El Universal

Gustavo Garmendia, el hombre que defendió a Francisco I. Madero

Le rendirán homenaje hoy, en el Día de la Lealtad

- Abida Ventura

Tras 10 días de combate entre los militares sublevados y los federales, el 18 de febrero de 1913, mientras el presidente Francisco I. Madero se despedía de sus ministros en el salón de Acuerdos de Palacio Nacional, fueron súbitament­e interrumpi­dos por el teniente coronel Teodoro Jiménez Riveroll, el mayor Rafael Izquierdo y varios soldados, bajo el mando del general Aureliano Blanquet, todos dispuestos a disparar contra Madero.

Cuando Jiménez Riveroll intentó aprehender a Madero tomándolo de un brazo, el capitán Gustavo Garmendia, oficial del Estado Mayor, quien acompañó a Madero en el viaje a Cuernavaca en busca de la ayuda de Felipe Ángeles, desenfundó su pistola y mató a Jiménez Riveroll y al mayor Rafael Izquierdo.

Una placa de bronce instalada en 1972 en los muros de Palacio Nacional recuerda ese acto heroico de Garmendia y los que defendiero­n a Madero

GABINETE MADERISTA . En la imagen, el teniente coronel Garmendia, el cuarto de pie de derecha a izquierda, con el Estado Mayor de Madero en Palacio Nacional y que daría origen al Día Nacional de la Lealtad, que se celebra hoy 18 de febrero.

Para conmemorar los cien años de ese evento que se enmarca dentro de la Decena Trágica, familiares, autoridade­s y un grupo de cadetes de la Academia Ignacio Zaragoza de Puebla montarán hoy a las 13 horas una guardia de honor en la tumba de Gustavo Gar- mendia, en el Panteón Francés de la ciudad de México.

Valiente militar

Nacido en Oaxaca en agosto de 1881, Gustavo Garmendia y Villafaña, es recordado por su sobrino-bisnieto, el historiado­r poblano Aldo Roberto Rivero Pastor como un “valiente militar” que, como pocos, se atrevió a defender con su vida a Francisco I. Madero, en un momento en que sus más cercanos lo habían traicionad­o. “Garmendia, fue amigo personal de Madero, ocupó el cargo de Oficial del Estado Mayor Presidenci­al durante la breve presidenci­a maderista, del 11 de noviembre de 1911 al 9 de octubre de 1912, y por segunda ocasión hasta el 18 de febrero de 1913, dejando el cargo por deserción; jugó un papel importante dentro del Gabi- nete de Madero”, comenta el historiado­r, quien ha documentad­o la vida de su antepasado a través de los relatos orales de la familia, así como con el expediente de Garmendia que resguarda el Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Rivero Pastor relata que en la confusión de aquella tarde del 18 de febrero, que sería el preámbulo del trágico final que le esperaba a Madero y a José María Pino Suárez, Gustavo Garmendia logró huir de Palacio Nacional, “trepando con los codos por entre los muros de colindanci­a, corriendo por las azoteas hacia la calle de Corregidor­a”.

Por varios días se escondió en una casa, cercana a su domicilio en Tacubaya y antes de huir disfrazado de polizón en un ferrocarri­l hacia el norte del país, se quemó el rostro con permangana­to para evitar ser apresado por el nuevo régimen de Victoriano Huerta, tal como lo documenta un telegrama emitido por el general Manuel Mondragón, donde se solicita su aprehensió­n como desertor del ejército.

Ya en el norte, se unió a las filas de Álvaro Obregón para combatir a Victoriano Huerta. Meses después, el 12 de noviembre de 1913, moriría en combate, en el asalto y toma de Culiacán, Sinaloa, desangrado entre unas zarzas, debido a una herida de bala en una pierna. Episodio que Martín Luis Guzmán recreó después en una de sus novelas.

En diciembre de 1916, los restos de Garmendia fueron trasladado­s a la ciudad de México, por órdenes del presidente Venustiano Carranza y fueron enterrados en el Panteón Francés, donde hoy le rendirán solemne homenaje.

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