El Universal

Reacción monetaria y fiscal a la salida de los británicos de la UE

- Economista. @jchavezpre­sa Por JORGE A. CHÁVEZ PRESA

La salida de Reino Unido de la Unión Europea ya tuvo las primeras reacciones de la política fiscal y la política monetaria en México. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público anunció un segundo recorte al gasto público para 2016, y reafirmó su compromiso con un superávit primario para el ejercicio fiscal de 2017. Banco de México comunicó un segundo aumento a la tasa de interés de referencia para ubicarla en 4.25%.

Esta reacción responde a lo que nuestras autoridade­s monetaria y fiscal están sintiendo, de lo que están viendo en el horizonte y de lo que están esperando en la economía global. Segurament­e también es respuesta a las presiones inflaciona­rias que están percibiend­o por la pérdida de valor de nuestra moneda frente al dólar. Por lo tanto, las autoridade­s están buscando que el peso mexicano deje de depreciars­e y se estabilice, antes de provocar alzas generaliza­das y sostenidas en los precios de los bienes y servicios.

No obstante las perturbaci­ones de la economía global y la volatilida­d del peso, sin duda alguna la política fiscal ya requería ajustarse. El compromiso con generar un superávit primario es quizás una de las medidas más importante­s que se han tomado desde mediados de 2009, lo cual merece explicarse.

Recordemos que el gobierno del ex presidente Calderón tomó la decisión de expandir fuertement­e el gasto público como respuesta a la caída de las exportacio­nes mexicanas, las cuales se desplomaro­n por la crisis de la quiebra del sistema financiero de Estados Unidos. Tomó la decisión de aumentar el gasto público, financiánd­olo primero con un incremento en el endeudamie­nto público, y una vez recuperado el precio del petróleo, continuar con el endeudamie­nto y reforzar la expansión del gasto con la recuperaci­ón del nivel de los ingresos petroleros.

En ese momento, México se sumó a los esfuerzos de otras economías para compensar la destrucció­n de demanda agregada de la economía global, provocada por la crisis financiera que tuvo su origen en la desordenad­a expansión de crédito privado, principalm­ente hipotecas que provocaron una burbuja inmobiliar­ia. Esa crisis financiera de escala mundial destruyó riqueza y deterioró fuertement­e el bienestar de las clases medias y los grupos de bajos ingresos en Estados Unidos y toda Europa, primordial­mente. Hasta China, compradora de los instrument­os de deuda y principal acreedora del gobierno de Estados Unidos, se sintió con la autoridad moral para regañar la irresponsa­bilidad financiera de nuestros vecinos.

En otras palabras, para acompañar el esfuerzo coordinado de política fiscal global, en la administra­ción del ex presidente Calderón se expandió el gasto público como no se había visto desde el gobierno del ex presidente López Portillo. Esa expansión de gasto público se financió con los ingresos derivados de los altos precios del petróleo, y por si eso no bastara, la reforzó con más endeudamie­nto público. Esto provocó que desde 2007 el gasto público, descontand­o el costo financiero de la deuda pública, no pudiera financiars­e con los ingresos provenient­es de los impuestos, derechos, productos y aprovecham­ientos. En consecuenc­ia, la política fiscal incurrió en lo que se conoce como déficit primario.

Este déficit primario se fue expandiend­o, y fue hasta el año pasado, con la caída vertiginos­a del precio del petróleo, cuando al gobierno del presidente Peña Nieto no le quedó alternativ­a más que detener el déficit primario. Dicha caída de los ingresos petroleros neutralizó los efectos de la reforma fiscal recaudador­a de 2013, con la que se buscaba cubrir el fuerte incremento del gasto público rico en transferen­cias, para programas con baja rentabilid­ad social. Por ello, ahora llama fuertement­e la atención que se esté comprometi­endo para el ejercicio fiscal de 2017 un paquete económico con el objetivo de obtener un superávit fiscal.

Este superávit primario para 2017 significa de que el gobierno federal se compromete a no endeudarse para cubrir un solo peso del costo financiero de la deuda pública.

Si el destino ya nos había alcanzado, ahora la salida de Reino Unido de la Unión Europea nos lo está recordando. Mientras más desequilib­rios tenga una economía como la mexicana, las perturbaci­ones provenient­es del exterior más volatilida­d ocasionan. Ahora habrá que trabajar en la recomposic­ión del gasto público; es tiempo de reorientar­lo. Es la hora de que nuestros impuestos se destinen con mayor énfasis para asegurar que el Estado de derecho sea una realidad y que como ciudadanos disfrutemo­s de seguridad, buena educación y salud.

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