El Sudcaliforniano

El relato de la chica del Jardín Velasco

Justamente a las 12 de la noche llegaba una joven vestida de negro que se pasaba horas sentada en una banca y sin moverse

- HUGO FIMBRES

El Jardín Velasco tiene en su haber un sinfín de relatos que giran en su alrededor, ya sea por su belleza o su infraestru­ctura que enamoró a una generación que disfrutaba estar en el lugar en todo momento, ya sea de día o de noche, esta última esconde las aparicione­s de una chica que comenzó a espantar en la madrugada.

Corría el año de 1980 y el Jardín Velasco lucía en todo su esplendor, los árboles grandes y frondosos daban la bienvenida a cualquiera que llegaba a la ciudad, las familias daban acto de presencia, sobre todo los domingos, ya que al salir de misa era toda una tradición comprarse una nieve

Las historias que hay en torno al centro, en especial al Jardín Velasco, siguen siendo parte de la cultura sudcalifor­niana

o dulce de algodón y sentarse por horas para ver caer el sol y sus atardecere­s.

Pero comenzó a suceder un detalle, muchas personas optaron por retirarse más temprano de lo normal, sigilosos se despedían, casi casi sin decir nada, pero era como si ya supieran algo.

Poco a poco se comenzó a correr el rumor de que al caer las 12 de la noche llegaba una chica vestida de negro y se la pasaba horas sentada y que además no se movía y si llegaba hacerlo clavaba la mirada en todo aquel que lo observaba. Algunos residentes que mencionaro­n haberla visto, recalcaban que se estaba hasta las 3 de la mañana y que de la nada se desaparecí­a.

EL TEMOR SE HIZO COLECTIVO

Hay que recordar que en aquellos años, muchas personas y turistas se estaban a deshoras de la noche, tanto en el famoso parque como en otros puntos de la zona Centro y del malecón, pues no había tanta insegurida­d, además de que por otro lado no existían tantos lugares para divertirse como hoy en día.

El temor de que la chica se apareciera comenzó a ser colectivo, las personas sí visitaban el Jardín Velasco, pero los horarios se fueron reduciendo a tal grado que al dar las 11 y media de la noche, el lugar estaba vacío. Solo se podían observar a uno que otro turista despistado sin saber nada sobre las aparicione­s de la chica. Muchas veces los mismos taxistas casi al retirarse les decían lo que sucedía al caer la medianoche, unos sonreían, mientras que otros se retiraban con temor y horror.

Durante muchos meses se llegó a pensar que era una historia inventada para que los jóvenes se fueran a sus casas temprano, pero ello se diluyo cuando un vendedor de pulseras corrió lo más rápido pasible hasta la Catedral de Nuestra Señora de La Paz y empezó a rezar por el alma de la chica, pues su mirada había perpetuado su ser en ese momento.

Al paso del tiempo ya nunca se volvió a saber del vendedor ni de la chica, algunos suponen que los rezos le dieron descanso eterno, mientras que otros que el alma del joven fue absorbida en plena madrugada.

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/EL SUDCALIFOR­NIANO El Jardín Velasco guarda en su haber miles de historias y relatos que solo el tiempo ha sabido conservar

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