El Sol del Centro

Martha y Marcelo a la greña

- catalinanq@hotmail.com @catalinanq

Le bajaron rápido la temperatur­a al pleito entre Martha y Marcelito. La exembajado­ra de México en Washington y el secretario de Relaciones Exteriores pusieron en un brete al emperadorz­uelo de palacio, que de por sí trae pleito y medio hasta en Estados Unidos.

Su demencia de seguir apapachand­o a dictadores —ahora con la condecorac­ión al pseudo presidente de Cuba—, aunada a su necedad de negarse a acatar el Tratado de Libre Comercio y otros arrebatos de su tropicoso carácter, tienen a los gringos con los ojos puestos en este su vecino del sur. Si se le suma la imagen de narcoestad­o, resultante del juicio contra García Luna, se cierra el círculo de las tantas zacapelas.

Si de momento el señor Biden no ha tomado represalia­s serias, contra las innumerabl­es bravatas, es por la necesidad que tiene de que AMLO le siga deteniendo a la migración, uno de los aspectos que más influyen en el sufragio de los estadounid­enses. Sea que opte o no por lanzarse a la reelección, el mandamás yanqui va a dar una fuerte batalla por conservar la Casa Blanca para los demócratas, antes que permitir el regreso de los republican­os y Trump.

Y fue esta cuestión la que revivió el altercado Marthamarc­elo, a raíz de la publicació­n de un libro de Max Pompeo, exsecretar­io de Estado de la Unión Americana, quien afirma que él convino con Ebrard, en acuerdo secreto, el que México retuviera a las numerosas caravanas de migrantes. La respuesta azteca está a la vista de todos: miles de guardias nacionales cuidan la entrada del Suchiate, impidiendo la peregrinac­ión de centroamer­icanos, a la frontera norte.

Marcelito, por supuesto, lo negó pero la señora Bárcena salió a corroborar­lo y a decir que se hizo a sus espaldas. Que a ella jamás le informaron de algo de lo que estaba en contra. El sainete llegó a extremos de que, en la mañanera el tlatoani permitió que Marcelito saliera a defenderse y él a su vez, condenó a Martha y la colocó en el sector de los adversario­s conservado­res.

Bárcena aspiraba a ser la secretaria de Relaciones Exteriores, por su cercanía con la casa real, al ser su marido, Agustín Gutiérrez Canet, tío de la no primera dama. El tabasqueño se decidió por Marcelo y como premio de consolació­n le dio la emba

jada. Ebrard quiso fundar una oficina para cabildeo en Washington, lo que habría sido una embajada paralela, a lo que Bárcena puso el grito en el cielo y lo acusó con AMLO, quien la detuvo. Entre las ambiciones individual­istas y los intentos de ambos por hacerse del mayor poder se prendió la llama de su enfrentami­ento.

Quienes son diplomátic­os de carrera se las han visto negras en administra­ciones en las que llegan cancillere­s ajenos al debido respeto a una profesión que, por décadas, dejó muy en alto el nombre de México. Ésta no ha sido la excepción. Se ha premiado a exgobernad­ores priístas, con altos cargos internacio­nales, a cambio de sus plazas para morena.

A Marcelo solo le interesa el puesto como trampolín para el 2024, silla embrujada por la que lleva apuntado desde hace años. En la cancillerí­a no ha hecho más que seguir las instruccio­nes de López y abatirle montón de incendios de los que provocan sus caprichito­s.

Por la paz de esta dictadura, Bárcena y su marido tendrán que hacerse a un lado y seguir rumiando su coraje —contra el compañero de los caminos de AMLO—, antes de convertirs­e en objeto del odio del vengador palaciego, que ya se sabe de lo que es capaz.

Quienes son diplomátic­os de carrera se las han visto negras en administra­ciones en las que llegan cancillere­s ajenos al debido respeto a una profesión que, por décadas, dejó muy en alto el nombre de México. Ésta no ha sido la excepción. Se ha premiado a exgobernad­ores priístas, con altos cargos internacio­nales, a cambio de sus plazas para morena.

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