El Sudcaliforniano

El doble argentino EL MÚSICO ARGENTINO JAVIER PARISI, POR SU PARECIDO CON EL LÍDER DE THE BEATLES SE CONVIRTIÓ EN SU IMITADOR OFICIAL

- EDUARDO BAUTISTA

Según las teorías genéticas del doppelgäng­er, las probabilid­ades de que alguien sea idéntico a otra persona son de una en un billón. Fue a los 17 años, frente a un futbolito de un barrio de Buenos Aires, que Javier Parisi dio razón a la ciencia al tomar conciencia de su insólito parecido con John Lennon, quien este 9 de octubre hubiera cumplido 80 años.

“Aquella tarde, mientras jugábamos, pasaron un video de los Beatles. Entonces mi amigo se quedó mirando al televisor y, enseguida, me dijo: ¡Mirá, colo, te pareces muchísimo a Lennon! Nos reímos mucho. Pero cuando llegué a casa, me sentí un poco confundido. Me miré al espejo y comenzó la magia”, dice en entrevista este hombre que ya está acostumbra­do a parar el tránsito de cualquier ciudad, incluido aquel mítico cruce de Abbey Road, por supuesto. ¡Menuda sorpresa la que deben llevarse los transeúnte­s al ver a un beatle resucitado!

Ser el doble de uno de los músicos más queridos de la historia genera dividendos que van más allá de lo económico. Parisi ha tenido la oportunida­d de tocar en The Cavern —el mítico club de Liverpool donde nacieron The Beatles— y hasta ha protagoniz­ado musicales producidos por la familia Lennon.

Igual que millones de personas, Parisi ve en los Fab Four a una cofradía de amigos. Los siente cercanos, íntimos, como esos hermanos mayores que te orientan para declararle tu amor a una chica o para beber el primer trago. Quizás por eso su mayor tesoro es un recuerdo, el de aquella tarde de 1991 en que vio a una banda de chicos tocando I wanna hold your hand.

“No me pude quitar la melodía de la cabeza. Llegué a casa, me aprendí los acordes, practiqué una y otra vez y así fue como toqué mi primera canción de los Beatles en guitarra”.

MÚSICA VIEJA

Pitágoras, el primer filósofo que llevó la música al terreno de lo infinito, aseguraba que el alma es un acorde. Parisi y Lennon comparten las mismas notas en tiempos discordant­es. Sus similitude­s trasciende­n las barreras corporales para llegar a esa sustancia metafísica que muchos llaman coincidenc­ia. Inglaterra y Argentina nunca estuvieron tan cerca.

Javier y John. Parisi y Lennon. Ambos provenient­es de familias de clase trabajador­a. Ambos con madres llamadas Julia. Pero lo más curioso es la edad. A los 40 sus historias tomaron rumbos determinan­tes: Lennon fue asesinado y Parisi conoció la fama.

“Quizás hubiera sido fabuloso vivir todo esto a los 20 años, pero me pasó a los 40 y no pasa nada, lo importante es que sucedió y aquí estoy”, afirma el músico argentino, quien ha ofrecido giras por varias ciudades del mundo ante la mirada estupefact­a de quienes juran ver muertos vivientes.

Parisi asegura que tiene más rasgos de su familia materna que paterna. “¡Por eso resulta aún más loco que mi madre también se llame Julia!”, dice.

Con excepción de su inusual físico, a Javier nadie le regaló nada. Por su sangre corre la clase obrera que levantó a Argentina en los años ochenta tras décadas de dictadura militar, la misma que satanizó el rock and roll y reprimió juventudes con tanques y paredones. Su padre trabajó toda la vida en una ferretería y su madre fue ama de casa.

“Mi padre siempre tuvo un acordeón en casa, pero nunca lo escuché tocar, quizás porque le daba vergüenza hacerlo en público”, recuerda. “Sin embargo, mi familia era muy musical. Mi madre siempre quiso bailar tango y ser profesora de danza, pero nunca pudo por los estigmas sociales que había en aquella época. Fui yo el que rompió con esa cadena y me dediqué de lleno a lo que verdaderam­ente me apasiona: la música”.

Si Parisi hoy no fuera artista y doble de John Lennon, probableme­nte sería contador. “Pero los números nunca fueron lo mío, me recibí sólo porque tenía que graduarme de algo en el colegio”, se sincera este argentino que tiene pinta de todo, menos de alguien que va a la oficina de 9 a 6.

De cierto modo, Javier siempre fue un outsider. Mientras a los 15 años toda su generación enloquecía con Soda Stereo, Nirvana o Guns N’ Roses, él prefería adentrarse en ese mundo beatlemani­aco que parecía museo para los más jóvenes. “Me criticaban, decían que escuchaba música vieja, pero para mí nunca lo fue. Yo no rotulo el arte por su tiempo. Las canciones simplement­e te pegan en el pecho y te dicen: ¡hey, acá estoy, disfrutáme!”.

Pese a que la economía familiar no era del todo sólida, Javier Parisi siempre tuvo los caminos adecuados para dedicarse a la música. Y eso se debe, dice, a la gran voluntad y el gran cariño que recibió de sus padres. “Ellos se quitaban un plato de comida de la boca para verme feliz”, recuerda.

Esa fraternida­d que gozó Parisi fue la gran carencia de Lennon, quien desde niño sufrió el rechazo familiar. Su papá, soldado activo durante la Segunda Guerra Mundial, ni siquiera estuvo presente el día del parto. Su madre, ya embarazada de otro hombre, lo entregó a su hermana, Mimi Smith, quien después denunciarí­a las condicione­s de abandono en que se encontraba el pequeño Lennon.

“Crecemos a semejanza de como fuimos criados, por eso me sorprende tanto el caso de John Lennon. Él, que tuvo una infancia y una adolescenc­ia bastante dura, siempre falto de cariño, rechazado, transformó ese dolor en amor. Quienes hoy juzgan a Lennon por los errores que cometió deberían tomar en cuenta esa parte de su historia”, asegura Parisi.

“Quizás hubiera sido fabuloso vivir todo esto a los 20 años, pero me pasó a los 40 y no pasa nada, lo importante es que sucedió”

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/DAYNA TAYLOR
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Parisi ha tenido la oportunida­d de tocar en The Cavern, el mítico club de Liverpool donde nacieron The Beatles

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