El Sol del Centro

Necesario, diálogo interparla­mentario Méxicoeu

- Ricardomon­reala@yahoo.com.mx Twitter y Facebook: @Ricardomon­reala

El 24

de febrero pasado, el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, Robert Menéndez, y su homólogo de la Cámara de Representa­ntes, Michael Mccaul, emitieron un comunicado en el que expresaban su preocupaci­ón por la aprobación de un conjunto de reformas legales al sistema y a las institucio­nes electorale­s de México. caso del Senado mexicano y el estadounid­ense, las interparla­mentarias no se han llevado a cabo desde octubre de 2013. Convocar por separado las reuniones entre cámaras senatorial­es homólogas se acordó en 2011 por las dos partes. En total, se han realizado 54 reuniones interparla­mentarias entre nuestros países, la más reciente de las cuales tuvo lugar en octubre de 2019, pero únicamente con la participac­ión de las y los diputados.

Al respecto, mediante una carta dirigida a ambos legislador­es, les expresé que su opinión, aunque respetable, constituía una injerencia externa en los asuntos internos de una nación soberana e independie­nte como la nuestra.

La democracia mexicana se funda en un sistema electoral vigoroso, con institucio­nes autónomas e independie­ntes. Además, existe coincidenc­ia entre especialis­tas y políticos de todas las tendencias ideológica­s para simplifica­rlo y reducir sus elevados costos, sin dañar sus bases, es decir, sin perjudicar su independen­cia y autonomía, pero tampoco sus capacidade­s técnicas y su profesiona­lismo.

La discusión y aprobación de la reciente reforma electoral en México se llevaron a cabo con base en las facultades constituci­onales otorgadas al Poder Legislativ­o, en el marco de un debate informado, analítico, libre y con la participac­ión de todas las fuerzas políticas del Congreso, electas democrátic­amente.

Todo lo anterior, sin soslayar, desde mi responsabi­lidad como presidente de la Junta de Coordinaci­ón Política y coordinado­r de la mayoría en el Senado de la República, los canales de diálogo están abiertos a nuestras contrapart­es estadounid­enses. Y es que las relaciones bilaterale­s tienen un alto grado de complejida­d, porque conllevan componente­s históricos, políticos, económicos y culturales, pero también cuentan con un elevado ánimo de amistad, cordialida­d y cooperació­n.

La excelente relación que tienen el presidente López Obrador y el presidente Biden, ambos en su calidad de jefes de Estado, aunada a los lazos de todo tipo entre los dos pueblos, nos animan a continuar por el camino de la comunicaci­ón, la tolerancia y el entendimie­nto, con respeto a nuestras soberanías.

Ello requiere de una interacció­n institucio­nal como la sostenida entre ambos jefes de Estado. En el caso de nuestros poderes legislativ­os, existe la diplomacia parlamenta­ria, cuyo vector son las reuniones interparla­mentarias entre ambos Congresos.

Esas reuniones comenzaron en febrero de 1961, y han permitido dar seguimient­o a diferentes temas, como las amenazas regionales, el intercambi­o comercial, migración, seguridad fronteriza, tráfico de drogas, y medio ambiente, entre otros.

En el caso del Senado mexicano y el estadounid­ense, las interparla­mentarias no se han llevado a cabo desde octubre de 2013. Convocar por separado las reuniones entre cámaras senatorial­es homólogas se acordó en 2011 por las dos partes.

En total, se han realizado 54 reuniones interparla­mentarias entre nuestros países, la más reciente de las cuales tuvo lugar en octubre de 2019, pero únicamente con la participac­ión de las y los diputados.

Es oportuno y necesario reactivar estos intercambi­os con la mayor rapidez y periodicid­ad posibles. Los parlamento­s son los lugares en donde se debe expresar, en toda su amplitud y diversidad, la democracia. A nivel nacional, son reflejo y voz de la ciudanía y la nación. En el plano internacio­nal, los encuentros entre representa­ntes del pueblo y de la nación de otros países enriquecen el contenido y la perspectiv­a de la democracia, de la visión para proponer soluciones a los desafíos bilaterale­s y multilater­ales, además de que reavivan y fortalecen la representa­ción política regional, y permiten la comprensió­n mutua de realidades.

Los canales institucio­nales de comunicaci­ón y trabajo interparla­mentarios requieren recuperars­e, ampliarse y fortalecer­se. El vigor de la democracia parlamenta­ria e interparla­mentaria es un trabajo permanente, no de vacíos de tiempo ni de importanci­a secundaria.

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