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Consumir frutas y verduras de temporada no sólo es más sano y económico para nosotros, pues también contribuye al cuidado del medio ambiente
Cualquier paseo por los pasillos de frutas y verduras del supermercado brinda una amplia variedad de alimentos a los que se puede acceder en cualquier época del año. Sin embargo, no todos los alimentos se producen de la misma manera ni tienen el mismo valor nutricional, además de que su costo es diferente de acuerdo a la temporada del año.
Existen frases populares como “no es lo mismo comer un melón en enero que en agosto”, las cuales plasman el impacto de consumir alimentos de temporada. ¿Pero por qué pasa esto?
Si bien la calidad de los alimentos de temporada se puede medir bajo diferentes parámetros, el primero de ellos es que son más frescos, que tienen mayor valor nutricional y un mejor sabor.
“Una característica de los alimentos de temporada es que tienen una gran cantidad de propiedades organolépticas y nutricionales. Es decir; cumplen un proceso nutricional”, explica a este medio
Claudia Mellado, Coordinadora Social en Fundación Biodiversidad Alimentaria.
De acuerdo con el Centro de Tecnología y Ciencia Marina y Alimentaria, AZTI, una de las razones por las que estos alimentos conservan dichas propiedades es que crecieron en condiciones en las que su ciclo de producción no fue alterado ni acelerado para que pudieran ser consumidos.
“La naturaleza es tan sabia que sabe en qué época del año brinda determinados alimentos. Sabe perfectamente cuales son necesarios durante los ciclos más fríos, así como en los más calurosos”, puntualizó Mellado.
Otra de sus bondades es que brindan al cuerpo humano los nutrientes que necesita en esa época del año, según señala la investigadora en Nuevos Alimentos, Ana Baranda.
Por ejemplo, los alimentos de verano son ricos en carotenos, los cuales son precursores de la Vitamina A.
Asimismo tienen un alto valor acuoso y diversos minerales que contribuyen al cuidado de la piel del daño solar y brindan una mejor hidratación al cuerpo.
Por otro lado, durante el invierno las frutas y verduras poseen más Vitamina C y los pescados de esta estación están cargados de Vitamina D.
Dichas propiedades compensan la falta de exposición al sol y refuerzan las defensas durante la estación más fría del año. Según señala el blog de divulgación científica Ecoinventos Green Technology, estos alimentos se encuentran en un etapa de plenitud nutricional, es decir que se les puede dar máximo aprovechamiento durante su temporada.
Además, durante ese periodo estos productos tienen una textura, olor y sabor más agradable a la vista y al paladar humano. “Te puedes dar cuenta de que un alimento no es de temporada por su sabor. Cuando este se encuentra en su periodo de producción su sabor es mucho más agradable, mientras que cuando no lo es, su sabor es muy insípido”, añade Mellado, quien además es líder climática en The Climate Reality Project.
Sin embargo, sus beneficios no sólo abordan temas de salud o de estética, sino también económicos y ambientales. Tal y como lo señala el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medioambiente de España, los alimentos de temporada a diferencia de los atemporales, no contienen aditivos y por el contrario, se emplean fertilizantes naturales en ellos. “Estos cultivos ayudan también a disminuir el uso de monocultivos, los cuales tienen afectaciones graves tanto para las especies como para las áreas naturales”, comentó Mellado.
Al poner el foco de atención en este tipo de alimentos, los policultivos se podrían comenzar a dejar de lado, ya que este tipo de agricultura fuerza a la naturaleza a producir alimentos de manera masiva e indiferente si respecto a su temporada del año.
En cuanto a sus beneficios económicos, estos suelen ser más baratos ya que requieren menos tratamiento y procedimientos artificiales.
Además, al tener una distribución casi inmediata, el costo por almacenaje y transporte también se ve disminuido.
Por otra parte, el consumo de estos alimentos también contribuye a la disminución de gases efecto invernadero ya que además de ser transportados en trayectos cortos, el uso de energía y agua para su producción es mucho menor.
También suponen una disminución en el desperdicio alimentario, ya que durante este periodo son más duraderos, lo que significa una disminución en la cantidad de comida que se desperdicia.