Condones para buena pesca y fermentación
El preservativo es barato y seguro, además evita las multas de la Policía a los pescadores
LA HABANA, Cuba.- Todas las tardes cuando empieza a caer el Sol, Ernesto Rodríguez se sienta en el borde del malecón de La Habana y a puro pulmón infla tres o cuatro condones, los ata y deja que uno de ellos quede hacia arriba en forma de vela para que lo impulse el aire.
Girándose con un movimiento de cintura los lanza al mar y la brisa lentamente va haciendo correr el carrete de la caña que adentra el sedal con el anzuelo de la carnada en busca de atunes o pargos que cruzan la bahía frente al icónico paseo marítimo de La Habana.
”Los peces grandes no se acercan al muro solo los pequeños, por eso hay que ir a buscarlos”, señala a Rodríguez para quien la pesca es una afición pero que también le sirve para ganarse un dinero vendiendo las capturas del día en los restaurantes privados.
Aunque legalmente no puede vender el pescado, los restaurantes privados conocidos como paladares llegan a pagar un dólar por kilo por peces como el pargo, uno de los más comunes en esta costa y que por su tipo de carne limpia suele gustar a los clientes de los establecimientos.
”Al principio se pescaba con cajas de cartón pero al mojarse se deterioraba rápidamente por lo que el látex de los preservativos es más resistente”, afirma Alberto Salazar mientras espera que piquen el cebo de sardinas.
Los preservativos hacen que el sedal se adentre en el mar a más de 300 metros, una distancia que no podrían alcanzar lanzando la caña y a la que sólo podrían llegar subidos a pequeñas embarcaciones.
ALTERNATIVA BARATA
La falta de productos y las cíclicas carencias materiales no frenan a los cubanos, para ello agudizan el ingenio como cuando usan los preservativos para pescar, pero también para fermentar vinos o arreglar pinchazos de neumáticos.
El Estado cubano desarrolla una política de prevención para reducir los embarazos no deseados, el impacto de las enfermedades de transmisión sexual y el contagio del Sida.
En 2014 se presentó una crisis porque tan solo se comercializaron 70 millones de condones, una cifra que los ciudadanos consideraron insuficiente para cubrir sus necesidades y la preocupación llegó a las páginas del periódico oficial Granma. Desde 2015 han sido 120 millones los preservativos que se importan anualmente desde fábricas de China y la India.
VINO
Tras jubilarse después de 30 años trabajando en el Ministerio del Interior, Orestes Estévez aprovechó la apertura económica del presidente Raúl Castro para sacarse hace un par de años una licencia para producir vinos: los preservativos son una pieza clave del proceso de elaboración.
Una vez que se pone el preservativo en la boca del garrafón de cristal que tiene las frutas macerando, se le hacen dos pequeños pinchazos a modo de válvula de escape para que al inflarse no explote mientras se realiza el proceso de fermentación, que suele durar de 30 a 45 días y alcanza los 12 grados alcohólicos.
”En el proceso de fermentación, el preservativo sufre movimientos y se empieza a levantar hasta que se pone erecto, como un hombre”, asegura Estévez, que señala que el momento en el que cuando cae el condón es porque el vino terminó el proceso de fermentación, por lo que ya solo falta trasvasarlo y clarificarlo.
La Casa del Vino vende unas 20 botellas cada día a precios que van desde los 50 centavos a un dólar.
Las carencias no frenan a los cubanos, para ello agudizan el ingenio como cuando usan los preservativos para fermentar