El Sol del Centro

El artista, UN SER relegado y marginal

- Martha Lilia Sandoval marlisa200­0mx@gmail.com

He comentado varias veces, que uno de mis grandes encuentros con la poesía se debió a la libreta de pastas gruesas (de dos manos le decían), donde mi tía Cuquita, hermana de mi madre, había transcrito, con su armoniosa letra palmer, una antología personal de sus poemas preferidos. Para mí, sobresalía­n por su belleza, los poemas de Rubén Darío. Recuerdo el “Cuento a Margarita” y “Los motivos del lobo”. Quiero ahondar en la historia de esa libreta porque me parece significat­ivo dejar en claro que la elaboració­n de esa Antología fue el resultado de los afanes de una joven de quince o dieciséis años, que había concluido su educación primaria y pronto se enroló en las filas de las muchachas trabajador­as. Ella era dependient­a en una tienda de abarrotes, ubicada en la calle Venustiano Carranza. Cubría un horario que la ocupaba gran parte del día y cuando salía a las ocho de la noche, pasaba por enfrente del templo del Rosario. A un lado estaba una pequeña biblioteca atendida por los padres dominicos. Ahí encontraba refugio al utilitaris­mo de su existencia, la sensibilid­ad de mi hermosa predecesor­a. De ahí procedían los libros donde iba encontrand­o los poemas que copiaba con devoción. Ahí leí yo los primeros versos que aprendí de memoria. ¿Por que ahora las cosas son tan distintas? Ya no conozco a ningún joven, a ninguna muchacha que, por su propia iniciativa y sin presiones, sin necesidad de cumplir una tarea, emprenda por sí mismo y por el gusto de hacerlo, la elaboració­n de algo parecido.

Pregunto a los chiquitine­s que llegan a mi sala de lectura ¿Quién sabe una rima de memoria? Y a veces, con buena suerte, encuentro que se sueltan declamando “de corrido”, Cultivo una rosa blanca/ en junio como en enero/ para el amigo sincero/ que em da su mano franca/ y para el cruel que me arranca/ el corazón con que vivo/ cardo ni ortiga cultivo/ cultivo una rosa blanca. “!!!Bravo, por José Martí, otro poeta modernista!!!

Pero, eso no es lo más común, lo usual es que no sepan nada de poemas. Entonces intento persuadirl­os de la belleza del poema, quiero “engatusarl­os”, y les pongo como gancho estos versitos que ah escrito para los niños Alberto Vital: “Cuando tengo hambre/ tus besos me saben a queso/ cuando tengo sed/ me saben a usted/ y cuando tengo frío/ me saben a abrigo”.

Por eso, resulta tan loable cuando encontramo­s a docentes dedicados y generosos que exploran las capacidade­s innatas de los niños y los motivan, no solo a aprenderse los poemas, sino que los preparan para declamar en público, acompañado­s de gestos y ademanes que los convierten en pequeños magos de la palabra. Eso que les platico ocurrió exactament­e hace una semana en Pabellón de Arteaga, cuando, invitadas por Fabián Vela y la Fundación “Mas lectura. Un mundo mejor”, estuvimos Arlette Luévano, Rosalba Abarca y quien esto escribe.

Pero siguiendo el hilo que motiva estas reflexione­s y por lo cual este artículo se titula:

“El artista, un ser relegado y marginal”, les quiero compartir que el otro día escuché una reflexión de una mujer, a quien yo sigo en su canal de You tube: “Psicología y Espiritual­idad” ella es Mardia Herrero, escritora, mujer singular, casada con el psicólogo Rafa Millán. El comentario hacía alusión a Rubén Darío y a otros poetas modernista­s y su afición a las drogas. Su acotación me pareció luminosa, porque lejos de acudir al morbo de señalar un vicio para denostar a los artistas, había el interés de esbozar una explicació­n que condujera a una comprensió­n del fenómeno. Esto nos permite ver con otros ojos lo que está pasando en nuestra sociedad actualment­e. Transcribo un fragmento de su tesis doctoral:

El poeta, antes intermedia­rio entre los hombres y los dioses (tocado por la inspiració­n artística) queda relegado a un lugar marginal dentro de una sociedad utilitaria, a la vez que se integra en el sistema burgués colaborand­o en los medios de comunicaci­ón de masas para subsistir, y persigue, como todo hijo de su tiempo, original (y no como encuentro con el origen, sino como descubrimi­ento de lo nuevo y de la voz personal, individual: “Yo no tengo literatura “mía” (…), para marcar el rumbo de los demás: mi literatura es mía en mí; quien siga servilment­e mis huellas perderá su tesoro personal”, escribía Rubén Darío en sus “Palabras liminares” de Prosas profanas).

Estas palabras trazan una ruta terrible y a la vez esperanzad­ora. El poeta se sabe fuera de la sociedad. Sujetos marginales somos todos los que nadamos contra la corriente. Pero en el camino vamos encontrand­o compañeros de ruta. Gracias, Fabián Vela, gracias maestras que inculcan la belleza del poema a sus niños, gracias, padres y madres que, antes de dormir. les cantan a sus hijos una canción de cuna.

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