Una herida abierta en el Cáucaso Sur
MOSCÚ. El conflicto de Nagorno Karabaj resucitó el fantasma de la guerra en el Cáucaso Sur. El territorio montañoso de Nagorno Karabaj, poblado en su mayoría por armenios, pasó a formar parte de Azerbaiyán en 1921 por decisión del Buró Caucasiano del Partido Comunista ruso.
Antes de eso el enclave formaba parte de una de las provincias del Imperio ruso, donde, a principios del siglo XX, hubo sangrientos enfrentamientos entre los habitantes armenios y azerbaiyanos del territorio por motivos religiosos.
La entrega del territorio a Azerbaiyán por las nuevas autoridades comunistas siempre provocó el malestar de la población armenia, que, de acuerdo a los censos, era ahí mayoría.
En 1988, durante la “perestroika”, la entonces autonomía azerbaiyana poblada en su mayoría por armenios anunció el deseo de escindirse de Azerbaiyán para unirse a la vecina Armenia.
Después, el Parlamento de la República Socialista de Armenia aprobó -en el mismo 1988- la incorporación del territorio de Nagorno Karabaj, paso que nunca llegó a producirse puesto que el Gobierno central de la URSS bloqueó esa decisión.
Las tendencias nacionalistas en Azerbaiyán y Armenia continuaron creciendo y en 1991 entre las dos repúblicas emergentes estalló una cruenta guerra por el control de Nagorno Karabaj.
El conflicto duró tres años y causó 25 mil muertos. Como resultado, Azerbaiyán perdió el control sobre Nagorno Karabaj y siete distritos adyacentes.