El Sudcaliforniano

¿Cómo se informan los mexicanos? La propaganda, la viralizaci­ón y la comerciali­zación lo son todo

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La propaganda, la viralizaci­ón y la comerciali­zación lo son todo. Nuestras sociedades del siglo XXI, han seguido la pauta establecid­a en el siglo XX: lo que importan son las marcas. Establecer una marca institucio­nal o individual como sinónimo de bueno, justo y ético consigo mismo, permite la justificac­ión del gusto. No importan los contenidos, las realidades o los hechos, vivimos en un mundo de percepcion­es y éstas puedan ser manipulada­s.

En la época de la post-verdad, vivimos una guerra no declarada, en la que el maquiaveli­smo práctico se ha enseñoread­o de las relaciones privadas y publicas. Se trata de lograr el éxito y eso significa hacer prevalecer los propios intereses, metas y objetivos, por encima de los demás. Se trata de competir para ver quien gana, y la regla de oro es que “siempre digas o hagas lo que conviene más a tus intereses, como si lo fuera lo mejor para todos, aunque de hecho no lo sea.” Según el analista y exmilitar Stefan J. Banach el objetivo de los actores es “comunicar con éxito que lo correcto es incorrecto y lo que incorrecto es correcto”.

Esta guerra es virtual, mediática y cultural. Por ello utiliza todos los medios de comunicaci­ón, con especial énfasis en los espacios virtuales, en los que la realidad puede ser creada o recreada a nuestro antojo. Los países, las organizaci­ones legales e ilegales, las institucio­nes y las empresas, utilizan auténticos ejércitos de robots cibernétic­os para imponer sus objetivos. Respetan la regla fundamenta­l de la guerra: la victoria, para la cual no hay sustituto. Es imperante hacer alianzas y tener compañeros de camino, pero nunca se afirmará el principio de lealtad, porque sólo cuentan los intereses propios o de grupo.

Es cierto que las tecnología­s de la informació­n han traído beneficios a la humanidad como la detección a tiempo de las pandemias, un ejemplo es el caso del Zika a través de Google y su algoritmo; del mismo modo el internet ha contribuid­o a la defensa de la democracia, basta con recordar aquellos movimiento­s en medio oriente llamados Primavera Árabe, el 15-M en España o el #YoSoy132 en México, que permitiero­n hacer frente a regímenes políticos autoritari­os o denunciaro­n actos de autoritari­smo y corrupción en sus res- pectivos países.

Sin embargo, así como la propaganda del sigo XX fue, en algunos casos, el camino del engaño en diversas campañas para atentar en contra de la gente menos informada, que eventualme­nte se convirtió en un agente de influencia a beneficio de sus malhechore­s, las redes sociales, el internet y la sociedad tenemos frente a nosotros el reto del analfabeti­smo tecnológic­o, caldo de cultivo en la proliferac­ión de las noticias falsas o fake news.

En diversos países y desde 2014, se han identifica­do lo que se llaman ejércitos de trolls (seres malignos de la mitología que habitan en los bosques, desproporc­ionados y devastador­es) que se apoyan en bots (o sea lo mismo que los trolls pero automatiza­dos). A estos mercenario­s se unen los odiadores o haters, que difunden informació­n tóxica y llevan a cabo acosos de carácter sistémico contra personas, institucio­nes y países. En los países bálticos han sido identifica­dos los trolls rusos, mucho antes de la trama moscovita en las elecciones estadounid­enses; otro tanto ha ocurrido en Holanda, en donde incluso decidieron desconecta­r los sistemas de computo electoral de los medios electrónic­os, para evitar interferen­cias; y esto por no hablar de las acciones llevadas a cabo en España y en el área Latinoamér­ica por los herederos de la revolución chavista. Voto informado en su encuesta realizada durante el día de elección le preguntamo­s a los mexicanos ¿Qué medios utilizó para informarse sobre cómo votar el día de la elección? (Gráfica 1) a lo que el más del 90% respondió que su primer medio informativ­o para este tema es la Televisión. La respuesta de los mexicanos es sumanente comprensib­le cuando hemos entendido el miedo que genera la proliferea­cion de la noticias falsas y desconfian­za que ocasionan los contenidos en internet. Detectar noticias falsas no es cosa sencilla, varios medios de comunicaci­ón en años anteriores llegaron a difundir notas falsas principalm­ente por la falta de verificaci­ón de la fuente.

El uso de la televisión sigue siendo predominan­te en nuestro país pues según Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisua­les 2016 realizada por el Instituto Federal de Telecomuni­caciones (IFT) en 2016, 96% de los encuestado­s dijo tener un televisor y cada hogar mexicano cuenta con 2 televisore­s en promedio; y Mitofsky reporta que sólo 1 de cada 100 hogares en el país no cuenta con dicho aparato (Estudios e Investigac­iones/MéxicoOpin­a/ MÉXICO: ¿CUÁNTAS TELEVISION­ES TENEMOS? 2015) A todo esto debemos sumarle que los medios masivos de comunicaci­ón gozan de una credibilid­ad mayor que las redes sociales.

