El Universal

Mariana Mallol arma una fiesta con los niños

- JANET MÉRIDA —janet.merida@eluniversa­l.com.mx

Así como los adolescent­es, adultos y abuelos disfrutan de conciertos masivos brincando, gritando y coreando, existe un público pequeñito que también goza en igual o mayor medida de la música, y fueron ellos quienes llenaron el Lunario del Auditorio Nacional el domingo pasado durante el concierto de Mariana Mallol.

A oscuras, iluminados por el escenario multicolor se veían las sombras chiquitas moviéndose de un lado a otro, bailando al ritmo de Aram Sam Sam por ejemplo, otros más sentados en las piernas de sus padres —que también se sabían las canciones— movían los brazos como olas de mar y luego sus brazos se convertían en la trompa de un cocodrilo o brazo de un orangután.

Ahí también estaba el pingüino que generalmen­te acompaña a Mariana a todas sus aventuras.

En una parte del concierto la cantante preguntó quiénes de los niños tenían mascotas y una a una se fueron levantando las manitas de los asistentes, ávidos de música. Para ellos dedicó “Mi perro amor”, tema que canta de la mano de Julieta Venegas usualmente.

Los niños mantuviero­n su atención durante todo el concierto y todos cacharon corazones rojos en forma de globo cuando cantó “Abrazos, besos y apapachos”. La cantante pidió que cuidaran bien su corazón que estaba entregando esa tarde de domingo a todos los asistentes en cada canción.

Mariana Mallol, de origen argentino, se dedica desde inicios de los 90 a cantarle a los niños.

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