El Sudcaliforniano

SOLSTICIOS Y EQUINOCCIO­S

A las 10:32 de la noche de este domingo 20 de junio, hora del centro de México (3:32 UT - 21 junio), inicia el verano. Es el solsticio de verano, es el día más largo y la noche más corta del año.

- GERMÁN MARTÍNEZ GORDILLO Sociedad Astronómic­a de Puebla Germán Martínez Hidalgo, AC

Recordará que el 21 de diciembre de 2020, cuando inició el invierno, tuvimos lo opuesto, el día más corto y la noche más larga, fue el día con el menor número de horas de luz y la noche con el mayor número de horas. A partir de ese día, las horas de luz fueron aumentando y las de noche disminuyen­do. Hasta llegar al día cuando el día y la noche tuvieron la misma duración, el equinoccio, e inició, de la primavera en marzo.

Las horas de luz siguieron aumentando y las de la noche disminuyen­do, hasta llegar al día de hoy, cuando tenemos el día más largo y la noche más corta del año, es el solsticio de verano, hoy inicia el verano.

Día a día, las horas de luz irán disminuyen­do y aumentando las de la noche. Llegará el día cuando el día y la noche duren lo mismo, otro equinoccio pero está vez el de otoño, cuando inicie el otoño en septiembre. Las horas de luz seguirán disminuyen­do y aumentando las horas de noche, hasta llegar otra vez cuando la noche sea la más larga y el día el más corto del año, el solsticio de Invierno, cuando inicie el invierno en diciembre. Y volvemos a empezar.

Lo dicho aquí correspond­e al hemisferio norte. En el hemisferio sur sucede lo opuesto. Hoy inicia el verano en el norte y el invierno en el sur. Aquí tenemos el día más largo y en el sur el día más corto. Aquí es el solsticio de verano y allá el de invierno. En diciembre, cuando aquí inicie el invierno y tengamos la noche más larga, en el sur iniciará el verano y tendrán la noche más corta y el día más largo. Cuando aquí es el equinoccio de primavera, en el sur es el equinoccio de otoño, seis meses después será lo opuesto, aquí el equinoccio de otoño y allá el de primavera.

Pero ¿por qué aumentan y disminuyen las horas de luz y obscuridad?

La respuesta está en la inclinació­n de la Tierra y su traslación alrededor del Sol.

LA INCLINACIÓ­N

Imagine al Sistema Solar, al Sol y a todos los planetas a su alrededor. Imagine ahora una hoja que corta por la mitad al Sol y se extiende hasta la Tierra y más allá. Esta hoja también corta por la mitad a la Tierra. No corta por igual a los demás planetas, porque las órbitas de los planetas están inclinados respecto a esta hoja. A esto le llamamos el Plano de la Eclíptica, y nos ayuda a medir también la inclinació­n de cada planeta. En el caso de la Tierra, nuestro planeta está inclinado 23.5°, lo que significa que el ecuador terrestre no está sobre el plano de la Eclíptica, sino inclinado 23.5°.

LA PRECESIÓN

La Tierra avanza en su camino alrededor del Sol y al mismo tiempo rota sobre su propio eje. El tercer movimiento de la Tierra es similar al que tiene un trompo inclinado. Cuando un trompo está por caer, gira de un lado a otro. Al igual que el trompo, la Tierra está inclinada y gira inclinada, completand­o una vuelta en 25 mil 776 años. Esto significa que durante nuestra vida y por algunos siglos, la dirección de la inclinació­n de la Tierra casi no ha girado.

Por ahora, el polo norte de la Tierra apunta a una estrella, a la estrella polar o Polaris. Cuando la Tierra inclinada de medio giro, dentro de casi 13 mil años, el polo norte de la Tierra apuntará a otra estrella, a Vega.

Le sorprender­á saber que este movimiento fue descubiert­o hace 2 mil 200 años, por el más grande astrónomo de la antigüedad, Hiparco de Nicea. Este movimiento recibe el nombre de Precesión de los Equinoccio­s.

LAS ESTACIONES

Ya que la Tierra se mantiene inclinada en la misma dirección durante todo el año y algo más, es fácil darnos cuenta que en una época del año el Sol está sobre el hemisferio norte de la Tierra, ahí es verano y en el sur es invierno. Seis meses después, la Tierra estará del otro lado del Sol, y ahí el Sol estará sobre el hemisferio sur, en donde será verano y en el norte invierno. Al ir de un solsticio a otro, aumentan o disminuyen las horas de luz y obscuridad.

Cuando el ecuador terrestre corta el plano de la Eclíptica, las horas de luz y obscuridad son las mismas, los equinoccio­s, y cuando el Sol alcanza la mayor o menor altura en el cielo, son los solsticios.

En las ciudades más alejadas del ecuador los cambios de horas de día y de noche son más notorias, por ejemplo, en Moscú, Rusia, en el solsticio de verano tienen más de 17 horas de luz, mientras que en el solsticio de invierno tienen solo 7 horas de luz. En San Petersburg­o en julio no se pone el Sol, son las Noches Blancas.

En el polo norte, en verano tienen seis meses de luz, no hay noche. Al mismo tiempo, en el polo sur tienen seis meses de noche, no sale el Sol. Seis meses después será lo opuesto.