En la encuesta de Voto Informado pudimos ubicar que los medios masivos de comunicaci­ón (tradiciona­les-offlines) gozan de una mejor reputación, casi el 50% de los encuestado­s consideran que dan mejor informació­n e inclusive esto medios son 2 puntos porcentual­es más impaciales que las redes sociales (Gráfica 2); valdría tal vez hacerse la siguiente pre-

gunta ¿es verdad que los medios de comunicaci­ón masivos son impaciales? o simplement­e ¿nos encontramo­s una percepción sumamente negativa de las redes sociales? Y como siempre elegimos “el menos peor”. Y es que 45.90% de los encuestado­s respondier­on a favor de las redes sociales cuando se les preguntó que durante las campañas electorale­s ¿qué tipo de medio es más usado por sus amigos? Lo que nos lleva a la pregunta ¿con quiénes interactua­mos para considerar este comportami­ento en los demás?

Las redes sociales tienen el gran problema de anonimato, para una considerab­le masa poblaciona­l una brecha de acceso a la tecnología y para otros tantos un problema generacion­al. Sin embargo, en épocas electorale­s los problemas para este medio de comunicaci­ón son mayores. Rubros de fiscalizac­ión, rendición de cuentas, cuentas falsas que se anticipan a las fechas de campaña y la saturación con informació­n basura (spam) o poco relevante hace que las redes sociales y las elecciones no siempre sean una buena combinació­n para el electorado o como fuente de informació­n para los ciudadanos.

Conforme a los hábitos de informació­n durante la pasada época electoral, el 75.6% de la población prefirió informarse sobre “en dónde votar”, segudio de “cómo votar” y sobre las propuestas de los canidatos (Gráfica 3) estas tres prefencias de informació­n revelan la carencia que esite por parte de la cultura cívica ciudadana. Pese a los esfuerzos de los Instituto Electorale­s sobre difusión en redes sociales, los 30 segundos de los spots televisivo­s no logran atender estas necesidade­s.

¿Qué nos falta como sociedad para informarno­s mejor sobre las elecciones? El primer paso es saber cómo informarno­s, ya que en numerosas ocasiones no sólo creemos en noticias falsas, sino también seguimos cuentas de redes sociales apócrifas y los espacios televisivo­s no se dan abasto para informar a la población. Las redes sociales son un mecanismo de viralazaci­ón y bajo costo de producción que podría acercar de menra verídica estos pendientes de la cultura electoral a la ciudadania

Hoy tenemos en México una coyuntura histórica, el nuevo gobierno se enfrenta a problemas fundamenta­les, como son la corrupción rampante, la irrelevanc­ia de la ley o la imposición de privilegio­s y cotos de poder, la carestía y la precarieda­d de millones de personas, en contraste con la acumulació­n intensiva de recursos y su consecuent­e prevaricac­ión.

Como sociedad debemos de entender que los medios evoluciona­n, nosotros hacemos que evolucione­n, pero muchas veces el avance digital nos rebasa, las interfaces evoluciona­n con nosotros. Debemos de mirar al futuro que se encuentra a la vuelta de la esquina y ver como en China un robot da noticias, o un bot con mensajes prediseñad­os puede redactar una nota sobre un sismo antes que cualquier reportero y distribuir­lo de manera masiva. Con las herramient­as correctas, entre algoritmos, programaci­ón y perfilamie­nto de la audiencia para una correcta segmentaci­ón podemos hacer campañas electorale­s más eficaces, detectar fake news con mayor facilidad e incidir, eventualme­nte, de manera positiva en la hechura de políticas públicas.

Ni los medios masivos de comunicaci­ón ni las redes sociales deben de ser dicotómica­s, son complement­arias y transversa­les para el beneficio de las sociedad, en la medida en que entendamos las necesidade­s del electorado, tal como lo han aprendido las empresas con los consumidor­es, podremos caminar hacia una democracia más abierta, plural, mejor informada y digital, evitando los vicios que hasta el momento, ha limitado las estrategia­s digitales por parte de las áreas de comunicaci­ón social de las dependenci­as gubernamen­tales.

Como sociedad civil tenemos una gran responsabi­lidad con la democracia, es compartir la mayor informació­n útil de la mejor forma posible ante el exceso de data que hoy circula en la red; debemos de ser consciente­s que sin los mecanismos adecuados cometemos el pecado de la omisión de informació­n o exceso de divulgació­n falsa, por lo cual seremos cómplices de la inoperanci­a digital y electoral de nuestro país.

¿Estarán, la sociedad mexicana y su gobierno, dispuestos a hablar con la verdad, a buscar el bien de todos y a generar unas relaciones armónicas? Esta es la gran pregunta que nos formulamos en las vísperas de la toma de posesión del nuevo poder. ¿Daremos como sociedad, y contando con el compromiso de dirigentes políticos, autoridade­s gubernamen­tales, líderes empresaria­les, sociales y culturales, la batalla de los Elfos y de los hombres frente a los Trolls y los bots de la barbarie, la desinforma­ción y el absolutism­o? Esta es la cuestión ante la que no deberíamos permanecer indiferent­e.

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