El Sol del Centro

No lo intentes

- Fabián Muñoz CAFÉ FAUSTO fabian.culturajal­isco@gmail.com

Comencé a leer al escritor alemán residente en Estados Unidos, Charles Bukowski entre 1998 y el 2000, sobre todo su obra poética que es difícil de conseguir con buenas traduccion­es en español y también su espléndida narrativa, ágil, certera y como su poesía de una falsa sencillez en la que se pueden encontrar varios niveles de lectura.

Decidí comentar un poco sobre Bukowski y su obra a modo de un modesto homenaje al recordar que falleció de leucemia el 9 de marzo de 1994, es decir que en unos días será el aniversari­o veintinuev­e de su muerte. Un escritor identifica­do como un creador literario que retrata la nocturnida­d y los excesos, al que han calificado como “poeta maldito”, ubicado como un representa­nte importante del movimiento literario conocido como “realismo sucio”. Con una vida intensa y una formación literaria que considero sólida, la lápida de la tumba de Bukowski retrata en gran medida su paso por este mundo al mostrar en ella la imagen de la silueta de un boxeador en guardia con la frase en inglés “Don't try”, es decir “No lo intentes” en español.

Cierto que hay buena parte de razón en esto que se comenta sobre “Buk” como muchos de sus seguidores le llamamos de manera cariñosa, al considerar­lo solo un escritor de la vida nocturna, entre al alcohol y aventuras pasionales, pero es un escritor que fue a través de su obra más allá de esa descripció­n.

Nacido en 1920 con el nombre de Heinrich Karl Bukowski en Andernach, Alemania, desde niño se trasladó con sus padres a vivir en Estados Unidos, allá le comenzaron a llamar Henri para que se escuchara más estadounid­ense en tanto que se establecía­n en un suburbio de Los Ángeles, regularmen­te con muchas limitacion­es económicas y el maltrato de su padre alcohólico desde la infancia. Luego de terminar su educación media, estudió arte, periodismo y literatura en la Universida­d de Los Ángeles lo dejó en gran medida por el fuerte conflicto con su padre que retrata en varios de sus libros.

En 1944, con apenas 24 años de edad publica su primer relato en una revista, dos años después publicó otro texto, pero al sentir que no había avance se desilusion­ó y dejó de escribir durante diez años, en ese tiempo vagó por Estados Unidos viviendo en pensiones baratas y sobrevivie­ndo en empleos temporales. Desde su juventud el escritor bebía en exceso, siempre con una compulsión por la lectura y su gusto personal por la música clásica.

En diversas entrevista­s expresó que gran parte de lo que leía era al visitar biblioteca­s públicas siendo la ubicada en el centro de Los Ángeles a la que más asistió al volver a esa ciudad a inicios de la década de los cincuenta trabajando como cartero en el servicio postal, es precisamen­te en 1955, luego de sobrevivir a una úlcera sangrante que comienza a escribir poesía.

Es hasta la década de los sesenta cuando empieza a publicar una columna en un diario local, a finales de ese periodo conoce al editor John Martin de Black Sparrow Press y comienza su despegue como narrador, poeta y ensayista, creándose desde entonces su imagen pública de “poeta maldito” al grado de que en 1987 es filmada la cinta autobiográ­fica “Barfly” de la que escribió el guión y dirigió Barbet Schroeder.

Si bien, Bukowski, quien se casó varias veces, nunca dejó de beber en exceso, al leer y escuchar varias de sus entrevista­s sabemos que era en realidad un hombre disciplina­do como escritor, al recorrer la correspond­encia con Sheri Martinelli en el que abordan diversos temas sobre literatura se puede notar su amplio conocimien­to teórico al que se añade su amistad con el escritor Ezra Pound con quien se enriqueció también con sus conocimien­tos y experienci­a.

Cierto, Charles Bukowski retrata la vida sórdida entre mujeres y borrachera­s sin descanso con su alter ego Henri “Hank” Chinanski, un antihéroe alcohólico, misántropo, mujeriego, vagando de trabajo en trabajo y de mujer en mujer. Lo que nos muestra en realidad son sus experienci­as en una etapa de su vida y logra utilizar esas vivencias como ingredient­e para retratar la realidad en los barrios pobres estadounid­enses y más allá de eso, la condición humana. Buena parte de su obra la realizó ya en una etapa menos azarosa y con cierta estabilida­d, pero con un enorme bagaje de recuerdos como materia prima.

Para escribir mis libros de poemas “Navegación de Medusa” y “Sur de la noche” leí casi toda su obra traducida al español, traté de comprender su método para retratar la realidad desde una poesía conversaci­onal y narrativa, analicé cómo lograba caminar por la senda de la reflexión a través de la aparente fácil anécdota y al ver su complejida­d confirmé que no es un escritor ni fácil, ni de sencilla lectura.

Me atrevo a expresar que leer a Bukowski es andar por diferentes veredas de la poesía social sin llegar al plano puramente político, es descubrir desde los excesos la condición humana desde el oscuro escenario de la desigualda­d social, logrando esto sin perder jamás un ácido sentido del humor. Vivir así, explorar escribir así,

siempre valdrá la pena intentarlo.

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