertido en un rico y valioso instrumento para que la gente manifieste su forma de pensar, por quien votar y cómo criticar a quien no ubican como opción electoral. En mucho han rebasado a los partidos políticos. Sin embargo, también hay que decirlo, hay mucha información que puede revertirse, no obstante las intenciones originarias de quien las sube a la web, lo cual es preocupante, pues no podemos descuidar que ello podría ser parte de una estrategia a seguir por algunos de los contendientes, sobre todo aquellos que no suben en sus preferencias electorales por más que hagan y digan. No obstante, la mayor parte de todos estos aspectos son saludables, bienvenidos, pues dinamizan las campañas, dan más certeza de que el fomento del fraude y la guerra sucia a la que han recurrido prácticamente todos los contendientes, se den un frentazo con el contrapeso popular y de la mayoría de los electores. De paso dan una lección a los partidos políticos, los cuales requieren renovarse y adaptarse a las condiciones del aquí y ahora en nuestro país. Pero también, lamentablemente hay rasgos negativos (aparte del ya mencionado), que esperamos sean flor de un día y no se vuelvan a presentar en el espectro político mexicano. Si ya de por si, el clima de violencia presente en todo el territorio nacional desde hace varios años es un lastre preocupante, que por lo mismo no podemos desdeñar pues influye en la vida cotidiana y en el proceso electoral, también es menester tocar un punto nuevo, que no se había presentado hasta ahora en esa magnitud ni distribución territorial. Me refiero a los 95 candidatos y autoridades sobre todo municipales, asesinados en el actual proceso electoral en diversos estados de la República (para ser más precisos en ocho meses), uno de los más recientes de ellos en Guanajuato (Apaseo el Alto) y perteneciente a MORENA. Algunas fuentes periodísticas hablan además de mil renuncias de personas que prefieren no exponerse a las presiones de ese tipo. El peñismo trata de encontrarle analogía con lo sucedido en 1994 con el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Para mi gusto esto salió de la misma esfera en el poder y en los casos recientes, no creo que ese sea la fuente.