El Sudcaliforniano

Camilo Kawage

- Camilo Kawage camilo@kawage.com

1.- Si tan

solo destellara una leve brizna de humildad en este torrente de despropósi­tos que nos estrangula, ya podía el gobierno haber reconocido su descomunal insensatez y dejado fluir la gasolina que nos pertenece, y que nos escatima como si, también, esa fuera de su imperial y única propiedad, para chantajear y denigrar a la población toda –no solo a la masa subyugada de su porra-, y hacernos rehenes de su soberbia insaciable, a un costo que tampoco es capaz de calcular.

No sólo en dinero que se pierde y se deja de ganar: en la indignidad que nos inflige de sentirnos presos de su infinita ceguera, como un país de miserables, condenado a las rígidas cadenas de su servidumbr­e.

2.- Más aún, en la epidemia de enanez que propaga entre sus criados –que a eso tiene reducido a su gabinete-, nos avienta contra el paredón de un liberticid­io a que nos sentencia. Se solaza en imponernos un estado de guerra, que México no ha conocido en ochenta años cuando la Nación fue vulnerada en su soberanía por las potencias del Eje, y entonces se vio obligada a racionar el suministro de gasolina –vamos, hasta de medicinas y alimentos, justo como hoy nos abrocha de manera absurda e innecesari­a a su capricho-, y pronto nos veremos en situación de refugiarno­s en las estaciones del Metro como debieron hacer en el sitio de Londres en 1940 o, más a su gusto, en el de Leningrado poco después.

3.- Al ordenar el sitio de México con el cierre de las arterias que surten la gasolina en el país, ha de retratarse al inicio de su larga carrera de guerriller­o trepacumbr­es, hace veinticinc­o años quemando pozos en Tabasco –como si no tuviéramos memoria-, para llamar la atención, dar origen al robo de combustibl­e, y hacerse justicia por su siniestra mano. Y ahora que es Presidente de la República los sabotajes y boicós que acusa los acomete él mismo e incendia el país entero.

4.- En el desgarrado e incontenib­le furor por marcarnos con su fierro a los mexicanos como si fuéramos reses de su personal establo, pensará tal vez que no importa, que solo los neofascist­as de la derecha usan gasolina; que se trata de un desagravio a los más pobres pero, como en el caso del aeropuerto, es justo a los que más perjudica pues serán los primeros en quedar desemplead­os al paralizar la actividad productiva con sus fulminante­s ukases. Los camajanes de la reacción que tenemos coche; que compramos comida y llevamos a los niños a la escuela; los fifís que debemos ir al trabajo, o llevar a los viejos con el doctor, esos no tenemos derecho a llamarnos mexicanos, somos simples traidores a la patria, y a esperar que a su soberana majestad le dé la gana abrir la llave.

5.- La abismal petulancia que exubera la secretaria de Energía al exhibir la aguda sensibilid­ad con que acata las órdenes de su amo, rezumba en su abyecto desparpajo al decir que se abrirán los ductos cuando sea necesario. Es decir, cuando se acabe la comida en los mercados, o cuando haya un muerto en la gasolinera que será necesario abrirlos. Y pensar que sólo 40 días le han bastado al supremo para desbaratar a México. ¡A qué costo los caprichos!

Los camajanes

de la reacción que tenemos coche; que compramos comida y llevamos a los niños a la escuela; los fifís que debemos ir al trabajo, o llevar a los viejos con el doctor, esos no tenemos derecho a llamarnos mexicanos, somos simples traidores a la patria. La abismal petulancia que exubera la secretaria de Energía al exhibir la aguda sensibilid­ad con que acata las órdenes de su amo, rezumba en su abyecto desparpajo al decir que se abrirán los ductos cuando sea necesario. Es decir, cuando se acabe la comida en los mercados.

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