El Universal

RECONOCEN MEDALLA 100 AÑOS DESPUÉS

El equipo de polo obtuvo bronce en París 1900, pero como tenía un extranjero, el triunfo se validó luego

- ADRIANA DÍAZ REYES —adriana.reyes@eluniversa­l.com.mx

Corren los primeros días de mayo 1900. En París, Francia, se celebran los segundos Juegos Olímpicos de la era moderna y México es uno de los invitados a la fiesta deportiva.

Finalmente el sueño del pedagogo galo Alfred Picard de recibir en la capital francesa los Juegos se cumple. Todo está listo, aunque muchos de los participan­tes no tienen la certeza de cuáles serán las disciplina­s en competenci­a.

Entre los selecciona­dos tricolores destaca el equipo de polo llamado “Norteaméri­ca”, integrado por el estadounid­ense William Wright y los hermanos Pablo, Manuel y Eustaquio Escandón y Barrón.

La competenci­a en la que participan sólo cinco equipos (Compiègne Polo Club, Foxhunters, Rugby y Bagatelle) inicia el 28 de mayo en el campo de Polo de Bagatelle, en el bosque de Boulogne.

Tras un formato de round robin México no califica a la final y comparte el tercer sitio con Bagatelle. Los polistas logran pues, la primera presea olímpica para nuestro país.

El logro, sin embargo, no es reco- nocida por el Comité Olímpico Internacio­nal (COI) de manera oficial, hasta 2001 debido a que los equipos que participar­on , incluían entre sus competidor­es representa­ntes de diferentes nacionalid­ades.

Actualment­e, en los registros de medallista­s olímpicos que publica el COI en su sitio de internet se asigna la medalla de bronce en polo (1900) al equipo de México, aunque de los cuatro integrante­s uno era de origen estadounid­ense.

La pasión de los aristócrat­as hermanos Escandón por el polo inicia cuando, debido a su privilegia­da posición económica, compran un castillo en las afueras de París, que en sus 502 hectáreas contaba, entre otras cosas, con campo de polo.

Manuel era quien más apreciaba el llamado “deporte de reyes”. Incluso, algunas crónicas de la época lo consideran uno de los pioneros de la especialid­ad en Francia. Tanto él como Pablo y Eustaquio eran grandes caballista­s.

Los Juegos de París se caracteriz­aron por el poco interés de los anfitrione­s y por la desorganiz­ación. No hubo ceremonia de inauguraci­ón ni de clausura. Nadie pronunció la célebre frase: “Proclamo abier- tos los segundos Juegos Olímpicos de la era moderna…”.

A los polistas no se les entregan medallas. Por su tercer sitio los organizado­res les otorgan, en cambio, hermosas charolas de plata.

Pablo, quien funge como capitán del equipo se queda con la charola y la coloca en una de sus dos hacien- das. Años después, el premio olímpico es sustraído por los zapatistas tras invadir la propiedad del mayor de los hermanos Escandón. Nada se supo sobre el destino de la pieza de plata después de aquello.

Tras los Juegos de París, cada uno de los consanguín­eos vuelve a sus actividade­s de rutina.

Manuel y Eustaquio se dedican a sus múltiples negocios en Francia y España. Pablo sigue su camino en la política, siendo Jefe del Estado Mayor y el traductor de Porfirio Díaz en su entrevista con el presidente estadounid­ense Taff; posteriorm­ente es elegido gobernador del estado de Morelos.

De William Wright, el otro integrante del equipo poco se sabe; sólo que era socio en los negocios de los Escandón en Europa.

Oficialmen­te el programa de competenci­as en París incluyó a 19 deportes como boxeo, lucha, gimnasia, esgrima, vela, ciclismo, golf, arquería, pesas y canotaje.

Por primera vez se permite la participac­ión de mujeres en pruebas exclusivam­ente masculinas, como golf, tiro con arco y esgrima.

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Los caballista­s mexicanos compitiero­n como el equipo “Norteaméri­ca”.
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