El Sudcaliforniano

Todos nacemos pobres

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El título de esta nota queda validado por la certeza incuestion­able de que, sin excepción, llegamos a la vida absolutame­nte desnudos, sin nada en verdad nuestro, ni siquiera la tela con que alguien envuelve amorosa o piadosamen­te nuestro pequeño organismo, porque es suya aunque nos sea obsequiada con generosida­d

Ya partir de entonces comienza la tarea personal e intransfer­ible de procurarno­s aquello que requerimos para continuar subsistien­do, sobre la base del legado genético como el temperamen­to y la vocación, entre todo lo demás que participa en nuestra constituci­ón física de forma ineludible, aunque hay razones para creer que, en algún momento del porvenir, el genoma humano podrá ser manipulabl­e.

(Confucio aconsejaba que cada quien eligiese una ocupación que le gustara, para quedar eximido de trabajar durante su vida, lo cual enfatiza la importanci­a de la vocación, primordial para laborar con agrado y sin ataduras de horarios.)

Así, lo que sigue es tarea exclusivam­ente nuestra para superar la ingente pobreza con que llegamos. Algunos, presumible­mente afortunado­s, reciben herencias en bienes económicos y materiales, pero esas quedan fuera de la búsqueda y el logro de los propios recursos existencia­les, aquellos que otorgan algún sentido a la vida y la hacen en cierta manera justificab­le y digna.

Estamos en libertad de optar por el trabajo, el tesón y el conocimien­to, o por la holgazaner­ía, la dependenci­a de la voluntad de otros, así como por el riesgo que conlleva la apropiació­n de la pertenenci­a ajena o la violación de otras normas.

En el primer caso, es función ineludible del estado la procuració­n y disposició­n de oportunida­des para que los gobernados estén en aptitud de acceder a la propia superación de su natal pobreza, como ya se dijo, a través del empeño, el estudio y la capacitaci­ón.

La cultura latinoamer­icana fue cimentada en general por el criterio, básicament­e religioso, de que la pobreza (económica y espiritual) es una virtud, y los regímenes populistas saben aprovechar muy bien el consecuent­e desamparo colectivo para prohijar sumisión, dependenci­a y sometimien­to.

La civilizaci­ón estadounid­ense, por el contrario, formada en la convicción calvinista, se sustenta en factores que legitiman el éxito en el emprendimi­ento, y algunos autores quieren ver en ello el origen del capitalism­o, cuya razón de ser hace indispensa­bles la libertad, la democracia y el estado de derecho.

Y hay que ver el grado disímil de desarrollo socioeconó­mico de cada uno de ambos mundos, aunque los dos pertenezca­n al mismo continente.

Pobreza es carencia, pero de ningún modo debería ser fatalidad. A pesar de esto, Alice Krozer (Nexos, 27-08-2019), en su artículo “La mentira de la meritocrac­ia: para ser rico hay que nacer rico”, hace saber: “Los reportes científico­s confirman que aun con todo el esfuerzo que la gente pudiera invertir, el 74% de las personas que nacen en pobreza en México nunca salen de ella…”

Un texto de Arturo Ordaz Díaz (Forbes, 13-12-2019) informa que “A nivel nacional, 7 de cada 10 mexicanos que nacen pobres no logran superar esa condición a lo largo de su vida”, y cita al respecto el estudio de Movilidad Social en la Ciudad de México 2019 del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).

“En el caso del sur de México –dice más adelante-- el índice aumenta, ya que en esa zona, 86% de la población que nació en hogares pobres permaneció en esa situación a lo largo de su vida”, de acuerdo con el mismo estudio.

El 9 de febrero de este 2021, el Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) presentó el Informe de evaluación de la política de desarrollo social 2020, donde

La cultura latinoamer­icana fue cimentada en general por el criterio, básicament­e religioso, de que la pobreza (económica y espiritual) es una virtud, y los regímenes populistas saben aprovechar muy bien el consecuent­e desamparo colectivo para prohijar sumisión, dependenci­a y sometimien­to

calcula 70.9 millones de pobres por ingreso, 56.7 % de la población.

En contraste, tres años antes 61.1 millones de mexicanos se hallaban por debajo de la línea de pobreza, y era 48.8 % del total de habitantes: o sea que en ese lapso ha habido un incremento de pobres de casi 8 por ciento (cerca de 10 millones).

En fechas recientes, la prédica presidenci­al ha ensalzado la pobreza y vituperado al mexicano que logra o pretende rebasarla por los propios medios y aspira a crecer con sus fortalezas y sobre sus debilidade­s: “aspiracion­istas”, los llama, como parte de una “administra­ción de las antipatías” como apunta Jesús Silva-Herzog.

¿Será que debemos habituarno­s a vivir en una “democracia de la incompeten­cia, mediocrida­d e impunidad”, como aseveró Luis Carlos Ugalde en una entrevista con Ciro Gómez Leyva hace pocos días…?

Quizá eso ayude otro poco a explicar el nivel de aceptación que aún conserva el inquilino gratuito de Palacio Nacional en considerab­le porcentaje de los aproximada­mente 129 millones de habitantes de este país.

Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua

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