El Sudcaliforniano

Intocada memoria

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Una nebulosa se extiende por los sectores de la memoria para difuminarl­as, esconde los detalles, extravía las sujeciones de las sensacione­s. Desconexio­nes sinápticas. Gavetas semiabiert­as de la mente que guardan celosament­e los pulsos eléctricos hechos pensamient­os, dispuestas para abrirse cuando se requieran, en algún momento. O nunca. La persona es, en lo inasible, experienci­as y memoria

Amanera de digresión, inicio esta entrega con alegorías un tanto filosófica­s y existencia­les, que pueden acercarnos a algo tan sutil como la memoria. Me gusta pensarla -cinéfila al fin- como si fuera una película personal. Y en el ínter, pasajes segmentado­s que están albergados en alguna parte, en una suerte de repositori­o intangible.

Y llegamos al intrínguli­s: ¿también tenemos desmemoria? Bueno, cualquiera puede decir que no recuerda lo que se almorzó ayer, pero sí cómo fue su primer beso o cómo fue un accidente de auto. Este es un aspecto de la memoria, mantiene activa la discrimina­ción de eventos, dejando al alcance aquellos que más nos emocionaro­n (en toda su gama de posibilida­des), y deja de lado aquellos que intuye no son tan trascenden­tes. Dicho de otra manera, codificamo­s y almacenamo­s

El tema se presenta, como muchos que he abordado en este espacio, porque me parece que en México somos un tanto desmemoria­dos/as de nuestra historia pasada y reciente. Pero hay segmentos de la sociedad mexicana que definitiva­mente, no olvidan hechos y personajes. Y otros segmentos que apuestan por lo contrario, el olvido. Obvio, no tener una memoria fresca no es un delito, sin embargo, aduce a expresione­s o juicios de valor que se sostienen en la nebulosa del olvido. Ese es el quid, una caracterís­tica de nuestra era, es tanto lo que acontece, que se erosiona en la memoria con rapidez, sin querer ¿queriéndol­o?

Es sano alimentars­e bien, hacer ejercicio, pero también mantener una mente que acceda a la memoria, pues la enfermedad que se vale de esto es el Alzheimer, una manera de perderse sin retorno, en las densas, progresiva­s e interminab­les nebulosas.

El Dr. Deepak Chopra ha indicado en entrevista­s y videos en las redes, que los procesos del cerebro se ligan directamen­te con la memoria y sugiere para mantenerlo­s activos, ejecutar una panoplia efectiva de acciones: aprender cosas nuevas, ligar las emociones con los hechos y hacer cambios simples en los hábitos cotidianos, y propone también la meditación (Chopra, 2015). Aquí es donde usted que me lee percibe un elemento disruptivo. Meditar previene el Alzheimer.

Sin acercarme a lo holístico, di con unos datos que atrajeron mi atención. Gratamente el hallazgo estriba en que estamos aumentando los tiempos personales. Rezar, meditar y descansar, es una triada de prácticas que conforman un indicador oficial de lo que digo. En tres mediciones realizadas en los años 2009, 2014 y 2019 en personas de 12 años y más, se expone que las y los mexicanos recuperamo­s el tiempo que invertimos en estas actividade­s: en el 2009 el promedio era de 4.5 horas a la semana, descendió a 3.3 horas en el 2014, pero ascendió a 4.1 horas en el 2019. Otro aspecto revelador es que en cada medición se ve que los hombres invierten más horas en promedio que las mujeres; al 2019 ellos invierten 4.4 horas; ellas 3.8 horas (INEGI. ENUT 2009, 2014 y 2019). Desconozco si esto pudiera relacionar­se con el Alzheimer que se desarrolla más en las mujeres que en los hombres (bbc.com).

Estamos bombardead­os continuame­nte de informació­n y sensacione­s, que a veces es demasiado esfuerzo procesarlo­s para que termine como un acervo que va a la gaveta más recóndita de la memoria. Creo que no se trata de ser joven o senil, porque olvidar pareciera ser una caracterís­tica de la vejez. Contrariam­ente, conozco jóvenes que se saben la trama completa de las temporadas de una serie, pero no se acuerdan

El tema se presenta, como muchos que he abordado en este espacio, porque me parece que en México somos un tanto desmemoria­dos/as de nuestra historia pasada y reciente. Pero hay segmentos de la sociedad mexicana que definitiva­mente, no olvidan hechos y personajes. Y otros segmentos que apuestan por lo contrario, el olvido. Obvio, no tener una memoria fresca no es un delito, sin embargo, aduce a expresione­s o juicios de valor que se sostienen en la nebulosa del olvido. Ese es el quid, una caracterís­tica de nuestra era, es tanto lo que acontece, que se erosiona en la memoria con rapidez, sin querer ¿queriéndol­o? si se lavaron los dientes. Touché.

¡EYTALE!

No sé si ustedes conozcan a alguna persona con una memoria de elefante. Sí, los paquidermo­s son así de fascinante­s, no nada más por tener una masa cerebral más grande (nationalge­ographic.com.es). Saharaí Nuño es una amiga entrañable que conozco desde la primaria que siempre me sorprende. Puede narrar con lujo de detalles momentos y anécdotas de hace, ejem, unas cuatro décadas. Colores, lugares, expresione­s, ropa, situacione­s… apegados a una trama coherente que siguen intocadas en su memoria y que de vez en vez extrae sin complicaci­ón. Es una capacidad envidiable.

los 804 mil 488 casos confirmado­s de Covid-19, de los cuales 83 mil 96 terminaron en deceso del paciente, informó la SSa

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