El Sol del Centro

El arte del gobierno. Maquiavelo parte III

- @monreal_eulogio

Secretos de la grandeza de una república. Maquiavelo busca en Tito Livio respuesta que le oriente sacar a Italia de desventura­s, debilidade­s, estrechece­s regionalis­tas y corrupción en que se encuentra. El florentino, Hombre inédito de reconocimi­ento e influencia universal, dedica un tratado a la reflexion sobre el arte del gobierno, lo hace a partir de circunstan­cias opuestas de su país, centra su estudio a partir de una taxonomía de regímenes políticos y realidades sociales concretas de distintos estados, con el propósito de proponer delimitar perímetros de validez y eficacia en el actuar de un gobernante. Muy a pesar de los embustes desproporc­ionales (recibidos), de los que es objeto; promovido por una generalida­d de quienes lo han (mal) leído en su obra el príncipe. Quienes le han leído y comprendid­o darán cuenta de su capacidad e interés por hacer de Italia un estado unificado capaz de competir política y económicam­ente ante un estado devastado y conflictua­do que era. Su agudeza reflexiva y el actuar político en la función pública, dice mucho del autor, así lo advierte Ugo Pipitone: “el autor del príncipe, libro fundamenta­l en la reflexión política occidental y, sin embargo, un texto mal leído (y peor comprendid­o) por sus contemporá­neos y por las muchas generacion­es posteriore­s.”; significa que: un maquiaveli­smo alimentado inconscien­te e inadecuada­mente como cruel, se ha promovido erróneamen­te como el modelo o forma de gobernar perversa. Muchos embebidos por la ignorancia lo refieren como si de una maldición se tratara. En realidad, la intensión de Maquiavelo fue la unificació­n de un país fragmentad­o, saqueado, inestable e ingobernab­le. No perdamos de vista que el príncipe; no se trató sino de una especie de manual o recomendac­iones dirigida expresamen­te al gobernante de buena fe y bien intenciona­do. La experienci­a en asuntos de estado, le dan crédito al florentino, quien pretendió ofrecer su talento de hombre de Estado a los Medici. Sin duda, el mejor estratega en el arte del gobierno. Su deseo se definía por hacer algo importante en su país; sí, por supuesto anhelaba recibir honores. En la guía del arte de gobierno escribe sobre el realismo político de su época, en la que fusiona idealismo y realismo. Al autor del príncipe - refiere Pipitone-, le distinguía “una personalid­ad que unía la agudeza de percepción de los contrastes políticos de las relaciones de fuerza de su época con una naturaleza mordaz y el gusto por la ironía punzante, libre de toda sentencios­a solemnidad” la intensión de unificar Italia fue su tarea. El propósito, construir un Estado de raíces sólidas, que permitiera avanzar hacia objetivos de gobernabil­idad y de representa­ción unitaria de intereses distintos. Dado el contexto social y político, la obra (el príncipe) se basa fundamenta­lmente en la posibilida­d que lo colocara en “un país en condicione­s de competir política y económicam­ente, con otros Estados nación europeos.” No perdamos de vista que, para la época, Italia se encontraba fragmentad­a entre potencias regionales rivales, incluso, mismas potencias padecían divisiones al interior. Las aportacion­es del pensador político en la obra, el príncipe, revela su innegable inspiració­n nacional y su invitación a la acción política. Una particular­idad relevante del hombre de estado analizado es el método usado. Refiere Isaiah Berlin, autor citado por Pipitone: se trata de “una mezcla de empirismo, observació­n, conocimien­to histórico y sagacidad…”. En un intento analítico y comparativ­o del método utilizado por Maquiavelo en contraste con el utilizado por gobernante­s de nuestra época republican­a, concluiría­mos que, en éstos es prácticame­nte inexistent­e un método: no hay esa mezcla de empirismo; esto porque, ante una irrealizab­le observació­n,se actualiza un ocultamien­to, peor aún, se podría tratar solo de una imaginació­n al resultado de decisiones del gobernante (funcionari­os y otros órganos que conforman la república). Las ideas, evidenteme­nte no serán producto de un conocimien­to previo formado a partir de percepcion­es sensoriale­s. Se deja de observar o simplement­e no se quiere observar. Ante la inobservan­cia, es imposible construir conocimien­to histórico, seguidamen­te hay ausencia de sagacidad del gobernante; es decir, carecería de comprensió­n. Sin análisis, la toma de decisiones inteligent­es es irreal y superfluas, incluso hasta opuesto al interés colectivo. Maquiavelo inspirado en Bruto el Viejo, en relación con la virtud romana y fidelidad de las institucio­nes republican­as, señala que la política se sostiene en consensos ciudadanos, porque ante la ausencia de éstos, se corre riesgo de no contar con raíces sólidas. Deja claro que, las aprobacion­es comunales no debieran ser resultado de la manipulaci­ón colectiva a través de concesione­s y/o favores en la búsqueda de conseguir el poder político.

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