El mundo y México: pensamiento integral
Amenudo se nos cuestiona el hablar de asuntos internacionales cuando en México hay tantos problemas. Y sí, claro que se necesita hablar de lo que sucede en nuestro país. La mayoría de los artículos lo hacen. Pero a veces también hace falta pensar de manera más global. Elevarnos unos instantes por encima de lo local, y mirar desde arriba el panorama completo. Van algunos ejemplos:
Sin la crisis económica mundial de 2008 no se puede entender la Primavera Árabe y sin Primavera Árabe no se entiende la guerra civil en Siria. A su vez, el prolongado empate en esa guerra no puede comprenderse sin la intervención internacional de potencias regionales y globales. Pero sin la prolongación de ese conflicto no se puede entender el ISIS que hoy conocemos. Eso conecta entonces a ISIS con la Primavera Árabe , con la crisis económica de 2008, con el desempleo juvenil y con los factores que dieron lugar, entre otras cosas, al ascenso de partidos como Podemos en España.
Mismo sistema, otro ángulo: los tres países peor situados en el Índice Global de Paz en 2015 son precisamente los mismos tres países de donde más refugiados llegaron a Europa ese año: Siria, Afganistán e Irak. En palabras simples, la participación de potencias occidentales, sin la cual no se entiende la prolongación de la guerra siria o mucho antes, sus intervenciones internacionales en Irak y Afganistán, y el caos resultante tras las mismas, se conectan con la crisis de refugiados que esos mismos países y/o sus aliados hoy viven, y con el incremento de la sensación de fronteras vulneradas y la necesidad de “rescatar lo nacional”, todo lo cual termina alimentando corrientes que van desde masas de ciudadanos votando por el Brexit , hasta el ascenso de partidos de extrema derecha.
Uno más. Los mercados de drogas, de armas, de productos ilícitos, el tráfico de personas, las redes de lavado de dinero, son las hebras dentro de las cuales nuestras organizaciones criminales nacen, viven y se reproducen. Esos mismos mercados son justamente en los que otros actores no estatales, como ISIS o Al Qaeda, se mueven. No es otro sistema. Es el mismo. Ya hemos conocido casos en los cuales organizaciones como Los Zetas comparten redes de lavado de dinero con grupos como Hezbollah, o en los cuales organizaciones criminales mexicanas venden droga en África a grupos islámicos, quienes la revenden para financiarse. Algunos de esos mismos actores africanos han jurado lealtad al “Estado Islámico”, una organización que ha inspirado ataques terroristas que terminan favoreciendo discursos como el que enarbola Trump, quien propone deportar a todos los indocumentados mexicanos, y quien jura construir un muro en nuestra frontera que nos obligará a pagar.
Pensar de manera global nos permite comprender los lazos entre los temas, pero también nos obliga a proponer soluciones más integrales. Cerrar las fronteras, construir cercas, exaltar nacionalismos o culpar a los otros de todos nuestros problemas, sea en Europa o en América del Norte, no resuelve la raíz de un sistema descompuesto. De ese sistema, todos nuestros países, regiones y ciudades, lo veamos o no, forman parte.