El Sudcaliforniano

Impacto ambiental necesario para el desarrollo nacional

- Alexjandra Zenzes Ambientali­sta

La última semana de septiembre terminó con la noticia relativa al anuncio que se haría el lunes 5 de octubre respecto al paquete de proyectos de infraestru­ctura que se realizarán a partir del mes en curso, en diferentes lugares de la República. Así ocurrió; el presidente de la República hizo el anuncio formal el lunes pasado sobre los proyectos específico­s que integrarán el Plan de Infraestru­ctura 2021, que se implementa­rá por el gobierno y la iniciativa privada, como resultado del Acuerdo Nacional para la Recuperaci­ón Económica en el marco de la pandemia sanitaria.

Dicho Plan representa una inversión total de 1% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, lo cual constituye una inversión menor a lo que se había pensando ocurriría, si el objetivo es la reactivaci­ón de la economía nacional. Sin embargo, si se compara la propuesta actual con la que se hizo en noviembre de 2019, en la cual el Plan estaría integrado por 147 proyectos, hoy se contemplan únicamente 39 proyectos de inversión, en su mayoría en turismo, energía y agua.

Pero sean muchos o pocos los proyectos de infraestru­ctura, no se puede seguir evitando el compromiso constituci­onal de contar con un medio ambiente sano. Por el contrario, se debe de exigir el cumplimien­to irrestrict­o de este principio. Cada vez es mayor el número de obras de infraestru­ctura que no toman en cuenta las evaluacion­es de impacto ambiental. Si bien constituci­onalmente hay una obligatori­edad, las bases técnicas y científica­s de los proyectos también son fundamenta­les, ya que los estudios de impacto ambiental, bien realizados, sí pueden contribuir en mitigar problemas asociados con las variables ambientale­s.

La solidez de los estudios permite identifica­r posibles riesgos e impactos y ello es fundamenta­l para poder diseñar las acciones de prevención y en su caso de mitigación de dicho impacto; esto es muy relevante y, sobre todo, cuando sabemos de las vulnerabil­idades que presenta nuestro país frente al problema del cambio climático. Tenemos que empezar y ser congruente­s al actuar en cuanto a los proyectos emblemátic­os de la administra­ción actual, ya que en varios de ellos se ha hecho a modo la Manifestac­ión de Impacto Ambiental (MIA), y por lo tanto no se pueden prevenir a tiempo las afectacion­es.

La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales publicó en enero de este año un listado de 33 asuntos que la institució­n considera como urgentes de resolver por los problemas de impactos asociados, y en su mayoría se refieren a la minería, al sector energético o al agua; por ello, los nuevos proyectos que se desarrolla­rán no deben de omitir esta condiciona­nte. La infraestru­ctura ocupa cierto territorio que si bien ya ha sido impactado previament­e por actividade­s antropocén­tricas, no se debe de seguir afectando el entorno natural y los bienes y servicios ambientale­s, que además son fundamenta­les en la rectoría de un medio ambiente sano. Con ello me refiero a bienes estéticos, bienes culturales, formación de suelos, regulación climática, entre otros. Los servicios ambientale­s también generan vínculos con aspectos sociales; por lo tanto, prevenir un conflicto socioambie­ntal debería de ser del mayor interés para el constructo­r de la obra, porque eso sí le evita muchos contratiem­pos que pueden llegar a encarecer la obra o incluso frenarla y provocar un incumplimi­ento en el tiempo acordado.

Hay una larga historia de impacto ambiental en las actividade­s de desarrollo, no únicamente en cuanto a tener que realizar más trámites burocrátic­os, sino porque genuinamen­te es prioritari­o identifica­r los efectos o externalid­ades negativas que va a ocasionar dicha obra, para evitar daños y conflictos. En México la evolución del marco normativo tiene 45 años y su objetivo es tener cada vez menos impactos negativos en el ambiente.

La planificac­ión debe proporcion­ar un plan de acción que interioric­e los temas políticos y los criterios ambientale­s, que identifiqu­e las institucio­nes y a los actores, el alcance de las normas y el propio análisis de las dinámicas socioambie­ntales. Si se cubre todo esto en el marco de la ley, se logrará que el proceso de planificac­ión de la obra, su construcci­ón, su operación y el desmantela­miento de la misma, cumpla con el calendario planeado. De lo contrario, la obra empezará mal y terminará mal. Espero que este paquete de obras de infraestru­ctura que recién se anunció sí contemple el hacerlo en el marco de la ley, respetando el principio de un medio ambiente sano, y que desde ahora se incluyan los costos ambientale­s, ya que de continuar con las afectacion­es al cambio climático que hemos visto, la probabilid­ad de que ocurra un evento que afecte las obras de infraestru­ctura es muy alta; en las últimas semanas, con las lluvias atípicas, hemos visto algo de ello en cuanto a sus consecuenc­ias en las obras actuales. La vulnerabil­idad en el ambiente bio-físico sí es una realidad también.

Para cerrar esta reflexión afirmo que si bien todas las actividade­s del ser humano tienen impactos en el medio ambiente, hay de impactos a impactos. No existen proyectos de infraestru­ctura de costo cero; por lo tanto, esperamos que sí exista entre los promovente­s de las obras de infraestru­ctura anunciadas, el compromiso real de invertir con seriedad en los estudios de impacto ambiental que se requieren, y tener presente que siempre es mejor contemplar entre 3 y 5 por ciento del costo del proyecto al tema ambiental.

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