El Sol del Centro

Adiós a las luces neón de Hong Kong

Las icónicas luces de neón de ese país, paisaje urbano de la ciudad financiera durante décadas, sobreviven amenazadas por el auge de las luces LED, mientras algunos tratan de recuperar su legado

- MAR SÁNCHEZ-CASCADO

Las icónicas luces de neón de Hong Kong, paisaje urbano de la ciudad financiera durante décadas, sobreviven hoy amenazadas por las nuevas tecnología­s y normativas cada vez más estrictas mientras que algunos artistas tratan de recuperar su legado.

Con el auge de las luces LED, el mercado de letreros tradiciona­les se ha ido reduciendo drásticame­nte en los últimos años, pasando de tener cientos de profesiona­les que creaban sus propios neones a una docena.

Estos tubos de vidrio, retorcidos en tipografía y diseños pictóricos, vibraban en las calles de la llamada “perla de oriente” desde la década de 1950, pero más del 90 por ciento ya han sido retirados, convirtién­dose en un arte en extinción.

Las pantallas LED se han impuesto como medio publicitar­io nocturno preferido, pero, en medio del caos hongkonés, encaramado­s en andamios entre callejones y grandes edificios, todavía sobreviven neones tradiciona­les que anuncian salones de masaje, restaurant­es y comercios.

Los neones que dan a conocer casas de empeño forman parte del acervo hongkonés, tanto como el paso del barco Star Ferry por el puerto de la Victoria, pero todos ellos sobreviven amenazados por la crisis económica o la obsolescen­cia tecnológic­a.

de letreros tradiciona­les se ha reducido en los últimos años, pasando de tener cientos de profesiona­les a una docena

Con su intenso resplandor, los neones han sido parte del tejido de las noches de la ciudad e inspiració­n durante décadas para superprodu­cciones de Hollywood, videojuego­s y artistas.

Ahora, su legado ha despertado el interés de las nuevas generacion­es que, desde el reconocimi­ento y la nostalgia por una pieza crucial del patrimonio cultural de la ciudad, buscan recuperar y reparar muchas de las luces desechadas para que los letreros resurjan de nuevo en galerías y exposicion­es.

Entre la hornada de jóvenes artistas conocedore­s de las nuevas tecnología­s y que intenta mantener vivo el oficio, destaca Karen Chan, más conocida por su nombre artístico Chankalun.

La creadora se describe a sí misma como una nómada del neón. Con apenas una subvención mínima del Gobierno local, Chankalun muestra cómo aprendió los entresijos de un arte que ya apenas subsiste.

“Pasé temporadas en Nueva York y Amsterdam, donde estudié con el artista holandés del neón Remy de Feyter, que contrasta enormement­e con el estilo tradiciona­l de Uncle Wah, mi maestro hongkonés. Fabricar neones requiere talento y perseveran­cia. Se necesitan las manos de un artista y la mente de un ingeniero, además de años de práctica”, explica a la agencia EFE.

El proceso consiste en transforma­r el vidrio hasta casi fundirse, doblando y soplando los tubos para darles formas extraordin­arias sobre quemadores de llama azul, que pueden alcanzar los mil grados centígrado­s.

Karen señala que su experienci­a en Holanda le permitió “construir formas luminosas parecidas al bambú”, moldeando el vidrio a partir de frutas y fundiendo el neón con globos de plasma que lanzan rayos crepitante­s que chisporrot­ean contra la punta de los dedos como si fueran rayos embotellad­os.

De hecho, las viejas generacion­es de maestros del neón son reacios a transmitir sus habilidade­s”, según Chankalun.

Y es que pocos recogen la antorcha de esta técnica, la transmisió­n de este saber hacer es de padres a hijos, como manda la tradición.

Para ella, este oficio puede compararse a un deporte olímpico que requiere fuerza, precisión, flexibilid­ad y gran concentrac­ión.

“Hay que ser ágil, pero a veces uno pierde la concentrac­ión y se equivoca. Tengo que dosificar las horas de trabajo”, dice Chankulan, quien duerme en el mismo estudio donde produce.

Otros entusiasta­s han tomado nota y han puesto manos a la obra para preservar los neones de diferentes maneras, como el museo M +, que está recopiland­o estos rótulos y trabajando en su legado.

Entre sus logros está el adquirir emblemas clásicos de los años setenta como la vaca que colgaba sobre el asador Sammy's Kitchen desde hacía tres décadas y que muchos utilizaban como punto de referencia.

Los propietari­os recibieron la orden de deshacerse del cartel en 2010 o pagar una cuantiosa multa y pasar un año en la cárcel.

El Gobierno del país reguló hace más de una década las estructura­s que sujetan los letreros que cuelgan en las calles, retirando en pocos años miles de carteles que operaban sin licencia.

El mercado

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FOTOS: JEROME FAVRE/EFE Los neones han sido inspiració­n para superprodu­cciones de Hollywood y videojuego­s
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Más del 90 por ciento ya han sido retirados, convirtién­dose en un arte en extinción

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