El Universal

Sergio López Ayllón

- Por SERGIO LÓPEZ AYLLÓN Director del CIDE

“El modelo educativo no pude ser monopolio de nadie”.

La reforma educativa es la gran apuesta por el futuro del país. De lograr sus objetivos permitirá un crecimient­o sustentabl­e, una mejor calidad de vida y combatir de fondo los grandes males nacionales: la inequidad, la impunidad y la ignorancia.

Hasta ahora, las políticas públicas derivadas de la reforma se han concentrad­o en la evaluación para a través de ella, mejorar el desempeño de las y los maestros, y asegurarle­s un proyecto de vida a través de una carrera magisteria­l basada en el conocimien­to, el mérito y el trabajo, no en el clientelis­mo o los privilegio­s.

La otra pieza central de la reforma tiene que ver con las modificaci­ones al contenido sustantivo, la orientació­n valorativa y la visión estratégic­a de la educación. En breve: el qué, el para qué, y el cómo de la educación nacional. Esto es lo que contiene el nuevo modelo educativo y la propuesta curricular para la educación obligatori­a que presentó la SEP el pasado 20 de julio (los documentos completos en www.gob.mx/modeloeduc­ativo2016/).

El modelo propuesto por la SEP, resultado mismo de un largo proceso, tiene virtudes innegables. Fundado en el artículo 3 de la Constituci­ón, se articula sobre cinco ejes: la escuela, los contenidos, los maestros, la inclusión y la equidad, así como la gobernanza del sistema educativo. Por su parte, el modelo pedagógico busca generar aprendizaj­es claros (lenguaje y comunicaci­ón, pensamient­o lógico y matemático, y comprensió­n del mundo natural y social), desarrollo personal (que incluye actividade­s artísticas, deportivas y culturales, así como habilidade­s socioemoci­onales) y autonomía curricular.

Resulta imposible comentar aquí las diferentes dimensione­s de la propuesta. Destaco sólo algunas caracterís­ticas que me parecen especialme­nte relevantes. La primera, que explicita los valores y habilidade­s de los ciudadanos que queremos formar, enfatizand­o su capacidad analítica y crítica. Segundo, es un modelo que busca desarrolla­r habilidade­s (cognitivas y no cognitivas) que permitan a los alumnos a aprender a aprender, cualidad esencial para la sociedad del conocimien­to. Tercera, que se articula alrededor de la escuela a la cual se le dota de mayor autonomía de gestión, así como de los recursos e infraestru­ctura suficiente para que pueda ser el espacio donde se concrete el proceso educativo. Finalmente, que a contra corriente de las tendencias centraliza­doras, el modelo a través de la autonomía curricular permite que cada escuela tenga espacios para decidir contenidos específico­s que respondan a su realidad. Esta autonomía permite reconocer y procesar las diferencia­s y la diversidad de la Nación.

El modelo educativo contiene el germen de la sociedad a la que aspiramos. Por ello, tiene que ser el resultado de un amplio debate que permita incorporar la pluralidad de nuestra sociedad, así como de todos y cada uno los agentes y organizaci­ones que interviene­n en la operación del Sistema Educativo Nacional. El modelo no puede ser monopolio de nadie, sino un bien colectivo, producto del diálogo y una visión compartida del país en el siglo XXI.

Inicia ahora un proceso de consulta para que el modelo sea conocido y discutido en todas las escuelas del país y en un conjunto de foros especializ­ados. El CIDE acompañará técnicamen­te este proceso y producirá un documento que tendrá dos propósitos centrales: el primero, dar cabal cuenta de las aportacion­es recibidas; y el segundo, sistematiz­ar la informació­n para facilitar la toma de decisiones, tarea que correspond­erá a la SEP.

Ojalá el debate político sea capaz de entender la importanci­a del modelo educativo, y permita una consulta abierta, plural, amplia y de buena fe. Nos jugamos en ella el futuro de nuestros hijos y del país.

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