Mi pasión por la comunicación (IV)
Mi texto anterior terminaba con los siguientes datos: allá por 1954 la televisión mexicana empezó con programas nacionales de corte cómico con Manuel El Loco Valdés, Sergio Núñez Falcón, Héctor Lechuga, y más tarde Chucho Salinas.
Packard puso énfasis sobre los métodos de manipulación mental introducidas por la televisión como los mensajes subliminales.
Por su parte, la televisión norteamericana, cada vez más presionada por las grandes comercializadoras, seguía produciendo series interesantes, que disfrutamos por un tiempo: Jim West, Viaje a las Estrellas, Los Picapiedra, Combate, Hechizada, El Super Agente 86, Los Locos Adams, Los Monsters, Perdidos en el Espacio, Bonanza, El Gran Chaparral, Misión Imposible, Patrulla de Caminos, y Los Intocables.
Los Intocables es un caso especial porque es la primera serie de tipo policíaco, y trata de la época de la prohibición de bebidas alcohólicas en los Estados Unidos y de la vida del primer gran delincuente Alphonse Capone dedicado a la importación prohibida de bebidas canadienses, entre otros muchos delitos. El asunto responde a lo manifestado en 1964 por el famoso economista Vance Packard en su libro La Sociedad Desnuda que tiene por tema la vigilancia extrema a la que está sometida la población por la policía y sobre todo por las empresas mediante la obtención de datos personales de sus trabajadores.
Packard puso especial énfasis sobre los nuevos métodos de manipulación mental introducidas por la televisión como los mensajes subliminales. Packard fue el primer pensador norteamericano que denunció las técnicas de manipulación mentales y psicológicas con su libro Las Formas Ocultas de la Propaganda. Constató que la introducción de mensajes subliminales como "beban Coca-Cola" habían aumentado las ventas un 15 por ciento. Este libro, un best-seller en los años 60 en Estados Unidos, inspiró los movimientos de consumidores y todavía hoy sirve de base a la denuncia de los excesos del consumo.
Debo decir que la televisión y el cine nos divirtieron muchísimo durante nuestra adolescencia. Los fines de semana eran para el cine. Conocimos casi todas las salas de exhibición de películas en la Ciudad de México y nos quedábamos con la boca abierta viendo la belleza de María Félix, de Dolores del Río, de Rita Macedo, de Elsa Aguirre, de Sarita Montiel. O moríamos de risa con los chascarrillos y los chistes de Mantequilla, de Joaquín Pardavé, de Agustín Isunza, del Chino Herrera, de Cantinflas, de Manuel Medel, de Palillo, de Resortes, de Clavillazo; o adivinábamos las formas sensuales debajo de los atuendos de Lilia Prado, de Rosa Carmina, de Meche Barba, de Ninón Sevilla, de Amalia Aguilar, de María Antonieta Pons, de Tongolele. Nuestros sentidos de atracción empezaban a despertar. Salíamos del cine cantando lo que oíamos de Pedro Infante, de Jorge Negrete, de Emilio Tuero, de Antonio Badú, de Fernando Fernández, de Pedro Vargas, de Miguel Aceves Mejía, y otros.
No puedo dejar de mencionar que también amábamos a las bellezas cinematográficas extranjeras como Maureen O´Hara, Debora Kerr, Elizabeth Taylor, Olivia de Havilland, Ava Gardner, Audrey Hepburn, Marilyn Monroe, Ingrid Bergman, Gina Lollobrigida, Kim Novak, Sophia Loren, Brigitte Bardot, y muchas más. Y envidiábamos a los galanes: Gregory Peck, Clark Gable, Cary Grant, Marlon Brando, James Stewart, Gary Cooper, James Dean, Marcello Mastroiani, Vitorio Gassman, y cuántos más.
Pero independientemente del cine, radio y televisión, había para mí un tema muy importante, mi gusto por la escritura. Para empezar, en sexto de primaria y en primero de secundaria tuve el privilegio de ser el "campeón de ortografía" de mi salón. Eso me enorgullecía tremendamente. Y un buen día de secundaria, se me ocurrió escribir algo. Pero ¿qué? Entonces ví la máquina de escribir de mi mamá (en la cual ella preparaba sus textos para la radio).
Tomé tres hojas blancas, les interpuse dos hojas de papel carbón, las metí en el rodillo de la máquina y ¿ahora? ¿Poesía? pues no la leería nadie; ¿prosa?, algunos tal vez. Entonces recordé que, en la Escuela, nuestro maestro Agustín Lemus Talavera elaboraba, con ayuda de algunos, entre ellos yo, un periódico mural, de un metro cuadrado, llamado MAS (acrónimo de Más Almas Sanas), y que estaba colgado en una de las paredes de la planta baja, y que incluía muchos temas. (por allí conservo una foto).
