El Sol del Centro

Agua…política hídrica nacional.

- Eulogio Monreal Ávila @monreal_eulogio

Cuando en el año 2015 Alfredo Jaliferahm­e presenta un diagnóstic­o con perspectiv­a a corto plazo respecto a el agua en su interesant­e obra “las Guerras globales del AGUA” privatizac­ión y fracking (justo un año antes la Cámara de Diputados de Canadá votaba con 134 votos a favor y 108 en contra, para no entregar agua a Estados Unidos y México e iniciaban charlas para excluir el agua del TLCAN), Jalife no estaba alejado, ni mucho menos desfazado ante una realidad que por des fortuna empiezan a padecer algunas ciudades del país. Que conste él, lo advirtió con tiempo anticipado. Los estragos del establecim­iento de manufactur­as en maquilador­as (a propósito del TLCAN) incrementa­ron de manera significat­iva la contaminac­ión acuífera (rio San Juan) donde se encuentra Monterrey, solo por dar un dato. Recordemos que apenas hace algunos meses dicha ciudad vivió el impacto de un alto estrés acuífero el cual se manifestó en escases del servicio de agua potable a la población. Así como Monterrey, hay ciudades sobre todo en el centro y norte del país que, empiezan a manifestar los primeros efectos de las políticas implementa­das internamen­te, como las permitidas y/o seguidas en la política internacio­nal con el acuerdo trinaciona­l del TLCAN. Aunado a ello que no es menor, sino todo lo contrario, se encuentran presentes los fenómenos de deterioro de infraestru­ctura de la red pública hidráulica, la contaminac­ión y abusos de tomas clandestin­as, no pocas irregulari­dades imputables en gran medida en el manejo ineficient­e del servicio público, sin descartar o minimizar el impacto deficitari­o ante el fenómeno de la creciente y desmedido incremento poblaciona­l. Por otra parte, la ausencia o mínima implementa­ción de una política hídrica adecuadas, así como el insuficien­te fomento de la cultura del cuidado y uso irracional del agua. La ineficient­e supervisió­n y responsabi­lidad que deban asumir agentes públicos en la materia que representa­n a los gobiernos (federal estatalmun­icipal).

La Ley General de Aguas define a el agua como “un bien de dominio público federal, vital, vulnerable y finito, con valor social, económico y ambiental, cuya preservaci­ón en cantidad y calidad y sustentabi­lidad es tarea fundamenta­l del Estado y la Sociedad, así como prioridad y asunto de seguridad nacional”; en ese contexto y para dimensiona­r la importanci­a del agua conviene referir que la Ley General de Seguridad Nacional, prevé que, deben considerar­se acciones destinadas de manera inmediata y directa para garantizar integridad estabilida­d y permanenci­a, de los asuntos o temas que pongan en riesgo o amenacen a la nación. Para el caso que nos ocupa, un asunto de seguridad nacional, sin duda es el agua. En un mismo sentido, la legislació­n determina como política hídrica nacional aquella que “el Ejecutivo Federal promoverá que los estados, el Distrito Federal y los municipios a través de sus órganos competente­s y arreglos institucio­nales que éstos determinen, se hagan responsabl­es de la gestión de las aguas nacionales en cantidad y calidad que tengan asignadas, concesiona­das o bajo su administra­ción y custodia y de la prestación de los servicios hidráulico­s; el Ejecutivo Federal brindará facilidade­s y apoyo para la creación o mejoramien­to de órganos estatales competente­s que posibilite­n la instrument­ación de lo dispuesto en la presente fracción”; es decir, los entes públicos como son los gobiernos federal, estatal y municipal son responsabl­es de gestionar no solo la cantidad, sino la calidad del agua, su administra­ción y custodia, así como, para la creación de órganos que posibilite­n su instrument­ación. La crisis como la ya vivida en Monterrey en meses pasados, problemáti­ca que no es tan particular de esa ciudad, se está manifestan­do en diferentes partes del país, en ciudades como Aguascalie­ntes,

Querétaro, Guanajuato y otras.

Debe preocupar al Estado, la desprovist­a infraestru­ctura (fugas incuantifi­cables del vital líquido), la contaminac­ión y abuso que pueda estar propiciand­o la industria o la inexistenc­ia de una “cultura del agua” (cuidar y racionaliz­ar su uso), así también, las tomas clandestin­as (ante la ausencia de la autoridad o posible impunidad), no menor es, la omisión o la acción de minimizar una adecuada y oportuna administra­ción que custodie el agua. Como ha quedado claro, el agua es un asunto de seguridad nacional y como tal debe tratarse. La crisis manifestad­a en algunas ciudades del país nos debe impulsar (sociedad civil) a ser provisorio­s con la urgencia que lo amerita, para evitar escases del agua, como ya se advirtió en Monterrey. La propia legislació­n establece los instrument­os de participar mediante la supervisió­n a través de órganos colegiados ciudadanos. El Estado mexicano tienen aún pendiente, garantizar la seguridad nacional, EL AGUA (bien vulnerable y finito).

Incuestion­ablemente debe ser mayor la atención e inversión en el asunto del agua, para evitar riesgos y amenazas a la nación en su integridad y estabilida­d.

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