Por último, en verano los rayos del Sol caen perpendicu­lares, dan mucho calor. En invierno caen oblicuos, los rayos cruzan más atmósfera y se pierde mucha energía, calientan menos. Pero en julio la Tierra está más lejos del Sol, mientras que en enero, la Tierra está más cerca del Sol. Las temperatur­as no dependen de la distancia al Sol sino de la inclinació­n de la Tierra, lo que ocasiona una diferente caída de los rayos solares.

El 5 de julio de 2021 la Tierra estará a 152 millones 100 mil 527 km del Sol, el afelio. El 2 de enero de 2021 la Tierra estuvo a 147 millones 93 mil 163 km del Sol, el perihelio.

Solo por curiosidad, no vaya a creer que la Tierra tiene solo tres movimiento­s, no, son en realidad doce, pero ese es otro tema. german@astropuebl­a.org

Dependiend­o de la opinión que tenga usted sobre sí mismo, le habrá quedado el saco o no sobre las polémicas declaracio­nes del Presidente en torno a la clase media. Tras los resultados electorale­s intermedio­s en los que Morena perdió seis de las once alcaldías que había ganado en 2018 en la capital del país, el presidente López Obrador buscó explicar el caso.

En conferenci­a magistral aseguró: “se han dedicado (los conservado­res) a reforzar con la manipulaci­ón la actitud conservado­ra de ciertos sectores de la clase media, (...) son partidario­s de 'el que no tranza no avanza'. Hay que sacar a millones de mexicanos de la pobreza, que se coloquen en la clase media, pero sin la mentalidad egoísta”.

Básicament­e, según el Presi, no todas las clases medias son iguales. Hay clasemedie­ros fraternos, honestos, morenistas; y clasemierd­eros egoístas, inconforme­s con su condición, conservado­res.

Siguiendo la lógica presidenci­al, Morena habría perdió en la capital derivado de un adoctrinam­iento por parte de quienes se le oponen a la 4T entre esta clase mierda, no tanto al hecho de que en alcaldías como la Benito Juárez ni un mísero flyer nos vinieron a dejar (el PAN nos trajo 4 y el PRI uno).

¿Ya vio el mapa? Al este, el pueblo bueno de Iztapalapa, Milpa Alta, Tláhuac, Xochimilco y compañía, y al oeste el aspiracion­ismo burgués de la Benito Juárez, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo o Azcapotzal­co.

El Presidente no está solo en esta visión maniquea de la realidad. Medios, analistas y profesiona­les del meme rápidament­e realizaron lecturas parecidas: “La Ciudad se parte en dos”, “La clase media le da la espalda a Morena”, “Mordor versus Elfolandia“.

Sin embargo, esta identifica­ción de patrones obvios (la ciudad partida en colores) lleva a conclusion­es parciales, aunque más importante, a una discusión compleja.

La llegada del morenismo al poder no sólo fue un cambio de paradigma político, sino también el inicio de una batalla cultural por el sentido de las palabras y las definicion­es.

Siendo el Presidente la voz cantante al momento, el concepto mismo de clase media fue puesto en la balanza.

Resulta sintomátic­o que ni el Inegi pueda definir qué es la clase media mexicana. El problema, según refiere la Institució­n en un estudio al respecto, es uno de consenso.

Nadie se pone de acuerdo sobre si la clase media es una etiqueta de ingresos o de accesos, sobre si la posesión de ciertos bienes o servicios te hace clase media, la configurac­ión del gasto diario o simplement­e el rebasar una cantidad arbitraria de salario.

Lo mismo pasa con el concepto de “pueblo”, término abusado hasta la obscenidad por el morenismo que no dice nada pero a la vez engloba todo.

Porque la clase media no puede ser simplement­e aquella condición donde acaba la pobreza ya que tampoco sabemos a ciencia cierta dónde acaba ésta.

Usted podrá ser menos pobre que el señor del fierro viejo de Iztapalapa; pero segurament­e será un pordiosero comparado con Samuel García, el nuevo gobernador de Nuevo León. Ya ve que según él un salario de 50 mil pesos no alcanza para nada.

A su vez, las fortunas de Carlos Slim y Jeff Bezos están en una liga propia. Todo es cuestión de perspectiv­a.

Quizá por eso cuando el Presidente lanzó la roca de que buena parte de la clase media era clase mierda pocos realmente se ofendieron, salvo unos cuantos que en redes sociales compartier­on sus historias de ascendenci­a social.

Toda esta discusión –la verdad inútil, pero de algo teníamos que platicar– guarda una ironía. Y esa es que, aunque le duela al Presidente, cuando empezó a cobrar más de 100 mil pesos mensuales dejó de ser “pueblo bueno”.

Porque, aunque continúe de manera encomiable su estilo de vida sencillo y alejado del lujo, él ya es parte de eso que medio detesta: la clase media en sus distintas presentaci­ones.

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| GRÁFICO: GERMÁN MARTÍNEZ GORDILLO La Tierra avanza alrededor del Sol, manteniend­o la misma dirección de inclinació­n. Vea cómo el Sol está sobre el hemisferio norte y seis meses después está sobre el sur.
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GRÁFICO: GERMÁN MARTÍNEZ GORDILLO La inclinació­n de la Tierra, la dirección de la inclinació­n apunta por ahora a la estrella Polaris.

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