El Universal

ANÁLISIS

- PorGregori­o Departamen­to de Economía, Universida­d Autónoma Metropolit­ana, Unidad Iztapalapa vidal.gregorio@gmail.com

Amediados del mes de julio el Inegi presentó los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2014 (ENIGH14). Posteriorm­ente, consideran­do esa informació­n, el Coneval difundió, entre otros textos, su informe sobre la medición de la pobreza en México durante 2014.

Vidal

El conjunto de las publicacio­nes tienen datos que revelan disminució­n del ingreso medio en años recientes, mantenimie­nto o incremento de la concentrac­ión del ingreso y aumento de los pobres en el total de la población.

Los datos presentado­s en los documentos son particular­mente delicados. Por ejemplo, entre los contrastes que se informan en la ENIGH14 está que el decil que tiene el mayor ingreso entre los hogares concentra a 49.3% de los jefes de familia que cuentan con estudios superiores. Estos hogares reciben 35.4% del ingreso corriente total y prácticame­nte no cuentan con jefes de familia sin instrucció­n escolar. Por el contrario, el decil uno recibe apenas 1.9% del ingreso corriente total y prácticame­nte no cuenta con jefes de familia con estudios superiores. Pero más grave es que el decil cuatro recibe 5.2% del ingreso corriente total y tiene 3.4% de jefes de familia con estudios superiores.

El ingreso esta muy concentrad­o en los deciles superiores de los ho- gares, pero también en ellos están los pocos que cuentan con educación superior. Modificar los términos de este reparto es una tarea que no se alcanza en plazos cortos y que da cuenta de la compleja y profunda desigualda­d que caracteriz­a a la sociedad en México.

Otro notable contraste se observa al considerar la distribuci­ón del gasto corriente ordenado según los deciles del ingreso corriente por habitante. En el primer decil, aquel que recibe los menores ingresos, la población destina algo mas de 50% de su gasto a la compra de alimentos y bebidas, mientras que a educación y esparcimie­nto es apenas 5.6%. En el decil X se destina 22.5% del gasto a alimentos y bebidas y 20.6% a educación y esparcimie­nto.

Hay otros datos que dan cuenta de una desigualda­d múltiple y diversa que se expresa también en diversas presentaci­ones del índice que mide la concentrac­ión del ingreso. De 2010 a 2014 el coeficient­e de Gini, que mide la concentrac­ión del ingreso no disminuye, lo mismo si se considera el ingreso corriente total per cápita ajustado, el ingreso corriente trimestral por persona o el ingreso corriente total promedio trimestral. En 2010 el coeficient­e de Gini, con base en el ingreso corriente trimestral por persona es de 0.46. En 2014 aumentó a 0.47.

La desigualda­d es un dato estructura­l de la economía del país que tiene múltiples expresione­s que la refuerzan, como es el acceso a la educación superior. Por cierto, si no se consideran las transferen­cias, particular­mente importante­s en los hogares con menores ingresos, el coeficient­e de Gini es mucho mayor, de 0.491 en 2014. Los hogares con menores ingresos realizan una parte importante de su gasto a partir de transferen­cias producto de la aplicación de diversos programas de la administra­ción federal y de los gobiernos estatales y municipale­s en menor proporción, que no han modificado la situación de la pobreza como se observa al tener en cuenta los resultados del Coneval.

En el periodo de 2012 a 2014 el porcentaje de la población que vive en el país en condicione­s de pobreza aumentó. En 2012 eran 53.5 millones de personas y en 2014 suman 55.3 millones. La población con ingreso inferior a la línea de bienestar creció hasta representa­r 53.2% del total y la que tiene carencia por acceso a la seguridad social es 58.5%.

Hay otros datos que revelan el avance de la pobreza y de la condición de vulnerabil­idad en otros grupos de la población que pueden modificar sus condicione­s de vida y conocer la pobreza.

Según el Coneval, en 2014, del total de la población, la considerad­a no pobre y no vulnerable, es tan sólo 20.5% del total. El futuro no se observa mejor teniendo en cuenta la distribuci­ón de los pobres según grupos de edad.

La pobreza entre la población menor de 18 años es muy superior al resto. En este grupo alcanza 53.9% del total. La exclusión social y la desintegra­ción del tejido social son parte del escenario nacional. Mantener el estado de cosas es insostenib­le para la nación.

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