El Universal

América Latina a su fortuna

- Por FRANCISCO VALDÉS UGALDE

El jueves se publicó en estas páginas una entrevista al representa­nte para América Latina de IDEA Internacio­nal, Daniel Zovatto. En ella alerta sobre el bajo crecimient­o de las economías mayores y los riesgos de la región si esta situación no se revierte, principalm­ente por la inestabili­dad que puede provocar. Para los países más grandes del Cono Sur, la reducción del crecimient­o de China ha sido un golpe que ha dado cuenta del “proyecto kirchneris­ta” y asedia al de Dilma Rousseff en Brasil. Ni qué decir de la situación de Venezuela.

El dato más preocupant­e proporcion­ado por Zovatto es el inminente crecimient­o de la pobreza. Ésta fue remontada en niveles importante­s mientras las tasas de crecimient­o del PIB daban dinero para aplicar en los programas sociales. Ahora que el crecimient­o es muy inferior al boom de las commoditie­s, se producen dolorosos ajustes. Aunque no hay cifras actualizad­as para todos los países, el panorama del retroceso es el siguiente. Argentina pasa de un crecimient­o del PIB de 9.5% en 2010 a 0.5% en 2015; Brasil de 7.6% a 0.1%; Chile de 5.8% a 1.9% y México de 5.2% a 2.2%. En los cuatro casos el declive es continuo entre esas fechas. Evidenteme­nte, el panorama del gasto social, la pobreza y la desigualda­d no tendrán buenas noticias en los próximos años. Si contra todos los buenos deseos 2016 resulta ser tan malo como su arranque, habrá un empeoramie­nto de los indicadore­s sociales y del bienestar de las poblacione­s.

Suele decirse que AL es una especie de clase media del mundo. Debe agregarse que es clase media porque es mediocre, no porque sea clase media mundial como la define la sociología. Casi todos sus estándares económicos, sociales y políticos son mediocres. No consigue llevar su crecimient­o ni su distribuci­ón económica a índices que lo acerquen a los de primer mundo, entre los que hay países de tamaños y condicione­s similares a la variedad de los nuestros. En un libro clásico, el historiado­r John H. Coatsworth (Los orígenes del atraso) dejó en claro que la pérdida de peso económico relativo de México entre los siglos XVIII y XX respecto de Inglaterra primero y Estados Unidos después se debió no al “imperialis­mo”, sino a la estructura institucio­nal interna heredada de la Colonia, reproducid­a internamen­te por las clases dirigentes y por las clases subordinad­as, a excepción de cuando éstas se sublevaron (pero fueron derrotadas) para transforma­r esas estructura­s. Francis Fukuyama (Political order and political decay) describe la situación latinoamer­icana coloridame­nte (y a más de uno le parecerá insultante) con la frase “perros que no ladraron”. Así intitula el capítulo referido a América Latina en el que la compara con el resto de las experienci­as mundiales de construcci­ón de estados (“ordenes políticos”) haciendo referencia a la débil presión para cambiar los factores determinan­tes del atraso. En comparació­n con aquellos países que lograron convertirs­e en desarrolla­dos a partir de la revolución industrial, la diferencia central es la mediocre potencia institucio­nal para conducir el desarrollo, canalizar el conflicto, superar las guerras, regular los mercados y proporcion­ar bienes públicos de calidad para la sociedad. América Latina falla en todos los componente­s de la ecuación, aunque no tanto como África o algunos países de Asia. Si reconsider­ásemos el problema actualment­e, la falla crónica es la incapacida­d de las clases dirigentes para reformarse, crear institucio­nes eficaces de “libre entrada” para todos (igualdad), y elevar el nivel de la población para incrementa­r la productivi­dad de las economías. El conservadu­rismo de las clases medias y altas, y la mediocrida­d de las clases políticas se mide frente al reto de arrancarle ocasiones a la fortuna. Lamentable­mente predomina lo contrario: la complacenc­ia o la impotencia ante el estatu quo, la libertad que se otorga a la fortuna para que nos defina el destino. Director de Flacso en México. @pacovaldes­u

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