Por qué los hoteles no tienen piso trece
El World Trade Center de la Ciudad de México no fue planeado para ser un gran centro de convenciones, sino el Hotel de México. Por haberse concebido como un hotel, sus elevadores no incluyen el piso 13, debido a una creencia mundial de que este número es
Se cierran las puertas y comienza el viaje a 500 metros de altura. Un hombre de traje obscuro con franjas doradas comanda el traslado que durará algunos segundos. Los tripulantes indican la altura que desean; el elevadorista presiona los botones señalados. ¡36! Bajan dos compañeros de trabajo, quienes platican de su jornada. ¡40! Baja una pareja y sube un par de amigas. ¡47! El resto de la tripulación desocupa el ascensor.
Pero nadie baja en el piso 13 del hoy World Trade Center, que antes fuera el Hotel de México, en la colonia Nápoles, y es que aunque físicamente sí existe, en su elevador no está marcado este piso. Triscaidecafobia: tendencia mundial en los hoteles. La triscaidecafobia —temor al número 13— se apoderó de distintas edificaciones del mundo. Se cree que parte de esta superstición se desencadenó por el libro Viernes el trece (1907), de Thomas Lawson, el cual habla sobre una crisis financiera acaecida en un viernes 13. La crisis financiera de 1929 en Nueva York se ligó con la ‘predicción’ de ese libro, y se asoció a la mala suerte.
También se relacionó con que fueron 12 los apóstoles que cenaron con Jesús en la Última Cena y con él eran 13 personas, antes de ser entregado para morir.
“No hay ningún hotel que tenga piso 13 marcado en sus elevadores, el Hotel de México no es el único”, afirmó para EL UNIVERSAL el ingeniero Carlos Corral, director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Urbanistas. Relató que fue una tendencia mundial de inicios de la década de los 20, en la que se creyó y se sigue creyendo que este número es de mala suerte también en las edificaciones.
“Esta creencia sigue vigente — dijo el ingeniero Corral—, si hoy se construyera un hotel en Cancún no se marcaría el piso 13, por considerarse de mala suerte”.
Donde hoy se erige el World Trade Center, entre la década de los 30 y 40, se encontraba el Parque de la Lama, propiedad del empresario José Jerónimo de la Lama. Este lugar fue un centro recreativo con 54 mil metros cuadrados cubiertos por árboles, como abedules, olmos, palmeras y sauces, el cual embelleció la colonia Nápoles.
La urbe fue creciendo. En 1952, Ernesto P. Uruchurtu, regente del Distrito Federal, decidió expropiar el parque para uso público. Fue así cómo, en 1966, el empresario español Manuel Suárez y Suárez comenzó la construcción formal de lo que pretendía ser el hotel más grande de Latinoamérica. Sin embargo, la obra fue suspendida hasta 1972.
De finales de la década de los 80 hasta 1992 la obra se detuvo de nuevo. A pesar de esto —en 1980—, el Gran Salón del entonces Hotel de México recibió al grupo inglés The Police The Police en lo más alto de México. Eran las 8:30 de la noche cuando comenzó la cena-concierto y Alfonso Ochoa no había llegado. Él fue uno de los admiradores emocionados que abarrotaron el Gran Salón del Hotel México, el 15 de noviembre de 1980, para ver al trío británico. Con sólo diez años de edad, fue afortunado, pues el precio de la entrada hizo de éste un evento exclusivo.
“Me quedé parado y con la boca abierta durante la hora y cacho que tocaron. Para mí fue una de las cosas más emocionantes”, relató para al diario.
La presentación se llevó a cabo en El Giratorio —un lugar que funciona como restaurante pero que en este caso fungió como una sala de conciertos en la que no cabía ni un alma— y cuando brincaban daba miedo, pues sentían como si se inclinara el edificio. “Recuerdo que los integrantes de The Police tenían una mezcla entre felicidad y preocupación de que éste fuera su último concierto”.
“La banda estuvo a todo dar. Cantaron como 12 canciones, entre ellas Roxanne, De do do de da da da, So lonely, inclusive una que después sería sólo de Sting: Bring on the night”, confesó. Nunca pudo ser hotel. Los distintos conflictos económicos truncaron el sueño de volverlo uno de los sitios más importantes en hospedaje. A finales de la década de los 80, Alfredo Suárez Ruiz y Francisco de Paula León, inversionistas, cambiaron el concepto original por un Centro Internacional de Negocios.
En 1992, el Banco de Comercio Exterior (Bancomext) se convirtió en el socio mayoritario, de acuerdo con información proporcionada por el WTC.
El 18 de noviembre de 1994, la obra cambió a una estructura moderna con cobertura de cortinas cristalinas, elevadores más rápidos que los de la Torre La- tinoamericana y oficinas de vanguardia, aunque estaba inconclusa. Recibió un nuevo nombre: World Trade Center (Ciudad de México) y también se llevó a cabo una ceremonia inaugural, donde el ex presidente Salinas de Gortari cortó el listón “que inmediatamente iluminó la cúpula de todo el edificio, y aparecieron efectos especiales con los logos de las principales firmas empresariales”, de acuerdo con EL UNIVERSAL. Ese mismo día, se prometió que el inmueble, con valor de más de 650 millones de dólares, estaría listo dos años después.
A partir de 2005, HIR Expo Internacional se convirtió en el administrador del Centro Internacional de Exposiciones y Convenciones. Hoy, en este lugar —con más de 900 oficinas y 35 elevadores— se llevan a cabo distintos eventos nacionales e internacionales y exposiciones como Expo Mole Comic Con, Expo Café, Mexipan, Expo Cerveza, entre otros.
Además, los primeros cuatro pisos son parte de un centro comercial en el que se puede encontrar cerca de 69 locales, entre ellos, un cine premier, cafeterías y restaurantes. También en este lugar se encuentra el Pepsi Center —inaugurado en 2012—donde se han llevado a cabo distintos conciertos y exhibiciones.
En su interior, las actividades no paran. Las personas entran y salen. Mientras tanto, el hombre uniformado que viaja en los elevadores se queda solo por unos instantes, hasta que el ascensor vuelve a ser solicitado por oficinistas, empresarios y visitantes de este gran espejo.