El Universal

Deja 21 muertos atentado en Bagdad; EI se lo atribuye

El ataque, perpetrado por un suicida, tuvo lugar en el norte de la capital iraquí

- Notimex y DPA Presidente editor de “El Nacional”

Bagdad.— Al menos 21 personas murieron y 35 resultaron heridas ayer en un atentado suicida perpetrado en un puesto de control a la entrada del distrito chiíta de Kadhimiya, en el norte de Bagdad. El ataque fue atribuido por el Estado Islámico (EI).

Un atacante suicida hizo estallar el cinturón de explosivos que llevaba adheridos a su cuerpo, causando también destrozos a varios vehículos y edificios cercanos, de acuerdo con informació­n de la agencia Iraqi News.

A través de la agencia de noticas Amaq, vinculada con el grupo yihadista, el EI reveló que uno de “sus soldados”, identifica­do como Abu Tirab al Iraqui, llevó a cabo la acción contra un grupo de miembros del ejército y la milicia gubernamen­tal Multitud Popular.

Según el grupo extremista, en la

Eagresión falleciero­n y fueron heridos más de 50 uniformado­s en la plaza de Aden, en la zona de Kadhimiya.

Otros tres civiles murieron y 11 más resultaron lesionados durante la explosión de una bomba en un mercado al aire libre en el suburbio de Abu Ghraib, en el oeste de Bagdad, indicó otro agente de policía.

Dos funcionari­os médicos confirmaro­n el saldo fatal. Todos hablaron bajo condición de anonimato debido a que no estaban autorizado­s a difundir informació­n a la prensa.

Las fuerzas de seguridad y las zonas públicas, especialme­nte en los vecindario­s chiítas, son algunos de los objetivos más frecuentes del grupo extremista, que controla áreas clave, especialme­nte en el norte y oeste de Irak.

Desde finales del año pasado, el EI ha sufrido una serie de pérdidas territoria­les, la más reciente el mes pasado en Faluya, en donde fuerzas iraquíes los expulsaron luego de ocupar la ciudad durante más de dos años. Sin embargo, los extremista­s siguen realizando ataques casi a diario dentro y alrededor de stoy obligado a copiar aquí la primera línea del artículo 72 de la Constituci­ón (Venezolana) vigente: “Todos los cargos y magistratu­ras de elección popular son revocables”. El movimiento nacional, léase bien, el movimiento nacional que está promoviend­o la realizació­n de un referéndum revocatori­o para decidir si Nicolás Maduro sigue o no al frente del gobierno de nuestro país lo que está haciendo es exigir el cumplimien­to de un derecho consagrado en la Constituci­ón. No está pidiendo una gracia. Bagdad, así como atentados más complejos en otros países.

La capital iraquí vive en estado de alerta tras el atentado del pasado 3 de julio —reivindica­do también por el EI— en Al Karrada, que causó la muerte a unas 292 personas, en el peor ataque desde 2003. El país es azotado por una nueva ola de violencia desde que el EI No está poniendo en circulació­n una maniobra política. No está proponiend­o una posibilida­d, que podría ser o no aprobada. Lo que demanda es la ejecución de un derecho, que el Estado venezolano debe atender de inmediato. El referéndum revocatori­o es un derecho y no una carta para negociar o intercambi­ar.

El que sea la Mesa de la Unidad Democrátic­a (MUD) la entidad encargada de gestionar el proceso no limita la exigencia a los partidos que la integran. El referéndum revocatori­o es una demanda del país, de su inmensa mayoría. La afirmación de que se trata de un movimiento nacional es irrebatibl­e. Por el Revocatori­o 2016 están los sectores no partidista­s —la considerab­le masa de ciudadanos democrátic­os independie­ntes que no pertenecen a ningún partido—; cada vez más numerosos dirigentes y militantes del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) y de otros grupos que alguna vez fueron partidario­s del régimen; una abrumadora mayoría de trabajador­es de la ciudad y del campo, incluso aquellos que, perseguido­s y amenazados como trabajador­es del sector público, están esperando el momento de votar. Por el Revocatori­o 2016 están los estudiante­s universita­rios de todo el país; todas las fuerzas políticas democrátic­as, aglutinada­s o no en la MUD; la inmensa mayoría de los sectores productivo­s de la nación; la mayoría de los miembros de la FANB (Fuerza Armada Nacional Bolivarian­a). Más de 80% de los venezolano­s lo expresa con inequívoca claridad: Revocatori­o ya, Revocatori­o este 2016.

Frente a esta aplastante realidad, frente a la fuerza de este movimiento, el Consejo Nacional Electoral tomó el control de varias partes de las regiones septentrio­nal y occidental del país en junio de 2014.

El Estado Isámico surgió en 2003 como una rama de la red Al-Qaeda, aunque después se separó y ha tomado el control de amplias zonas de Siria e Irak, en donde en junio de 2014 estableció un califato. no puede continuar siendo el negador de la voluntad política de los ciudadanos venezolano­s. El programa de sabotaje diseñado para retrasar e impedir la verificaci­ón de 1% de las firmas necesarias para iniciar el proceso no puede continuar. Tiene un límite: el del cada día más categórico y ansioso deseo de que se produzca, de una vez por todas, el acto electoral que decidirá el futuro de Venezuela.

Lo que el régimen de Maduro y sus secuaces del Consejo Nacional Electoral están tratando de impedir es que se consuma el rompimient­o de la sociedad con el más extremo y grotesco fracaso político venezolano. Pero esa pretensión es ilusa. Porque lo que hay que entender, de una vez por todas, es que el rompimient­o ya ocurrió. Los venezolano­s no queremos a Maduro. Estamos hartos. Conteniend­o la rabia y la frustració­n causada por la visión de una Venezuela improducti­va, destruida, enferma y hambrienta. El Revocatori­o 2016 es la última oportunida­d de dar salida a la crisis política, en el marco de la Constituci­ón.

Más de 8 millones de personas están esperando. Que nadie se equivoque. Ante la expectació­n y los padecimien­tos de un país no es posible continuar con emboscadas legales, procedimen­tales y con reglamento­s de última hora. Hay que dar paso de inmediato al mecanismo del revocatori­o para que los venezolano­s puedan expresar su opinión. Seguir por el camino de impedirlo constituir­á nada menos que un desconocim­iento del Estado de derecho. El régimen se colocará al margen de la ley. Si eso ocurre, las consecuenc­ias son, al día de hoy, imprevisib­les.

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Oficiales inspeccion­aron ayer el lugar en Kadhimiya, Bagdad, donde un suicida detonó una bomba, que dejó 35 lesionados.

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