Necesario, diálogo interparlamentario Méxicoeu
El 24
de febrero pasado, el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, Robert Menéndez, y su homólogo de la Cámara de Representantes, Michael Mccaul, emitieron un comunicado en el que expresaban su preocupación por la aprobación de un conjunto de reformas legales al sistema y a las instituciones electorales de México. caso del Senado mexicano y el estadounidense, las interparlamentarias no se han llevado a cabo desde octubre de 2013. Convocar por separado las reuniones entre cámaras senatoriales homólogas se acordó en 2011 por las dos partes. En total, se han realizado 54 reuniones interparlamentarias entre nuestros países, la más reciente de las cuales tuvo lugar en octubre de 2019, pero únicamente con la participación de las y los diputados.
Al respecto, mediante una carta dirigida a ambos legisladores, les expresé que su opinión, aunque respetable, constituía una injerencia externa en los asuntos internos de una nación soberana e independiente como la nuestra.
La democracia mexicana se funda en un sistema electoral vigoroso, con instituciones autónomas e independientes. Además, existe coincidencia entre especialistas y políticos de todas las tendencias ideológicas para simplificarlo y reducir sus elevados costos, sin dañar sus bases, es decir, sin perjudicar su independencia y autonomía, pero tampoco sus capacidades técnicas y su profesionalismo.
La discusión y aprobación de la reciente reforma electoral en México se llevaron a cabo con base en las facultades constitucionales otorgadas al Poder Legislativo, en el marco de un debate informado, analítico, libre y con la participación de todas las fuerzas políticas del Congreso, electas democráticamente.
Todo lo anterior, sin soslayar, desde mi responsabilidad como presidente de la Junta de Coordinación Política y coordinador de la mayoría en el Senado de la República, los canales de diálogo están abiertos a nuestras contrapartes estadounidenses. Y es que las relaciones bilaterales tienen un alto grado de complejidad, porque conllevan componentes históricos, políticos, económicos y culturales, pero también cuentan con un elevado ánimo de amistad, cordialidad y cooperación.
La excelente relación que tienen el presidente López Obrador y el presidente Biden, ambos en su calidad de jefes de Estado, aunada a los lazos de todo tipo entre los dos pueblos, nos animan a continuar por el camino de la comunicación, la tolerancia y el entendimiento, con respeto a nuestras soberanías.
Ello requiere de una interacción institucional como la sostenida entre ambos jefes de Estado. En el caso de nuestros poderes legislativos, existe la diplomacia parlamentaria, cuyo vector son las reuniones interparlamentarias entre ambos Congresos.
Esas reuniones comenzaron en febrero de 1961, y han permitido dar seguimiento a diferentes temas, como las amenazas regionales, el intercambio comercial, migración, seguridad fronteriza, tráfico de drogas, y medio ambiente, entre otros.
En el caso del Senado mexicano y el estadounidense, las interparlamentarias no se han llevado a cabo desde octubre de 2013. Convocar por separado las reuniones entre cámaras senatoriales homólogas se acordó en 2011 por las dos partes.
En total, se han realizado 54 reuniones interparlamentarias entre nuestros países, la más reciente de las cuales tuvo lugar en octubre de 2019, pero únicamente con la participación de las y los diputados.
Es oportuno y necesario reactivar estos intercambios con la mayor rapidez y periodicidad posibles. Los parlamentos son los lugares en donde se debe expresar, en toda su amplitud y diversidad, la democracia. A nivel nacional, son reflejo y voz de la ciudanía y la nación. En el plano internacional, los encuentros entre representantes del pueblo y de la nación de otros países enriquecen el contenido y la perspectiva de la democracia, de la visión para proponer soluciones a los desafíos bilaterales y multilaterales, además de que reavivan y fortalecen la representación política regional, y permiten la comprensión mutua de realidades.
Los canales institucionales de comunicación y trabajo interparlamentarios requieren recuperarse, ampliarse y fortalecerse. El vigor de la democracia parlamentaria e interparlamentaria es un trabajo permanente, no de vacíos de tiempo ni de importancia secundaria.
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