La ciudad según Mancera
Quizás la formación académica de los políticos juegue un papel más preponderante en su estilo de gobernar de lo que creemos. Miguel Ángel Mancera ha pasado la mayor parte de su vida estudiando el Derecho y toda su administración recordándonoslo. Sus políticas se han concentrado en lo legal. El mandato de Mancera será más recordado por los juristas que por los ciudadanos. No hay duda de que las leyes son importantes, pero el gremio tiende a sobrevalorar su impacto; para que las leyes funcionen tienen que ser acompañadas de actores e instituciones que intercedan por ellas en la realidad. La reforma constitucional que cambia el estatus jurídico de la ciudad y el nuevo Reglamento de Tránsito son triunfos importantes, pero de poco servirán si sus consecuencias no aterrizan en la cotidianidad.
Parece ser que en el gobierno del Distrito Federal persiste una visión cuyo principio y fin es legal; la noción de que las cosas sólo existen cuando están en ley y que, por lo tanto, al transformar la ley se transforma también la realidad.
El problema del viejo Reglamento de Tránsito no era el de sus fallas regulatorias, sino su inoperancia. El caos vial era producto de una nula aplicación de la ley. En ese sentido la creación de un nuevo reglamento no soluciona por sí mismo el problema: cambian las reglas pero no las instituciones que deben hacerlas cumplir. No es casualidad que la controversia se centre en torno a las cámaras que el GDF ha puesto; las máquinas son las únicas que aplican la ley.
Al jefe de Gobierno le ha costado trabajo entender las razones de su baja popularidad. La falla es de origen. Su visión de ciudad ha quedado limitada por una tendencia a ver la realidad desde sus ojos de abogado. El problema es que limita incluso aquello que privilegia: las leyes son herramientas para mejorar la realidad, pero no son su fin último. Mientras la visión del jefe de Gobierno siga concentrada en resquicios legales, su legado será cuestionable. Sin embargo, no se necesita construir segundos pisos para transformar esto en un legado mucho más redituable. El nuevo reglamento por si sólo significa muy poco, pero si Mancera logra instaurarlo en la realidad, podría contarse entre uno de los logros políticos más remarcables de la historia de la ciudad. Analista. @emiliolezama www.emiliolezama.com. Lea la versión larga en la edición online