Yo decidí que haría un documento en papel, atractivo y simpático, y que pasara de mano en mano. Me dí a la tarea de escribir un periodiquito de dos hojas, que dobladas a la mitad serían cuatro, teniendo cuidado de no sobreescribir en la misma cuarta. ¿Cómo se llamaría? Mi cerebro, que ya estaba bastante convulsionado con la idea de escribir, automáticamente me sugirió: "LA VOZ QUE RUGE". Recuerdo que un maestro cuando se molestaba levantaba la voz, y un amigo del salón decía que parecía rugir como león. No era un título que tuviera nada de sugestivo, pero peor es nada. (Creo que también por allí conservo un original). (continuaré)
El gringo y el brasileño son de derecha. El mexicano se dice de izquierda, lo que habla de que va más allá de ideologías. En los tres casos, atentan contra la democracia y ejercen un poder omnipotente, con control del judicial y el legislativo.
El debate del pasado miércoles en Estados Unidos, ejemplifica los rasgos de estos individuos autoritarios. Donald Trump llegó con la intención de abortar cualquier posibilidad de diálogo, con su contrincante para la presidencia, Joe Biden.
Quien piense que su rechazo a las reglas que se habían fijado se debió a lo arrebatado de su temperamento, se equivoca. Había una estrategia. A Trump le sale sobrando el Estado de Derecho y el apego a las leyes y a la norma, como sucede con sus dos pares latinoamericanos. O, ¿acaso AMLO tiene el mínimo respeto por adherirse a lo que "debe ser" y no a lo que él quiere que sea?
La ancestral democracia estadounidense está a punto de fenecer en manos de un demente, acostumbrado a actuar como niño caprichoso, al que se le deben cumplir todas sus ocurrencias.
Sabía que era imposible defenderse con argumentos, de las acusaciones que le haría Biden. Su pésimo manejo de la pandemia del coronavirus, a la que se negó a darle importancia, a pesar de que sabía de su peligrosidad con la debida antelación. No se habría llegado al impresionante número
Desde la mañanera y mediante el uso similar de un lenguaje de odio, se estigmatiza a periodistas, intelectuales, empresarios, servidores públicos de organismos autónomos e incluso, a quienes prestaron sus servicios en esta administración y decepcionados presentaron sus renuncias. El uso de esa verborrea contrapuntea a sectores resentidos y los convoca a la violencia.
de contagiados y fallecidos, si a tiempo se hubieran tomado las medidas para contenerla.
Se negó en razón de sus intereses creados y su ambición por reelegirse, a sabiendas de que el confinamiento provocaría la caída de la economía y, los gringos, como la mayoría de las poblaciones mundiales, tienen muy en cuenta lo lleno de sus bolsillos, a la hora de elegir a los gobernantes.
Como populista de hueso colorado, ha dividido a la sociedad, con su hechura de "enemigos", encabezados por los migrantes. El ataque constante al sector que conformó a esa nación, a lo que se conocía como el "melting pot" (Olla con mezclas varias), sacó a relucir sentimientos xenófobos y racistas, a los que, con enormes dificultades se había doblegado.
Desde la mañanera y mediante el uso similar de un lenguaje de odio, se estigmatiza a periodistas, intelectuales, empresarios, servidores públicos de organismos autónomos e incluso, a quienes prestaron sus servicios en esta administración y decepcionados presentaron sus renuncias. El uso de esa verborrea contrapuntea a sectores resentidos y los convoca a la violencia.
Violencia a la que, el hotentote de los pelos de elote, o el hombre naranja, le da plena licencia, como lo hizo expresamente al referirse al grupo neonazi, supremacista, los Proud Boys. Esta temida organización es culpable de ataques directos a afroamericanos e hispanos, aunque también va en contra de judíos, musulmanes y mujeres. Haciéndose el graciosito, en el debate les dijo que "estuvieran preparados".
Y puso los pelos de punta, de la mayoría, al insistir en que se preparaba un fraude electoral, debido al voto por correo. Se niega a dejar el poder y está dispuesto a lo que sea para conservarlo, incluso el liquidar una democracia. ¿Hasta cuándo se dejará de encumbrar a estos destructivos fascistas? Está en los votantes despertar y ver la nefasta realidad del populismo.